sábado, 28 de abril de 2018

Lejos del mundanal ruido ¡sin móvil!



Los sábados mi hija y yo hablamos por teléfono. Entre semana lo hacemos en clave monosilábica dependiendo de las estaciones del metro londinense que toque -la comunicación se corta cuando los túneles son demasiado largos-. Los sábados es otra cosa: nos disponemos a compartir el fluido líquido de la vida en clave serena y familiar -como si estuviéramos tomando té en el salón de casa frente al Cantábrico y la isla de Santa Clara-.

Hoy -poco después de las once (hora local)- me ha preguntado si he hecho deporte y le he contestado que sí, para su asombro inquisidor. ¿De verdad? ¿Has hecho deporte? Sí, un buen rato -he contestado sin inmutarme-. ¿Qué has hecho exactamente? -ha querido saber ella-. Pues... he estado riéndome con ganas en varias ocasiones durante el desayuno y mientras recogíamos la casa. ¡No me tomes el pelo! -me ha dicho un poco enfadada-. Entonces le he recordado que la risa produce endorfinas, previene el infarto, mejora el estado de la piel y que tres minutos de risa supone un gasto energético equivalente a veinte minutos de bicicleta o cuarenta y cinco de yoga. Aunque no parecía convencida, hemos avanzado hacia otros temas como cualquier diálogo entre personas que se quieren y toman una taza de te frente al mar. 

La ciencia reconoce que al reír movemos más de cuatrocientos músculos y desde que lo descubrí no dejo de practicar esta gimnasia amable que combino con deportes acuáticos y montañosos, así que  una vez que nos hemos despedido me he calzado las playeras para sumergirme en la naturaleza y olvidarme del ¡mundanal ruido!




Mi capacidad de abstracción es maravillosa porque esté donde esté (y en la situación que me encuentre) casi siempre consigo mantener la conexión conmigo misma, cierta serenidad, y el foco en aquello que sea prioritario, lo que con frecuencia ofrece interesantes resultados. ¿Cuál es el secreto?

El secreto es que no uso móvil. Nadie se lo cree y, sín embargo, es radicalmente cierto: no uso móvil lo que me mantiene centrada en el "aquí y el ahora" sin permitir que nada tenga acceso permanente e ilimitado a mi cerebro y a mi tiempo: cero interrupciones, cero distracciones, cero juegos, cero dependencia de los likes. Entiéndanme, por favor, no estoy en contra la tecnología, sin embargo, algunas voces críticas alertan sobre la necesidad de recordar que el teléfono móvil -como cualquier otra tecnología- ha de estar a nuestro servicio y no al revés ?!




El analista estadounidense, psicólogo y profesor de la Universidad de Nueva York, Adam Alter, aporta dos datos relevantes. Primero: los ciudadanos dedican cada día una media de cuatro horas al móvil ¿se imagina cuántas cosas se pueden hacer en cuatro horas? Segundo: los ejecutivos de Silicon Valley mandan a sus hijos a colegios libres de tecnología. ¿Por qué será?

Contexto: Artículo del escritor Jordi Soler en El País (domingo 29 de abril de 2018) en el que se aportan dos ideas. La primera: ¿Qué pensamientos son verdaderamente míos y cuáles son "pescados" en la red? La segunda: La información requiere reflexión y análisis, sobre todo cuando llega en un torbellino.

Contexto: La catedrática de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods, afirma que las redes sociales son "editores de contenidos" y no plataformas. Por lo tanto, eligen lo que divulgan y lo que excluyen.


viernes, 27 de abril de 2018

La escucha como clave en la vida y los negocios



Los clientes dicen que soy inteligente. No es cierto. Lo que hago es escuchar el gesto, el tono, lo que dicen, omiten, intuyen y -a veces sin querer- emerge.


Escuchar contiene toda la magia del universo. ¡Ese es mi oficio!


domingo, 22 de abril de 2018

¿Cuánto tiempo exige construir un equipo?



En el tercer módulo del curso Construir Equipos para Transformar Organizaciones un directivo de Elecnor me preguntó cuál era el tiempo "razonable" -según mi experiencia- para conseguir que un "grupo de profesionales" se transforme en un "equipo funcional". 

Había formulado una pregunta poderosa porque además de ser abierta, dio lugar a que yo hiciera un metaanálisis de los múltiples condicionantes que provocan una oscilación relevante en el tiempo de maduración de un equipo.

No ocurre siempre, pero diríase que conseguí fluir con la curiosidad del directivo y su genuino interés por calibrar a cuántos meses de "gestación" se enfrentaba...

Mientras reflexionaba en voz alta iba rellenando el papelógrafo situado en mi derecha de manera que del registro gaseoso de mi mente quedase una muestra sólida que los alumnos pudieran anotar junto al manual teórico de la jornada. Tuve la precaución de traerme las notas al despacho desde donde escribo. 




El tiempo de transformación de un grupo en un equipo depende del número de personas que lo  integren y de sus características: especialidades, conocimientos, experiencia, nacionalidades, modelos cognitivos, carácter, entorno social... etc.

