lunes, 28 de abril de 2014

Innovación social es cooperar


Esta mañana me he despertado plof: aun podía recordar la última pesadilla relacionada con un asunto laboral. Así que -antes de poner el pie sobre la alfombra- me he hecho las tres preguntas que practico: ¿cómo estás, azucenilla? ¿qué necesitas? y ¿qué harás al respecto? Una vez que me las he respondido me he puesto en marcha para darle vuelta al calcetín de la nostalgia.

Un desayuno super siempre ayuda. Una sesión de estiramientos en el salón contribuye en casi todas las ocasiones. Después he practicado un rato de escritura automática -método Julia Cameron- y ya estaba mucho mejor pero claro... ¡¡eran las diez y media de la mañana y yo había quedado con el sabio a las once!! así que he tenido que salir de casa de estampida sin que me diera tiempo a colgar la colada. ¡Guag! Dado que ya estaba de buen humor, he dejado la contraseña habitual sobre la vitrocerámica de la cocina para que mi compañero rematara la faena cuando volviera a casa: una cara con los productos bio que ayer nos trajeron los aldeanos.. la boca con un espárrago, los ojos con dos nabos que no se habían depilado la ceja, y la nariz con una nuez... La cosa ha quedado así:




He estado algo más de una hora con mi mentor, el catedrático emérito de psicología social Sabino Ayestarán  a quien acribillo a preguntas cada vez que quedamos en lo que considera su sitio favorito en San Sebastián: el Hotel Londres. Siempre nos sentamos en la primera mesita a la derecha, mirando al mar, y reiteradamente él pide un cortado y yo un americano. Hoy el sabio tenía un compromiso a las doce y media así que hemos tenido que pisar el acelerador para abordar nuestros temas favoritos: la innovación social y los equipos, mientras hacíamos intercambio de libros, referencias y proyectos.

Yo estaba muy inquieta con la aplicación en las empresas de una fórmula del psicólogo alemán Kurt Lewin según la cual el comportamiento de un profesional es el resultado de su personalidad multiplicado por el entorno vital... Profundizar en esa fórmula nos ha llevado un buen tramo de conversación. Ambos hemos estado de acuerdo en que el margen de maniobra desde el que actuamos en las organizaciones se centra sobre todo en el entorno vital y ¡claro! ahí hemos repasado juntos la necesidad de hacer una buena selección de personal, la imprescindible adecuación entre persona y puesto, la urgencia de apelar al sentido de la responsabilidad de los trabajadores y -sobre todo- la conveniencia de establecer un sistema justo de reconocimiento. 

Y cuando Sabino ya se había puesto la chaqueta y recogido el paraguas y nos disponíamos a salir de la cafetería me ha dicho: ¡¡Pero no te olvides de que la fórmula de Kurt Lewin está sometida al entorno económico, político y social cuyos cambios pueden llevar siglos!! 

Después ha desaparecido hacia la Avenida de la Libertad y yo me he quedado con cara de espárrago, nabo y nuez. ¡Jolín siglos! Sin duda el sabio mira al infinito cuyos hilvanes recogen las páginas del último libro que ha escrito y me ha regalado: La vida religiosa en la frontera entre ser gueto o faro...



Ya en casa me he acordado de otra de sus recomendaciones, el libro: Si Dios fuese un activista de los derechos humanos, escrito por el catedrático de economía de la Universidad de Coimbra, Boaventura de Sousa Santos, cuya síntesis es la siguiente: "... La religión ha muerto. La teología ha muerto. Sin embargo, Dios está más vivo que nunca en las personas que empatizan con los que sufren y luchan para superar ese sufrimiento...". 

El sabio y yo hemos estado de acuerdo en que trabajar en la mejora de los equipos empresariales -a través de la cooperación- puede contribuir a menguar el sufrimiento de las personas en las organizaciones productivas. Esa esperanza nos alimenta ;-D

viernes, 25 de abril de 2014

Meditar y Producir


Esta mañana a las ocho las margaritas permanecían cerradas. ¡Qué raro! he pensado mientras caminaba enérgicamente por el bosque urbano que habito. Claro que la tormenta les mantendría despiertas hasta bien entrada la noche ¡así que estarán dormidas y exhaustas ante el zarandeo de tanta lluvia y viento! me he dicho a mí misma.

