lunes, 28 de junio de 2021

¿Por qué no delegan los directivos?

 

En 2015 recibí el encargo de entrenar a cinco directivos de primer nivel de Michelin, el mayor fabricante mundial de neumáticos junto con Bridgestone. 

Cuando la directora de recursos humanos de la central (Clermont Ferrand, Francia) y yo tuvimos nuestro primer encuentro de trabajo, ella compartió las evaluaciones del desempeño de los cinco profesionales. Entonces  yo le pregunté -con admiración,  curiosidad y asombro- qué había que mejorar en esos directivos excepcionales... ¡La delegación! fue su escueta respuesta.

Hoy -que he entrenado a otro directivo de primer nivel al frente de un proyecto internacional en Israel- he reconectado con aquella experiencia que resultó relevante para mí ya que aprendí tanto o más de lo que enseñé y recibí tanto o más de lo que di. Los directivos de Michelin alcanzaron en plenitud el objetivo de delegar si bien no todo fue un camino de rosas...



La delegación de tareas y funciones es una asignatura pendiente en la mayoría de los directivos al frente de proyectos internacionales complejos de alta exigencia ¿cuáles pueden ser las razones y cómo salir de ese círculo vicioso?


Los responsables de proyectos tiran casi siempre por la calle del medio, es decir, por la tangente, la línea más corta entre dos puntos: la necesidad y la solución y casi siempre el atajo pasa por ellos mismos: conocedores de los entresijos del cliente, los trabajadores locales, la normativa, la política de riesgos de su compañía, la necesidad de atenerse a la oferta planteada al comienzo del encargo, las directrices del departamento legal y de compras y un largo etc. Tiempo, oro líquido que propicia que los principales directivos acometan personalmente muchas tareas que debieran delegar. Factor uno: buscan la rapidez.

Los profesionales al frente de negocios son personas de acción en detrimento de la reflexión. No es que no sopesen todas y cada una de las variables o que sean impulsivos (a veces también ocurre) sino que están persuadidos de que solo la acción mueve la vida, así que tan pronto vislumbran un desafío... disparan a gol. Factor dos: se inclinan a la acción.

Finalmente -aunque no por ello menos relevante- la mayoría de los profesionales en puestos de alta responsabilidad atesoran en su mochila mucho conocimiento y experiencia que no se siempre se puede transferir en un plis plas. Se tardan décadas en alcanzar un conocimiento preciso de algunos sectores, proyectos, tecnologías... Factor tres: son conscientes de la ingente cantidad de conocimiento y experiencia necesarios para solventar con éxito algunos dilemas profesionales.

Y, además, hay otro factor que emerge: no quieren cargar a nadie con la responsabilidad que consideran propia. Estos cuatro factores frenan el ejercicio de la delegación tan ardua como necesaria para no acabar agotados, bloquear el desarrollo de otros profesionales, acaparar todo el know how de la compañía y -finalmente- convertirse en parte del problema. 




¿Cómo salir de este bucle pernicioso? Uno de los modelos que inspira a delegar fue desarrollado por Hersey y Blanchard -ver el diagrama adjunto-. 

Aunque simple en su planteamiento, presenta un escalonado de menos a más en la delegación lo que muestra la conveniencia de ir paso a paso: primero dirigir, luego persuadir, más tarde hacer participar (en las decisiones) y -finalmente- delegar.


lunes, 7 de junio de 2021

Mentoring y Transferencia de Conocimiento

 

Algunos profesionales de la consultoría y el coaching contratan mis servicios como mentora. Siempre me pregunto quién soy yo para ejercer de mentora de nada, de nadie... Sea como fuere, la mayoría de las personas acaban convenciéndome de que trabaje con ellos durante un tiempo. Acepto, pongo empeño y -aunque no se lo digo- siempre me pregunto si realmente estoy desarrollando el potencial de los profesionales con la mínima proyección posible, el máximo de honestidad-neutralidad y una razonable aportación a su carrera. Los clientes de mentoring suelen estar contentos, así que he de tener la humildad de aceptar sus elogios.




Hace unos días un profesional del coaching y yo cerramos un mini-proceso de mentoring que en algún momento de nuestro trabajo conjunto incluyó algunas preguntas que respondí y comparto (tal cual fueron emitidas en su momento) por si pudieran resultar de utilidad a otras personas del sector.


Cómo entras en contacto con la empresa... Las empresas se ponen en contacto conmigo a través de un cliente-prescriptor, la red profesional Linkedin... algo escrito en mi blog etc. Me limito a responder a su demanda...

