La felicidad es colgar la ropa en el jardín de casa -cuando el sol calienta el rincón del acebo- después de haber trabajado cuatro horas en un proyecto que pondré en marcha tan pronto me desprenda de una gripe de la que no consigo desembarazarme...
Entre las siete y las once he tecleado mis ideas en el ordenador del cuartito donde a veces también pinto acuarelas y doy rienda suelta a la fluidez de mis pensamientos (si es un proyecto) y del pincel (si es una pintura).
Al llegar a las pinzas rojas he sentido como un lujo estar en casa -soleando la ropa familiar- antes de retomar el diseño de un encargo cuya finalidad última es fortalecer la capacidad de resiliencia de los trabajadores del la sanidad pública vasca.
El puzzle de la felicidad hoy para mi ha sido sencillo: tres pinzas rojas, un gramo de consciencia, cierto sentido de propósito... y una deliciosa taza de kukicha.
(*) Tras escribir este post visito el Fnac y encuentro el libro Después del éxtasis, la colada -escrito por el monje budista Jack Kornfield- que alcanza su tercera edición en La liebre de marzo. Me entra la risa y compro el ejemplar. Ya les diré qué me parece. Continuará.