Una hora después seguía rodeada de silencio y las margaritas mantenían su mutismo. Así que me ha preocupado que -como algunos humanos- fuese su manera de expresar cierto enfado, aunque no intuía las razones...

A las nueve y medía he salido de mis ensoñaciones matinales ante el estrepitoso ruido de la máquina segadora. ¡Eso es! Finalmente he comprendido que las margaritas cierran los ojos ante el horror de ser decapitadas por los afilados dientes de la sierra. Lo entiendo, la verdad, porque el jardinero las descabeza sin compasión alguna.

¡Nada que ver con los monjes del templo thailandés de Pa Luang ta Bua! (situado a tan solo 130 kilómetros de Bangkok) que han adoptado a diez tigres de bengala con los que conviven y comparten su comida...




He apurado el paseo hasta el límite del crono mientras me despedía de los pájaros a los que he advertido -sin que hicieran caso alguno- de que el exceso de lombrices puede provocar indigestión, empacho y otras nauseas... Y cuando me disponía a abordar la jornada laboral me he acordado de Andoitz, un empresario de raza con quien ayer tuve una interesante conversación.

Dado que su empresa tiene una fábrica en India, viaja al país asiático varias veces al año y cuando termina la jornada se acerca a la playa de Goa donde -al atardecer- se concentran numerosos practicantes de meditación en todas sus modalidades, estilos, excentricidades, bondades y defectos. Andoitz siempre regresa al País Vasco impactado por ¡lo poco que tienen y lo mucho que ríen y disfrutan! y -sobre todo- por la imperturbable paz que muestran los ciudadanos indios en variados contextos, lugares, situaciones o dilemas. 

Los diálogos con Andoitz están cuajados de escucha, silencio y preguntas directas, a veces incómodas y casi siempre desafiantes, que  él no elude. Así que las conversaciones resultan inspiradoras. 

Aunque hace ya más de tres meses que me habló por primera vez de la paz que encuentra en la playa de Goa donde observa a los meditadores sentados en la posición de loto, ayer sacó el tema desde un lugar, una intención y una profundidad inusual que volvió a poner sobre la mesa lo que suena como un anhelo del alma, y una búsqueda de trascendencia espiritual -no necesariamente religiosa-. En definitiva, algo que le ronda y envuelve como una mariposa a la que no consigue -y acaso no quiere- ahuyentar.





Si desea meditar ¿qué se interpone en su camino?  Según él: el ego y la pereza; acaso también la tiranía de la mente y la adicción a hacer. Aunque no tuvimos tiempo de acotar la reflexión a términos prácticos emergió lo que vive como una dicotomía: por un lado, la vida productiva, exigente, racional... y -por el otro- la meditación, la quietud y el no hacer... Desde la tiranía del "o": o hacer o ser, o producir o meditar... resulta complejo superar las resistencias porque aunque todos los caminos conducen a Roma (y se acaban encontrando en el infinito) el desvío es muy largo, creo. ¿Qué propongo?  Dos cosas: practicar la fertilidad del "y":  hacer y ser, producir y meditar practicando lo que ya hace siglos se calificó como el "sabio camino del medio" y -en términos más empresariales- entrenar el séptimo hábito de las personas altamente eficaces de Stephen Covey: pararse a "afilar la sierra" que no es otra cosa sino alimentar-refrescar el alma para vivir más y mejor obteniendo los subproductos de la serenidad: lucidez, compasión, templanza, fuerza...

¿Quién dijo que meditar y producir sean incompatibles? Como le confesé a Andoitz -y por favor guárdenme el secreto- toda mi energía y optimismo emergen del silencioso bosque urbano que habito ¡mi fértil, mágica y acaso espiritual meditación en movimiento! Continuará.



martes, 22 de abril de 2014

Absentismo Cero: Amar el trabajo que hacemos


Me propongo escribir sobre el absentismo laboral al que -en principio- voy a comparar con la "pérdida de la inocencia". Me explico: no imagino ningún niño que practique el absentismo en ninguna de sus dos modalidades: sin cuerpo (no presentarse) o con cuerpo (presentarse, pero no cumplir funciones o tareas propias de su cargo, puesto o rol).