Cómo detectas los puntos de mejora... Pregunto , escucho, vuelvo a preguntar y escuchar y tomo muchas notas. Después vuelco lo que he comprendido en una propuesta-draft sometida a matices y/o correcciones por ambas partes. Normalmente la aceptan tal cual.

Cómo diseñas las sesiones... Depende de la empresa, el encargo, el dilema explícito o implícito (a veces el cliente no sabe que tiene determinado problema o  necesidad: lo descubres sobre la marcha). El diseño responde al desafío con flexibilidad por ambas partes según evolución. No hay dos diseños iguales, como no hay dos empresas o personas iguales. Para el diseño me baso en la lógica, la sencillez, la experiencia,  la practicidad y me pego mucho a las características del cliente: cultura organizacional, estilo de liderazgo, estructura societaria etc.

Y cómo las llevas a cabo... Lo mejor que puedo... Siempre aprendiendo... Siempre con gratitud. Movilizando la totalidad de mis recursos y reconociendo con honestidad radical cuando algo me supera o creo que otro profesional puede hacerlo mejor...


sábado, 5 de junio de 2021

La inexistente utopía de Silicon Valley


No suelo leer novelas. Me aburren. Desde hace tiempo centro mis lecturas en el género ensayo y más concretamente en todo lo que tiene que ver con el liderazgo, la gestión del cambio, los equipos directivos, la estrategia empresarial y cuantos temas alimentan las neuronas productivas de mi cerebro: aquellas que preciso movilizar cuando trabajo y por cuyos conocimientos y experiencia me contratan.

Hace una década que no leía una novela. Este sábado, sin embargo, acabo de terminar una que he leído en cuatro sentadas. Claro que hay truco porque se trata de una crónica novelada escrita en estilo directo, fuerte y equilibrado. También con valentía, cualidad que admiro profundamente.



Se trata del libro Valle Inquietante, escrito por Anna Wiener, columnista de The Yorker, quien ha vivido lo narrado y lo cuenta en un ejercicio de catarsis, creatividad y oficio que engancha al lector de la primera a la última línea.  Wiener (Brooklyn, 1987) comparte la decepción del canto de sirena que emite Silcon Valley como lugar de infinitas posibilidades laborales, creativas y existenciales mientras te encaminas a convertirte en un veinteañero multimillonario del sector tecnológico.



Caricatura de la escritora Anna Weiner


Con la bahía de San Francisco como telón de fondo descubrimos a profesionales ambiciosos que trabajan hasta la extenuación frente a pantallas que recrean un mundo en 3D mientras engullen el mundo real lo que provoca personas desconectadas (si no enajenadas).

El libro es bueno y he extraído dos folios de frases contundentes. Si tuviera que dejar un mensaje en mi post sería la certeza de que los ciudadanos estamos vigilados por algoritmos predictivos de nuestra conducta, hábitos de consumo, tendencias políticas, movimientos geográficos y hasta temperatura corporal. El emporio tecnológico concentrado en la bahía de San Francisco nunca aspiró (genuinamente) a transformar el mundo de todos sino el de unos pocos: los jóvenes emprendedores de start ups que acaban vendiendo a grupos de capital-riesgo y las instituciones mundiales que gobiernan versus controlan cuanto hacemos. Inquietante. ¿No les parece? 


Valle Inquietante, libro escrito por Anna Wiener columnista de The New Yorker.

El cuento de la meritocracia en la industria tecnológica es una patraña, artículo publicado por El País.

Adiós a la inocencia en el valle del silicio recopilación de cuatro libros que ilustran la vida en Silicon Valley

Eliminar algunas cookies no es suficiente, artículo escrito por Evgeny Morozov, especialista en temas tecnológicos y autor del libro La locura del solucionismo tecnológico.


jueves, 3 de junio de 2021

La amabilidad es un acto de valentía

 

Las hormonas del estrés aceleran el envejecimiento, esa plaga de la que huye con pavor la humanidad que impacta en depresión, ansiedad, elevada tensión arterial... etc.

Las hormonas de la amabilidad (serotonina y oxitocina) retrasan el envejecimiento y funcionan como auténtico elixir de juventud no solo en la piel sino en la tensión arterial, los vasos sanguíneos y nuestro cerebro y tienen un impacto directo en la sensación de bienestar y el optimismo.

Además la amabilidad es el pegamento de las relaciones y es contagiosa según el libro "Los cinco beneficios de ser amable"...



Artículo relacionado en el que el doctor en química orgánica y escritor David Hamilton desarrolla su tesis sobre el impacto de la amabilidad en la salud física y mental de los humanos... Link Tiempo de lectura: 5 minutos.