Cada seis semanas viajo a Londres y eso mantiene mi pulso cosmopolita. Es cierto que aprovecho para trabajar, pero sobre todo para convivir con mi familia, saludar a Turner en the National Gallery, acariciar los árboles de Kew Gardens y pasar una mañana de librerías en el Soho.
Ya no lo hago y -aunque no sé cuando será posible viajar en avión sin restricciones- me niego a escribir en pasado. Volveré: mi hija vive en Londres, el acer japonés que plantamos sigue en su jardín y las pequeñas tiendas de barrio satisfacen las necesidades básicas que durante semanas esperan en la lista de shopping in London.
En octubre Performance Consultants organiza en Londres un workshop con Hetty Einzig, durante años partner de John Whitmore -uno de los fundadores del coaching empresarial- con quien me formé en el año 2002. Aún no tengo resuelto cómo me desplazaré por la city (el metro se me antoja una caja de patógenos) pero me gustaría asistir para reinventar mi profesión. De alguna manera es el desafío al que grandes y pequeños negocios se enfrentan en estos momentos: ¿cómo reinventar las organizaciones?
No bastará con el titánico esfuerzo de realizar lo que venía funcionando y no alcanzará con el enfoque superficial al que estábamos acostumbrados, tendremos que unir los puntos, es decir: ¡conectar las causas con los efectos! y clarificar qué es medio y qué es fin. En una palabra: nos veremos abocados a buscar honestamente la raíz de las dificultades para solventarlas.
Thinking Big. Dreaming Big. Los desafíos hay que analizarlos algunos niveles por debajo de su apariencia: dos o tres escalones por debajo el lugar donde emergen los síntomas.
Para conectar los puntos apelo a la responsabilidad y la consciencia, principios rectores del coaching transpersonal en el que me he forjado como profesional senior durante los últimos dieciocho años y ahora quiero reinventar. Ir al fondo de las cuestiones permitirá conectar con la esencia: mimar la calidad de lo que hacemos, poner a las personas (de verdad) en el centro de la ecuación, y vivir con menos porque se vive mejor.
La raíz de los dilemas suele estar
dos niveles por debajo de los síntomas
Estos días de confinamiento sirven para reconectar con el propósito, esa orientación que da sentido a nuestras actividades. El confinamiento también permite estudiar informes macroeconómicos y practicar la paciencia ya que tenemos por delante un largo recorrido cuyas primeras tres etapas apenas transitamos: golpe inicial, supervivencia y retorno a la actividad. Lo que nos espera en el horizonte es integrar las "lecciones aprendidas" y aceptar un nuevo marco de referencia que ofrecerá oportunidades y exigirá renuncias. El tiempo es ahora y el desafío nos alcanza.
La calma y la calidad, en el centro de la estrategia, artículo publicado en Expansión en el que se sugiero la filosofía slow down para impulsar negocios rentables. Si no analizamos las causas que nos han traído al desastre, lo repetiremos, afirma el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik. El confinamiento muestra que somos capaces de vivir con menos, Christian Felber, ideólogo de la Economía del Bien Común.