Lleno de curiosidad, un ser inocente aborda el mundo de manera confiada descubriendo personas, lugares, actividades y recompensas que no siempre le resultan estimulantes ni agradables. Esos descubrimientos son cuidadosamente registrados y sin  duda forjan un comportamiento y un carácter...

Viviendo, explorando y experimentando, el niño construye su mundo hasta llegar a la edad adulta cuando se integra en el cada vez más exclusivo (y excluyente) mundo laboral donde de nuevo ha de practicar el coraje de avanzar sobre desconocidas normas, no siempre explicadas ni justificadas, con frecuencia arbitrarias y en ocasiones lesivas para su salud física, mental o emocional. Por lo que se refiere a este artículo de las dos "pérdidas de inocencia" aludidas me centraré exclusivamente en el escenario laboral.

Al igual que en la imagen de Gallastegi podemos ver el Museo Guggenheim Bilbao reflejado en la acuosa ría del Nervión, y este fenómeno no sería posible sin su contra-parte en la sólida tierra.... Junto con la pérdida de inocencia, mi segunda aportación -por lo que al absentismo laboral se refiere- es que se trata de una consecuencia de algunas circunstancias, contextos, personas, reglamentaciones y normas que quizá se puedan mejorar. Quizá. Presento a su consideración la hipótesis del absentismo laboral como una reacción un tanto viciada a cuestiones acaso fuera del "orden sistémico" de una empresa u organización productiva.  



Dicho lo cual no justifico en absoluto el absentismo toda vez que representa un daño de primera magnitud para los diversos stakeholders involucrados en toda fábrica, oficina, pabellón industrial, pyme o multinacional. Reconocerán conmigo que todo es economía, pero no sólo economía. Y si una persona no cumple en plenitud con el trabajo encomendado está repercutiendo negativamente en los clientes (menguando la calidad de los productos y servicios), en los compañeros (que han de asumir una carga extra de trabajo), en los accionistas (posible merma de los beneficios) y en los directivos (burnout y otros quebraderos de cabeza)... porque el absentismo no es inocuo para ninguno de los actores sean principales o secundarios...

Si a la pérdida de inocencia laboral  le sumamos ciertas normas empresariales (tácitas y expresas) no siempre equilibradas es comprensible imaginar que se va a producir en los profesionales cierta desmotivación exógena (externa, que proviene del entorno empresarial) que derivará en desmotivación endógena (interna, del propio individuo). 

No se trata de hacer un máster en psicología, sino de poner un poco de atención en lo obvio: el incumplimiento de ciertas expectativas iniciales -reales o imaginarias- de un trabajador puede llevarle a medio o largo plazo a una falta de engagement con su empresa que acabará derivando en variados síntomas de absentismo.

Finalmente propongo esforzarnos en la dimensión motivacional de los profesionales para que aporten a las organizaciones lo mejor de sí mismos: aquello para lo que están contratados más lo que se ha venido en llamar "la milla extra" que solo se entrega si está comprometida el alma del trabajador. 

Desde ese ángulo lo ideal sería que cada persona optase por hacer aquel trabajo que ama (vocación). Pero... ya he dicho que nos encontramos en un cada vez más exclusivo (y excluyente) mundo laboral por lo tanto aporto una segunda propuesta: amar el trabajo que hacemos con todas nuestras fuerzas beneficiándonos a nosotros mismos (auto-realización) y a la humanidad a través de los clientes, compañeros, proveedores, propietarios o directivos de nuestra organización.

Y al cierre un aviso a navegantes: la causa número uno por la que un trabajador con contrato fijo y bien remunerado deja su empresa o -si no puede hacerlo- comienza a practicar el absentismo es la mala relación con su jefe directo. No siempre caerá la responsabilidad del lado de ese abismo, pero los directivos tenemos mucho que aportar en la motivación de nuestros equipos. ¡Acaso el liderazgo sea motivar a otros hacia el desarrollo de su máximo potencial, es decir, absentismo cero!


sábado, 19 de abril de 2014

Música de las Esferas en Vacaciones


Mi hija es de un austero franciscano que comparto ¡excepto cuando estoy de vacaciones y me dejo llevar por el hedonismo! Dada su contención existencial, esta tarde he tenido que presionar hasta que ha accedido a mi propuesta de acercarnos a el famoso O The Divin de Toulouse...