Además el período de maduración de un equipo depende de: la cultura organizacional, del estilo dominante de liderazgo, de la propiedad de la empresa, del margen de maniobra que tenga el líder, del objetivo, de la fortaleza o debilidad de las "fuerzas del cambio y la permanencia"; del momento económico de la entidad, del clima que se respire en la organización, del grado de confianza que exista, de quién o quiénes sean los promotores del cambio...




Los alumnos se quedaron un poco circunspectos. Más tarde compartieron su asombro ante semejante complejidad que -si bien reconocieron como entendible y lógica- les resultaba desmoralizante al comprender que muchos de los factores mencionados dependen de la propiedad, el Ceo o el comité de dirección. Finalmente me bombardearon a preguntas que fuimos resolviendo en un bello ejercicio de aprendizaje compartido que terminó en los "murales" que vemos en las fotografías.

La respuesta: construir un equipo de trabajo exige una dedicación intensa y bien orientada durante un período que oscila entre uno y dos años, (*) con sus avances y retrocesos. Hay que persistir. Este plazo temporal -sometido a las variables citadas y a otras- tiene el consenso de los teóricos del management que estudiamos: Otto Scharmer, Arawana Hayashi, Peter Senge, Kurt Lewin, Michael West, Covey, Alain Cardon, Germán de Nicolás, Sabino Ayestarán... sabios que hay dedicado vidas enteras al estudio del maravilloso y complejo mundo de los equipos. La próxima edición comenzará en Noviembre de 2018 en Zaragoza. Matrícula abierta. Ojalá nos veamos allí.


(*)  Los primeros síntomas de maduración de un equipo se suelen mostrar en el primer semestre. 
   

sábado, 14 de abril de 2018

Slow Down



Desconexión, on on on... unos días en Londres, con mi hija. Vive aquí. Lo llamamos "reagrupamiento familiar" y lo practicamos desde hace once años cuando se independizó. Entonces vivía en Stuttgart.

Cuando ella y yo estamos bajo el mismo techo duermo mejor. Como tantas otras cosas en la vida ¡no tiene lógica! pero ocurre. Duermo mejor, respiro mejor y afino mi sensibilidad para apreciar la belleza: hoy, en el jardín japonés de Kew Gardens, uno de los mejores botánicos de Europa y un canto a la naturaleza y a la vida.




Ayer al despertar sentí el mundo en armonía (mi pequeño mundo en armonía) y -aunque soy consciente de lo efímero de todo equilibrio- es terriblemente gratificante. 

Efímero y falso porque al mismo tiempo que disfrutas del cambio de guardia en Buckingham Palace, de las ardillas y cisnes del lago, y del ciruelo en flor en Saint James Park, alguien agoniza en algún lugar del planeta. Pero reconforta mi espíritu exhausto de tanta brega en la materia...



He traído mis acuarelas y asistido a una clase magistral en Mall Galleries donde hay una exposición de cientos de acuarelas de calidad que inspiran, orientan y recrean los sentidos.



Aunque he pasado buena parte de la tarde en Mall Galleries, creo que volveré mañana porque dispara mi afición por la pintura y me conecta a mi abuelo materno. Él hacía óleo y creaba sus propios pigmentos, yo me afano con acuarelas que compro en establecimientos británicos en los que encuentro fantásticos materiales a un precio razonable.

Por la noche hemos hecho un plum cake para el desayuno de mañana. Agradezco a la vida este momento dulce, compartido y trascendente en el que el mundo no está en armonía pero lo parece y resulta muy reparador.



  

domingo, 8 de abril de 2018

Zaragoza: duende y bosquecillo



Las "experiencias cumbre" no siempre se producen a 8.000 metros de altitud o meditando junto a un lama cuya conexión espiritual se remonta al siglo XV. Tampoco van acompañadas del sonido de trompetas que soplan ciertos arcángeles vestidos de muselina. No.

Si les dejas, las experiencias cumbre se presentan en un recodo del camino mientras practicas una actividad en la que tu vocación está alineada con el encargo recibido y se despliega en un entorno estimulante, por ejemplo: en el bosque de Cogullada, a las afueras de Zaragoza, en una finca donde todavía (de vez en cuando) se hospeda la monarquía española. 




Reconoceré que lo vivido este fin de semana me ha pillado por sorpresa. Quizá por eso su belleza me ha conmocionado de una manera inusual a la que mi cabeza quiere encontrar explicaciones. ¿Qué ha ocurrido exactamente? 

Un estallido de fortísima alegría y serena gratitud hacia las personas que durante seis meses han acudido puntual y respetuosamente a la formación Construir Equipos para Transformar Organizaciones (*) un curso que parece haber conectado con profesionales de diversos sectores: informática, banca, ocio, industria, energía solar...




¿Cómo se ha producido? ¿Dónde radica la magia? ¿Cómo reproducirlo a voluntad? ¿En que medida se debe a los alumnos que han resonado con la propuesta docente de una manera cómplice, inteligente y comprometida haciendo posible la experiencia a la que aludo? 

