A ningún ser humano sensato se le ocurriría proponer que el contenido de una enciclopedia estuviera registrado en un post it. Entonces... ¿por qué los encargos de formación empresarial tienden a la brevedad y se comprimen sin renunciar (en teoría) al conocimiento necesario para solventar dilemas complejos?
Imparto formación desde hace más de veinte años. Me gusta pensar que tengo cierta perspectiva de la evolución de algunas cuestiones relacionadas con el aprendizaje de los adultos en el marco profesional.
Miles de horas, cientos de alumnos, decenas de empresas y muchos temas abordados desde la teoría y la práctica subida a "hombros de gigantes": mis mentores y maestros, las formaciones internacionales recibidas, lecturas, workshops, ponencias y congresos...
Por defecto mi mente tiende al análisis de los encargos de las empresas, del perfil de los profesionales y sus expectativas y -finalmente- del resultado obtenido para todas las partes implicadas. Mi mente también tiende a la síntesis y hoy me embarga la sensación de que las instituciones y los profesionales quieren que las formaciones sean cada vez más cortas en una lucha contra el crono que no tiene ningún sentido porque la cantidad de conocimiento que te puede transferir depende de variables como el tiempo que se le dedica a las clases, la cantidad y calidad de las lecturas, reflexiones y contrastes con la realidad. Por mucho que queramos, el tiempo no es elástico y el conocimiento no se puede comprimir.
Fíjense en el cuadernito de la fotografía. Por muy pequeña que sea la letra que utilicemos, por mucho que apuremos los márgenes, por valioso que sea el contenido que registremos en sus páginas... alcanza lo que el espacio permite, nada más.
Si las situaciones que vivimos en la empresa son complejas, ¿qué lógica tiene pensar que los aprendizajes y las soluciones podrán ser simples, breves, ligeras y amenas? casi incoloras y desde luego indoloras: que apenas exijan esfuerzo. Se trata de una paradoja simétrica a lo que acontece en la sociedad: lo queremos todo, lo queremos ¡ya!, y no estamos dispuestos a dedicarle el tiempo, mimo y esfuerzo necesarios para alcanzar las metas que nos proponemos.
Reconozco que escucho el mercado, es decir, que resueno con las expectativas de las empresas y los profesionales y acorto la duración de mis formaciones, aligero el contenido e incluso -a veces- renuncio a dinámicas que transforman. Las valoraciones de los alumnos superar el 9,6, quiero pensar que están contentos pero... yo me quedo con un sabor agridulce al ser consciente de que apenas hemos tomado el aperitivo del festín del conocimiento.
En abril del 2023 publiqué un artículo relacionado con la profundidad de las preguntas que formulamos. Va en la misma dirección que este artículo. Entonces decía que "... una buena pregunta es la mitad de una respuesta..." ver aquí. Tiempo de lectura: dos minutos.