... donde hemos compartido una pieza generosa de la especialidad de la casa: la tarta banoffee -que ella no me ha dejado fotografiar- cuyo aspecto era aún mejor que la imagen que he encontrado en Google. 


Cuentan que el dueño -un gay de aspecto italiano llamado Christian- hace cada mañana las tartas que los turistas de todos los continentes devoran en su pequeño establecimiento de la Rue Baour Lormian. Sea como fuere,  la tarta no podía estar más deliciosa y la hemos paladeado en cómplice conversación haciendo un alto en el camino de tiendas por la city de la que ella se despide en busca de nuevas aventuras profesionales que en las próximas cinco semanas le llevarán a Edimburgo (Escocia) Hamburgo (Alemania), Tromso (Noruega) y Rotterdam (Holanda).

La casa que estamos desmontando tiene un portal gigantesco con un patio interior en el que florecen las hortensias y donde vive un gato negro que ha desmitificado mi superstición de que traen mala suerte ¡tal vez porque lleva un pequeño cascabel en el cuello! El caso es que sale a saludarte, te roza la pierna con seductor ronroneo, y se marcha una vez que le has dado el santo y seña de acceso al inmueble. Este gato no tiene el encanto de Fussel, un felino semi-salvaje que convivió dos años con mi hija en Stuttgart y llegó a estar tan unido a ella que depositaba ratones vivos en la alfombra del salón como ofrenda de amor. Claro que lo mejor de aquella casa no era Fussel sino el jardín...

Hoy he re-descubierto lo terapéutico que resulta dejar pasar los días permitiendo que el mundo y sus bondades invadan un poco -y acaso equilibren- mi tendencia al autismo social. Si bien es cierto que me agobian las ciudades populosas, las concentraciones de personas, el ruido y la contaminación, y que me atormentan ciertos olores nauseabundos que pululan como una nube tóxica sobre los cascos antiguos de las ciudades y los aledaños de los ríos... siempre encuentro espacios armónicos para el silencio sea en pleno asfalto: templos o museos, o en la naturaleza donde esta mañana me ha entrado la risa al descubrir -cerca del Museo de las Ciencias- un círculo de niños comiendo sus bocadillos sobre la hierba en una constelación circular que me ha recordado los "plenarios" que facilito en las empresas...

  

Al llegar a casa, después de saludar al gato y las hortensias, me he dado una ducha con un invento bio llamado pan de arcilla -una especie de exfoliante que no huele a nada y no proporciona un placer especial pero que, al parecer, es buenísimo para la piel-. Y tras la cena el tema: la música clásica, las orquestas, los compositores, los gurús contemporáneos, los ancianos sabios del barroco, los proyectos y contratos, la exquisitez de las cuerdas de tripa y el entorchado de oro en los arcos artesanales, y la fragilidad del violín del siglo XVII que con tanto viaje y cambio de temperatura se resiente...  Al filo de las doce de la noche la conversación seguía en su apogeo y los mayores apurábamos la copita hasta que he decidido retirarme al cuarto de invitados donde he estirado el brazo hacia la estantería y ¡zas! he tropezado con The Mozart Effect un libro de Don Campbell ... A pesar de la hora y el cansancio he leído hasta la página 35 y alcanzado a comprender la tesis fundamental del autor: escuchar música del Mozart cura, equilibra, tranquiliza y desarrolla el hemisferio derecho del cerebro donde vive la intuición. 




