miércoles, 11 de diciembre de 2024

La inevitable entropía del cambio

 

Entro y salgo de los sistemas productivos. Soy un agente de cambio y mejora. Palabras que suenan grandilocuentes. Comienzo de nuevo. Entro y salgo de las empresas con dos objetivos: primero el que marca la entidad, y después otro. ¿En qué consiste? En evitar el sufrimiento innecesario en las organizaciones. Sería honesto afirmar que se trata de una misión profesional, en realidad una obsesión cuya terquedad me sostiene en los acantilados que transito.



Doy fe de que hay mucho sufrimiento innecesario en las empresas (todos los sectores y tamaños): ¡mucho trabajo por hacer! Al principio las cosas fluyen: eres la novedad en el Comité de Dirección y muestras la cautela de los aventureros en la selva. Pero los meses mueven las hojas del calendario, los Comités de Dirección se suceden como un baile con el mismo fondo musical, y comprendes las dinámicas internas de la empresa: por dónde se mueven el poder y la influencia, los intereses contrapuestos, la diversidad de estilos de liderazgo e incluso las limitaciones de los principales directivos.

En tres o cuatro meses ya no eres la novedad en el comité ni te muestras tan prudente en tus comentarios, sino que avanzas hacia el objetivo de cambio y mejora: cumples con tu trabajo. Entonces lanzas preguntas incómodas, compartes feedback, aportas conocimiento y -reunión a reunión- empujas el sistema hacia la entropía, ese lugar que la RAE define como desorden y en verdad es una etapa evolutiva inevitable hacia otra manera de funcionar. ¿No se trataba de eso? ¿Es posible evolucionar sin que nada cambie?

Tras el desconcierto inicial -que muchos directivos digieren mal-, las nuevas dinámicas (de apariencia entrópica) generan resultados si hay una masa crítica suficiente de profesionales que entienden las bondades del cambio y están dispuestos a abrazarlo. 

Es duro sostener la fase de entropía y con frecuencia roza lo insoportable para los Ceos adictos al control, la microgestión, el pensamiento único y -en una palabra- el ordeno y mando. Si todo va razonablemente bien, a esa fase le sigue otra en la que se estabilizan los cambios, baja el miedo, sube la esperanza y asoma la alegría. 

Pasado un tiempo el Comité de Dirección puede analizar el proceso realizado y comprobar que el duro y pedregoso camino merece la pena: reuniones participativas, escucha empática, decisiones compartidas y honestidad en las conversaciones. En una palabra: los principales directivos estarán mejor preparados para afrontar el futuro de la compañía. 

Siempre supimos que el liderazgo exigía coraje, ahora comprendemos que transitar la entropía es inevitable en procesos de cambio y mejora empresarial.


jueves, 5 de diciembre de 2024

Un oteador en el Comité de Dirección

 

Los datos que maneja un Comité de Dirección son las vísceras del sistema productivo: números que revelan la realidad de la empresa en un momento dado de su historia. Cuanto más veraces y contrastados, mejor para la toma de decisiones. Cuanto más desviados o imprecisos, más peligroso para la organización. En cuestión de negocios el maquillaje de cifras hace estragos como el óxido en el hierro.

Es puro sentido común aunque no siempre aplica en las reuniones semanales, quincenales o mensuales de los primeros directivos de una compañía. Si algo tan neutro y objetivo no está claro, todo lo demás flota en la nebulosa de los bienintencionados razonamientos de los hombres y mujeres que conducen la empresa hacia el éxito o fracaso en términos de resultados.




Dado que tengo el privilegio de asistir como observadora externa a los Comités de Dirección de varias empresas, he comprobado que pocos directivos saben responder a la pregunta ¿para qué se convoca -exactamente- Comité de Dirección? ¿cuál es su objetivo principal? 

Tras unos segundos de desconcierto algunas respuestas emergen: las reuniones de los Comités de Dirección se plantean para compartir información relevante de la empresa on time (todos a la vez); también para escuchar distintos puntos de vista según las áreas del negocio y ¡para perder el tiempo! afirman los críticos de la compañía.

Los Comités de Dirección no dejan de ser reuniones de trabajo que se pueden mejorar en fondo y forma. Frente a otro tipo de reuniones los CD presentan dos características diferenciales: la primera el rango de los asistentes -puro organigrama y jerarquía- y la segunda los delicados temas que manejan: beneficios, ventas, adquisiciones, internacionalización, accidentes laborales etc. 

