Cien kilómetros de sentida emoción de regreso a mi casa tras una intensa jornada laboral. Nieve en las montañas, sobre el parabrisas y en la cuneta. Me siento "tocada". Tocada por los dioses.
- Cursi, ¡te estás poniendo cursi!
- Lo sé, y permite que exprese mis sensaciones.
- Esto es un blog, no un diario... ¡alcornoque!
- Si no te importa, deseo compartir lo que pienso, lo que siento, lo que me alcanza.
- Como quieras. Si no te importa mostrarte como un soufflé ante los directivos, los gerentes, los políticos y los profesionales a los que entrenas...
- Loro tirano, ¿has pensado alguna vez en clave de sensibilidad?
- No soy un loro, soy tu diálogo interno.
- ¡Vale! y esquizofrenia en estado casi puro. Desdoblamiento de personalidad.
- Dejemos esto para otro momento, al fin y al cabo te conozco: tú manejas el teclado y acabarás escribiendo lo que te de la gana.
- Exacto, así que -por favor- ¡házte a un lado!
- Guagg.
Vuelvo a comenzar: cien kilómetros de sentida emoción de regreso a mi casa tras una intensa jornada laboral. Nieve en las montañas, sobre el parabrisas y en la cuneta. Me siento "tocada". Adoro a las personas con las que trabajo, y aunque la gruñona de mi amiga Sara dice con ironía que "me lo tengo que mirar" (como si fuera un sabañón), yo lo disfruto enormemente. Adoro la unicidad de cada persona, el aliento sagrado de los desafíos que se plantean, el coraje con el que abordan los cambios internos, externos, laborales, personales... Adoro sus caídas y mucho más sus vuelos: la extensión de sus alas más allá de lo soñado. ¡Son fantásticos y tan diferentes entre sí! No hay dos parecidos en su ritmo, decisiones, razonamientos, creencias, paradigmas, valores, recursos, pulsiones... Son geniales. Trabajo con personas fabulosas, es un lujo que agradezco cada jornada y hoy más que nunca. Les cuento.
- Te estás poniendo muy cursi. No sigas por ahí. Esto es un blog, no el diario de Ana Frank.
- Por favor... déjame que exprese. La intensidad de lo que siento es aplastante y compartirla me hará bien. Hazte a un lado, por favor...
- Tú sabrás... sigue tecleando... yo, ¡ya he cumplido mi cometido de censor!
He recibido cinco regalos (muchos de ellos artesanales) totalmente inesperados, inmerecidos, inimaginables de otras tantas personas con las que trabajo: unos marcadores de libros con preciosas e inspiradoras frases ¡gracias, Nuria!, una litografía exquisita inspirada en mi amado Bosco ¡gracias Marta, la pondré en el despacho! y un tarro de mermelada casera de kiwis biológicos de Barrica adornada con dibujos, etiqueta y tela de cuadros rojos ¡gracias Miren! Además Zigor me regaló dos enormes tazas de té (una roja y otra blanca) con un plato plano en el que colocar ambas junto a unas cucharas de diseño.
No tengo palabras para expresar mi agradecimiento: realizo un trabajo que me apasiona, soy testigo de logros y hazañas, de risas y llantos, de complicidad a granel al fondo de los ojos del otro. Nos sostenemos mutuamente como funambulistas sin red.
- Te ha quedado de merengue total, corta el rollo.
- No es rollo, loro torpe, loro insensato, loro censor, loca de la casa (que decía San Teresa), es agradecimiento, es plenitud de un pequeño ser humano (yo misma) bregando en la materia con otros seres humanos. ¡Qué lujazo! Gracias a todos.