Música de las esferas... hummm... Mañana volveré al Jardín Royal, escucharé música del compositor austriaco, conectaré con mi intuición y ¡ojalá vuelvan a asomarse las dos ardillas que hoy jugueteaban a menos de tres metros sobre el tronco de una secuoya! Magia de las esferas y silencio ¡música del alma!


domingo, 13 de abril de 2014

Equipos: escuchar ¡y responder! al universo



Esta mañana he pisado muchas margaritas aunque confío no haber matado ninguna. Hay días gloriosos en los que la mantequilla está blandita justo en el momento de presionarla contra el pan de centeno; y en los que encuentras en el periódico frases inspiradoras con las que te identificas. Hay días gloriosos en los que un sol riquísimo templa la tarde en el jardincillo donde compruebo que el limonero se recupera de una poda salvaje y la buganvilla se expande y me arrincona en el corner donde leo a Otto Scharmer los domingos.

Haz un trabajo que ames. 
Mantén una escucha permanente al universo.


Hace ya algunos meses que confesé a mi mentor el anhelo de facilitar más entrenamientos de equipo en la certeza de que el tránsito colectivo "del yo al nosotros" es un escalón evolutivo de orden superior a la pura mejora de las competencias de un profesional y la exitosa gestión de su carrera. Ejerciendo el desapego no quiso darme pista alguna pero me formuló un vendaval de preguntas que sacudieron algunas hojas secas del árbol-maraña de mis pensamientos.

Hacer un trabajo que amas y escuchar al universo son cara y cruz de la vocación profesional un tema que trabajo en mi propia vida y en la de aquellos emprendedores a los que acompaño en un tramo de su proyecto.



La escucha al universo precisa de algunas condiciones innegociables: centramiento, consciencia, presencia, intención, flexibilidad, disciplina, serenidad y autocontrol, requisitos sin los cuales resulta imposible sintonizar el  micro-cosmos que somos con el macro-cosmos que habitamos. 

Y dado que hay que optar por un approach práctico para hincarle el diente a este asunto me ha dado por pensar en términos de escala: la persona, el equipo, la organización y el mundo. Entre 2002 y 2008 trabajé casi en exclusiva con personas en la escala uno a uno; pero desde el año 2009 casi todas mis energías, lecturas, proyectos y sueños están focalizados en los equipos como nodos generadores de cambios intencionales que transformen las estructuras hacia un mundo mejor (futuro emergente). Al implicar a varias personas a la vez los cambios suelen tener mayor impacto en las organizaciones así como un efecto en cascada nada despreciable.

Y en medio de estas reflexiones acontece que yo escucho al mundo -sus tendencias y necesidades- y el mundo escucha mis anhelos y me envía equipos para desarrollar (entrenando o formando). Durante el fin de semana he trabajado con el equipo que aparece en la fotografía cuyos miembros han desplegado un conjunto de competencias, conocimientos, actitudes y comportamientos brillantes que dejan huella en las dinámicas con post it (pegados a la pizarra), en el papelógrafo -cuyas hojas agotamos-, y en dos proyecciones (PDF + mini vídeo) conectados a la tarea: construir equipos transformadores que mejoren el mundo... remar juntos (como equipo) hacia un objetivo compartido... En una palabra: desde la modestia, empujar un poquito el globo terráqueo hacia su mejora.




En el check out (dinámica de cierre de un trabajo en equipo y en plenario) los participantes -directivos, emprendedores, informáticos, responsables de recursos humanos, funcionarios de la sanidad pública, profesores universitarios y ceos- dejaron varias perlas en el aula y una de ellas me la llevé escrita de puño y letra del propietario, Carlos Marin, en un post it verde:  Sabemos lo que somos pero no sabemos lo que podríamos ser. Mil gracias al equipo zaragozano y a Mayte cuya presencia echamos de menos.




jueves, 10 de abril de 2014

Su vida... ¿tiene un "es que"? ¡Fulmínelo!


Trabajo con algunas personas brillantes que no obtienen resultados brillantes. 

Bucear hasta encontrar las razones que separan el talento del logro sería interesante. Pero hoy no toca. No apetece... porque si bien cada personas es un mundo, un mar, un océano de peculiaridades, hay algo que todos los profesionales brillantes que no brillan comparten: Tienen instalado en su vida un "es que". Dicho sea de paso, los pretextos de las personas a las que entreno disparan las transaminasas de mi hígado ya que me desquicia tocar con las yemas de los dedos el gigantesco potencial de quien tengo delante y comprobar los minimalistas resultados que la vida le devuelve.