Con frecuencia mejorar la calidad de las reuniones de los Comités de Dirección deriva en mejores decisiones y resultados. Todo ventajas. Las reuniones tienen un antes, un durante y un después a los que se puede aplicar con éxito las metodología del francés Alain Cardon. También conviene añadir un oteador externo -lo más experimentado posible- que realice algunas aportaciones en tiempo real (mientras se despliega la reunión).

Además de guardar la confidencialidad, el observador externo realiza al menos cuatro funciones: formular preguntas incómodas que iluminan los ángulos ciegos de la compañía (riesgos potenciales), aportar conocimiento y experiencia de management, realizar feedback de reunión sugiriendo áreas de mejora y celebrar cada logro de negocio, algo que parece banal y no lo es.


domingo, 1 de diciembre de 2024

La jardinería redime de la invasión digital

 

Cuatro años después del nacimiento de mi padre (Bilbao, 1934) fue construida en el noroeste de Berlin una casa que albergaba cinco habitaciones rodeada de 700 metros cuadrados de tierra en barbecho. 

La construcción se hallaba entre el bosque de Spandaeur Forst y el lago Tegel, un entorno que semeja un bosque habitado. 

Renovada en año 2000 en la actualidad la casa mantiene los cinco dormitorios, pero también tiene un piano de cola Fazioli y cuenta con un jardín que durante años ha permitido a su dueño "redimir la invasión digital, dilatar el tiempo, conectar con las estaciones a través de la floración de las plantas y -en una palabra- disfrutar". 

Mi padre no tuvo tanta suerte: desconocía el lenguaje musical y jamás estuvo cerca de un piano de cola para disfrutar de Bach, Schumann y otros compositores alemanes. Tampoco cultivó hortensias alrededor de un estanque en el jardín, ni creo una zona rocosa con estética japonesa.



Aunque la casa berlinesa fue construida tan solo cuatro años después del nacimiento de mi padre, el último dueño del inmueble y mi progenitor muestran grandes diferencias y pequeñas similitudes. Entre las semejanzas destaco cuatro: la mirada contemplativa, la capacidad de reflexión que derivó en una inclinación profunda hacia la filosofía, su conexión a la naturaleza y su fragilidad corporal. 

Mi padre murió con tan solo 54 años: un infarto le arrancó la vida en media hora. Byung Chul Han -propietario de la casa berlinesa- vende su vivienda por razones de salud. Aunque no ha trascendido la dolencia, su fragilidad no le permite plantar nuevas semillas en el fértil barro del jardín. Por fortuna para quienes le admiramos, el filósofo y ensayista surcoreano seguirá sembrando rebeldía en sus publicaciones y abonando mentes en la Universidad de las Artes de Berlin donde imparte clases de filosofía desde hace una década.


Venta de la casa de Byung Chul Han, El País, noviembre 2024.

Un jardín para redimir al hombre digital, El País, marzo del 2019.

La sociedad del cansancio, libro publicado en castellano en 2022.

Loa a la tierra, Artículo de Byung Chul Han que sintetiza el libro que rinde homenaje a la jardinería, 2019.


jueves, 21 de noviembre de 2024

Somos una mota de polvo en el universo


¿Qué cabe esperar de un profesional que no lee, no escucha y no está en contacto con la naturaleza (ni con su cuerpo)?




Cabe esperar fragmentación entre la mente, el corazón y las manos. También ausencia de referentes históricos, culturales y sociales, es decir: chapoteo en mitad de la nada. Y -lo que quizá es más preocupante- cierta crueldad en el trato a otros que proviene de la ignorancia, irreflexión y anestesia emocional. ¡Un peligro para sí mism@ y los demás!

Leer relativiza los hechos y permite interpretarlos. Escuchar transforma la mirada única en poliédrica. Estar en contacto con el propio cuerpo incrementa la consciencia. Y conectar con la naturaleza coloca al humano en la minúscula proporción cósmica que le corresponde: pura lección de humildad.


domingo, 17 de noviembre de 2024

Disfrutar al máximo, con lo mínimo


Diógenes vivió "como un perro" dentro de una tinaja y dedicó su existencia a huir de la esclavitud inherente al materialismo. De hecho, el filósofo griego encontraba la manera de vivir cada vez con menos, huía de lo banal y desdeñaba las convenciones sociales.



Cuadro de Jean Léon Gérôme, siglo XIX


Aunque tal vez Diógenes sea el personaje más extremo, los estoicos (siglo III antes de nuestra era) pensaban que es posible alcanzar la libertad (acaso la felicidad) siendo indiferentes a la fortuna, guiándonos por la razón y mostrándonos impasibles ante los acontecimientos negativos: un sabio debía ser emocionalmente resistente a la desgracia. 