Ellos + Yo + Nosotros + El aula + El bosque + La entidad que nos acoge + El equipo de logística. Todo. ¡El Todo! 




Hemos vivido el prototipo que confirma la posibilidad de transformar un grupo en un equipo, un puñado de profesionales desconocidos en un conjunto de personas que se aprecian, respetan y aportan mutuamente. Es posible. ¡Ocurre! y su belleza conmueve al firmamento. Me siento muy agradecida y comienzo a dar crédito a la afirmación de Peter Senge para quien la facilitación de equipos consiste en crear entornos en los que las cosas ¡ocurran!




La fotografía forma parte de un mural que realizaron los alumnos con la totalidad de los conceptos abordados en aula mediante la técnica del visual thinking. El dibujo me representa: me siento muy honrada y agradecida por esta muestra de cariño que cierra la décimoquinta edición del curso que volverá a las aulas de Ibercaja el día 8 de junio de 2018 en Zaragoza.



(*)  Construir Equipos para Transformar Organizaciones, un curso de creación propia en el enfoque, temario, metodología, manual, dinámicas y estilo docente. Radicalmente práctico y participativo. Puro experimental learning. 

miércoles, 4 de abril de 2018

Entre la desnudez y el maquillaje



Tiendo a creer en los proyectos que trabajo. Para mi creer es un requisito que precede la puesta en marcha de mi energía, conocimiento y experiencia al servicio de un sistema productivo. Creer para crear nuevas realidades.

Como entrenadora de equipos empresariales, esta premisa inicial desafía el estatus quo de las organizaciones que me contratan. Esa es -precisamente- mi aportación de valor a los sistemas: agitar el árbol para que caigan las ramas secas de la inercia, los ángulos ciegos, las tensiones innecesarias, las preguntas no formuladas, los riesgos que no se quieren ver, las personas tóxicas y exceso de maquillaje.




Es un trabajo muy desafiante ya que en los comités de dirección carezco de rol jerárquico. Digamos que no soy nada, nadie, no puedo despedir, contratar, ni decidir inversiones o ampliación de capital y, sin embargo, cuando hablo se me escucha. Aunque llevo dieciséis años en este oficio, nunca deja de sorprenderme ese silencio receptivo con el que acogen mis palabras. De vez en cuando, sin embargo, la agitación del árbol de las ramas secas se resiente y provoca en mi una zozobra entre aquello en lo que creo -y muestro con vehemencia- y lo que los directivos pueden (o quieren) gestionar en un momento dado. Porque son humanos. Porque hay decisiones que les exceden. Porque a veces no tienen recursos internos para gestionar el pánico. Porque viven su vulnerabilidad como un riesgo mortal. Y... ¿entonces?

Entonces salgo de una empresa con mi zozobra tras haber puesto nombre a lo innombrable, foco en el abismo, preguntado por las vacas sagradas, los reinos de taifas o el peso envenenado de la historia. Siendo el encargo que recibo, me duele el dolor colateral que observo en los directivos que -como yo- son humanos.

Porque la buena intención no basta. Porque el oficio no es suficiente y la lucidez puede ser un doloroso bisturí y porque la complejidad tiende a resbalar por las diez mil caras del poliedro de la verdad, esa belleza monumental que no siempre queremos (o podemos) integrar en nuestro trabajo o nuestra vida.



lunes, 2 de abril de 2018

Fomentar el pensamiento crítico y creativo


El 92% de lo que se aprende en las aulas no afecta a la vida de los estudiantes cuando se integran en la vida real, afirma Robert Swartz, fundador del Center for Teaching Thinking.





Swartz considera que lo realmente valioso es aprender por uno mismo y descubrir la relación entre causa y efecto, así como los vínculos entre el todo y las partes, para formentar el pensamiento crítico y creativo. Podemos escucharle durante 31 minutos en este vídeo


domingo, 1 de abril de 2018

Trabajar en equipo es ¡aprender a cooperar!


"Los microbios cooperan entre ellos para obtener recursos o imponerse en un territorio y condenan al ostracismo a individuos egoístas que no contribuyen a la causa común", afirma el neurólogo Antonio Damasio, profesor de la Universidad del Sur de California.  




En su último libro - El extraño orden de las cosas- Damasio clarifica el comportamiento de los microbios, formas primitivas de vida, que sin embargo nos superan en su capacidad colaborativa. En entrevista publicada por El País profundiza en los desafíos de la humanidad ante una creciente visión algorítmica de la existencia y recuerda: ¡las personas no somos un código! 

Dada mi especialización en la construcción de equipos de trabajo con la intención de transformar las organizaciones, el ejemplo de los microbios es una paradoja que resume buena parte de los aprendizajes de las siete formaciones internacionales en las que he participado como alumna, y las experiencias en trescientas empresas con las que he colaborado:  Trabajar en equipo es contribuir a la causa común por encima de los intereses partidistas. Tan complejo como sencillo. Tan entendible como inusual. ¡Aprendamos de las humildes y primitivas formas de vida!