Esta mañana he trabajado con una artista brillante perdida en el laberinto de los "es que" desde que la conozco hace ya algunos meses. 

Cuando no es un asunto familiar que requiere su atención, es un problema personal de salud, cuando no un mal día, la necesidad de dormir y no hacer nada, el disgusto con una amiga del alma o el clima ¡que nunca es el adecuado! Esta mujer excepcional por su juventud, belleza, fuerza, talento, formación, experiencia, rapidez mental y contactos está varada tras el último naufragio, es decir, tras el último pretexto que yo le devuelvo en el espejo cóncavo de nuestros diálogos en busca de piedras filosofales que terminen por movilizar su potencial.




Esta artista global acaba de terminar un proyecto en el que ha estado volcada en los dos últimos años y del que ha obtenido prosperidad, aprendizaje, contactos, experiencia y algún que otro disgusto también. Ya ha salido de ello, así que ahora ha de crearse un porvenir y ¡en esas estamos! en plena búsqueda de un nuevo y satisfactorio destino profesional.

Dado que se enreda en un interminable rosario de pretextos, no acaba de centrarse en la construcción de un plan de acción que persistente-estratégica e inteligentemente le lleve hacia donde quiera ir. Y me sube la bilirrubina mientras ella deshoja la margarita y permite que su talento se vaya por el desagüe del lavabo. Hoy, al filo de la hora y media de espejito cóncavo, de pregunta socrática, de entrevista motivacional, de escucha empática, de dibujos en el papelógrafo, de uso de metáforas y de acabar hasta la última gota de mi te bancha, le ha lanzado una tarea que recomiendo a quien esté en búsqueda activa de empleo. Simple, como un corcho. Letal como una daga. Certera como la flecha de Guillermo Tell: ¿Cuántas horas al día dedicas centrada-lúdica-enérgica y esperanzadamente a poner en pie tu vida profesional?

DATO: Los trabajadores por cuenta ajena hacen una media de 40 horas semanales. Los trabajadores por cuenta propia hacemos una media de 50 horas semanales. Las personas en búsqueda activa de trabajo, creación de un proyecto emprendedor (o viraje de carrera) suelen invertir entorno a 60 horas semanales... ¿Cuántas creen que dedica Narnia, mi brillante artista global? 


martes, 8 de abril de 2014

Creer para Crear


A algunos colegas les cuesta a explicar el trabajo que hacemos los coaches con profesionales y equipos de empresa.

Si me pongo en modo teacher puedo estar algunos días explicando el origen del entrenamiento organizacional, sus bondades, características, aplicaciones, escuelas, certificaciones, y diferencias con la consultoría, el mentoring, la asesoría, la psicología, el psicodrama, las constelaciones, el análisis transacional y un largo etc.

Pero hoy no estoy en modo profesora sino en formato freaky, el que más me gusta. Así que lo diré en una sola, breve, y sencilla frase: cuando trabajo con personas lo que hago es creer para crear. Poco más.

Recomiendo disfrutar del vídeo de Peter H. Reynolds sin hacer ninguna otra cosa. Dura dos minutos, rebosa sensibilidad, belleza y un mensaje nítido: creer para crear nuevas realidades. Vídeo: donde hay un punto... ¡hay un camino! 




lunes, 7 de abril de 2014

Equipos Multiculturales, una propuesta BetaLaB


Hay jornadas gloriosas de diez horas de trabajo en las que al terminar los piececillos flotan sobre el pavimento cinco centímetros: no estás a ras de suelo, pero tampoco tan alto que puedas caerte en algún foso imaginario. El pasado sábado fue una jornada gloriosa en el despacho de San Sebastián que comencé en solitario a las siete de la mañana y terminé acompañada por una pequeña multitud a las siete de la tarde. 

Hay experiencias, proyectos, colaboraciones y desafíos que merece la pena vivir aunque te dejes trocitos de piel por el camino: epidermis, escamas, huellas, lunares... 

Un sábado al mes -entre octubre y mayo- nos reunimos en San Sebastián un grupo de personas de todos los lugares de la geografía española -e incluso extranjera (Alemania + Irlanda)- para profundizar en el conocimiento de diversas metodologías, técnicas, enfoques, experiencias y lecturas que contribuyen a la construcción de equipos transformadores (innovadores). A este taller -que ya en un clásico en la capital guipuzcoana- le llamamos BetaLaB (laboratorio en beta) es decir "doblemente experimental" y en verdad se trata de un espacio de aprendizaje compartido por un conjunto de profesionales fabulosos algunos de los cuales aparecen en la fotografía completando un examen teórico-práctico con la finalidad de que se midan consigo mismos ¡lo único que importa!


Son encuentros muy fértiles en los que se comparte sin reservas, se vive la interdependencia, el orgullo de pertenencia, el aprecio de la diferencia, la escucha empática, la generosidad en aula y fuera de ella etc. Los propios alumnos dicen: "... BetaLab está siendo una gran joya. Sabiendo que pocas cosas en la vida son imprescindibles... este taller va a marcar un punto de inflexión en mi carrera profesional y personal..." I.L. financiero bermeano. "... He encontrado conocimientos muy valiosos en BetaLaB, además de vivir en primera persona lo que es gestar un equipo de cero a cien..." N.C. empresaria de Bilbao. "...En los encuentros de los sábados en San Sebastián he conectado con mi propia vulnerabilidad ante un equipo, aceptándome, disfrutando, y aprendiendo un montón de los compañeros y de Azucena..." M.Z. directiva de Vizcaya. "... Al formar parte del Taller Construcción de Equipos Transformadores he integrado mucho conocimiento aprendiendo a separar el grano de la paja..." H.I. manager en Barcelona."... En BetaLaB he aprendido a comprender la complejidad de dirigir equipos empresariales gestionando tanto la tarea como las relaciones interpersonales..." A.P. Francia.

A punto de terminar el curso (mayo) está abierta la matrícula para comenzar un nuevo taller en octubre 2014. Los interesados pueden ponerse directamente en contacto conmigo: azucenavega_coach@yahoo.es porque hay pocas plazas y hago selección buscando la multiculturalidad.




De vez en cuando invitamos a un experto del máximo nivel. Y el sábado -que como digo fue una jornada gloriosa- tuvimos el honor de contar con Josu Ugarte presidente de Mondragón Internacional, responsable de nueve delegaciones del grupo en Brasil, Rusia, Taiwan, India, México, China... y autor de dos libros, el último titulado: España está en crisis, el mundo no (Ediciones Deusto).

De grandes conocimientos, verbo fácil y talante seductor, Josu Ugarte hizo las delicias de los presentes compartiendo una trayectoria de 17 años como expatriado en Marruecos, Francia, Polonia e Inglaterra dirigiendo equipos multidisciplinares, multiculturales y hasta multiétnicos. Personalmente tomé siete folios de datos, notas y tendencias, ya que muchos de los directivos y empresarios que entreno están en plena internacionalización de producto y búsqueda de mercados... Los aprendizajes son tantos tendré que volcarlos en otro post. A modo de sintético mini-avance: pensando en deslocalizar hemos de tener en cuenta: los costes, la tecnología, la marca, la financiación y la diplomacia. Y dos anécdotas: el precio hora de un trabajador chino no cualificado equivale a 1,8 euros; en tanto en el País Vasco el precio hora de un trabajador no cualificado supera los 20 euros. Segunda anécdota: tras llegar de Sao Paulo (once millones de habitantes) o Shangai (catorce millones de habitantes) parece que en el País Vasco todo va a cámara lenta... ¿estaremos dormidos? Yo salí del despacho despierta aunque con menos escamas y lunares y flotando... cinco centímetros sobre el pavimento. Josu Ugarte nos dejó al filo de las siete de la tarde para acercarse al velódromo de Anoeta donde jugaba La Real.



domingo, 6 de abril de 2014

El espacio en procesos de participación


La facilitación del trabajo de un equipo a gran escala requiere algunas condiciones sin las cuales peligra la libre participación de las personas. Uno de los requisitos que puede resultar trascendente es el espacio, así como la disposición de los muebles, la posibilidad de colgar murales en las paredes, contar con abundante aire, luz, agua, fruta... Estos detalles -referidos a la pura escenografía- de un encuentro en el que se desea abordar un asunto complejo durante muchas horas (incluso varios días) son importantes ya que vengo observando que tienen una incidencia directa en los resultados.

Además, vinculo la creación de un contexto adecuado de participación a otras cuestiones propias de The Art of Hosting... De eso escribiré otro día...



En fin, el caso es que pese a haber detallado por escrito todo lo necesario para dos jornadas con un equipo de treinta directivos, de haberlo comentado oralmente, insistido, explicado y razonado... cuando llegué al lugar de trabajo -dos horas antes del comienzo- me encontré con un espacio precioso amueblado al más tradicional estilo victoriano. ¡Imposible poner en marcha dinámicas de participación, imposible colgar nada en las paredes, imposible movernos con soltura entre tanto jarrón y butaca de terciopelo!


Los cinco primeros minutos me desesperé  y me entraron ganas de llorar ¡de pura impotencia! Los siguientes pedí un vino blanco que bebí a sorbitos controlando mi desánimo, negándome a aceptar una catástrofe y buscando como una loca una solución realizable. En el minuto doce saqué del bolso el libretón que llevo para pensar y dibujar y me puse a diseñar una solución que entre varios voluntarios y yo misma conseguimos hacer realidad... La foto refleja el momento en el que dibujaba la remodelación de la sala a medio camino entre la desesperación, el vinito blanco y la activa búsqueda de una solución razonable... He de decir que finalmente ¡todo salio bien! 


viernes, 4 de abril de 2014

Oikos, la Sociedad 4.0


No sé si todos los caminos llevan a Roma, como dice el sabio refranero español. Tampoco si tras aprender el uso del martillo es cierto que ves clavos por todas partes... la cuestión es que durante los últimos meses mucho de lo que leo, pienso, escribo, recuerdo, reflexiono y comparto atraviesa la médula espinal de dos términos: consciencia y atención. 




Venía siendo habitual que ambos conceptos (y sus ramificaciones) fueran expulsados con violencia del mundo empresarial como si se tratase de un doloso herpes genital. 

Varias generaciones han considerado habitual que la consciencia y la atención fuesen expulsadas del paraíso de la política (poder) y las finanzas (economía), ejes sobre los que ha pivotado el planeta y sobre los que todavía ingentes masas de personas creen que seguirá haciéndolo. Creen...

Sin embargo, en medio del caos mundial, algunas señales esperanzadoras se alzan en el horizonte... Entre otras, la voz de Otto Scharmer,  profesor del MIT-USA y fundador del Presencing Institute

Aunque son muchas las propuestas inspiradoras que revelan las 284 página de Leading from the emerging Future (Liderando desde el futuro que emerge) hay dos términos que sustentan el hilo argumental como poderosas columnas jónicas: la consciencia y la atención como elementos esenciales en la vertebración política y económica de la Humanidad que haga posible la emergencia de un nuevo orden mundial.

Se acabó la dicotomía. El prestigio de Scharmer, su influencia y contactos internacionales, así como el poderoso y bien articulado discurso intelectual (entorno a la Teoría U), están haciendo posible que los hasta ahora expatriados del mundo empresarial (consciencia y atención) ocupen ¡precisamente! el centro de una nueva matriz liderada por ciudadanos libres (un tanto alejados de "estructuras" como el estado o la nación).

Fue Aristóteles quien habló por primera vez en la Grecia antigua de Oikos, un conjunto de bienes y personas  que priorizan el bien de todos por encima de cualquier otra consideración. 

Veinticinco siglos después, Otto Scharmer retoma la fuerza de lo colectivo frente a lo individual y propugna transitar del Ego-System al Eco-System (la sociedad 4.0) y lo plantea como la única alternativa a la actual crisis mundial. ¿Cómo hacerlo? Con consciencia y atención plena en el vivir y trabajar. ¡Ufff!! Qué alivio después de tantos años de presentar estos conceptos como incompatibles con la cordura y la profesionalidad. Por fin ¡hemos llegado!