Entre las virtudes / valores que practicaban los estoicos se encontraban: los conocimientos prácticos, la templanza, justicia y el coraje. Los estoicos también se esforzaban por distinguir entre lo que depende de ti (puede ser modificado) y lo que no. Cómo dejó escrito el emperador romano Marco Aurelio en sus "Meditaciones": "... no te preocupes por aquello que no puedes controlar...". Les sorprendería descubrir la frecuencia con la que los directivos y equipos con los que trabajo demoran tiempo, esfuerzo y dinero en cuestiones por completo fuera de su alcance.
 

viernes, 15 de noviembre de 2024

Premio Booker 2024: Belleza y Activismo


Los viernes que facilito un Taller de Escritura Creativa son gozosos para mí. Nos reunimos entre ocho y once personas en una acogedora sala donde escribimos sobre un tema y sometemos los relatos a las opiniones de los demás: genuina curiosidad y aportaciones. También comentamos libros, leemos sugerencias de escritores consagrados y nutrimos el alma, tan sedienta...

Aunque desde el primer día mostraron un gran respeto por los demás, según avanzan los encuentros cada persona está más presente en la sala y ha mejorado la calidad de la escucha.

Es curioso porque la mejora de la presencia plena y de la escucha son dos competencias de liderazgo que entreno en el ámbito empresarial y, sin embargo, también acontecen en el Taller de Escritura Creativa. Interesante. Diríase que todos los caminos llevan al mismo destino...



Un Taller de Escritura Creativa es pura experimentación. Si está vivo, late al ritmo de sus participantes: alguien presenta un proyecto literario en fase inicial, alguien sugiere cómo diseñarlo, alguien se ofrece a leer textos ajenos y ofrecer feedback, alguien trae unos versos de Machado y alguien recuerda que esta semana se ha fallado en Londres el Premio Booker 2024.




Fundado en el año 1969, el Premio Booker está considerado el más prestigioso en lengua inglesa y tiene fama de transformar las carreras de los escritores. Este año Samantha Harvey se ha llevado la estatuilla (y los 64.000 dólares de dotación del premio) por su novela "Orbital" ambientada en una estación espacial en la que los cosmonautas dan vueltas alrededor de la tierra y observan 16 amaneceres y 16 puestas de sol. La verdadera protagonista es la tierra cuya frágil belleza cautiva a los astronautas. 

"Orbital" es una de las obras ganadoras más breves del Premio Booker (136 páginas). El jurado ha descrito la escritura de Samantha Harvey como cristalina y de gran amplitud. ¡Dará mucho juego en nuestro Taller de Escritura Creativa!


Artículo Los Ángeles Times...

Artículo The New York Times...

viernes, 1 de noviembre de 2024

Picaresca en la fábrica: historia de un caso real

 

Durante un año entrené al equipo de producción de una empresa integrada en una corporación vasca (nacida en el año 1958) que engloba a un centenar de cooperativas cuyo estilo de gestión es conocido por su marcado sesgo social. Cuando llegué a la fábrica navarra algunas cosas estaban cambiando, yo diría que de una manera abrupta, radical. 

Desde el año 2019 las empresas están obligadas a llevar un registro horario en el que consten los momentos de entrada y salida de los trabajadores. La documentación hay que guardarla durante cuatro años y ha de estar disponible para que los inspectores puedan revisar, por ejemplo, si los empleados hacen más de 80 horas extras al año. 

Detrás de los registros horarios está la búsqueda de la productividad, parámetro que España suspende reiteradamente y que tampoco ha mejorado desde el 2019. La normativa también buscaba frenar el exceso de horas extraordinarias no compensadas: cinco años después no han disminuido. Además los registros horarios están llenos de irregularidades y las sanciones de los inspectores (cuando se producen) son simbólicas cuantitativa y cualitativamente. 




Quien hizo la ley hizo la trampa -solía decir mi abuela-. La picaresca entorno a la regulación horaria está llena de disfunciones tanto por defecto como por exceso. Por ejemplo, en la empresa navarra había que registrar la entrada y la salida del cuarto de baño. Sí, créanme, como lo cuento. La primera vez que tuve que pasar el identificador de fábrica para que se abrieran las puertas del lavabo pensé que estaba viviendo una pesadilla: no podía creerlo...



Toda normativa presenta holgura. Toda empresa interpreta las leyes a su conveniencia. Todo trabajador hace de su capa un sayo y así seguimos suspendiendo en productividad, en exceso de horas extras no compensadas y en un sistema disfuncional. ¿La solución? Responsabilidad del trabajador para cumplir con el horario establecido, responsabilidad del empresario para compensar toda hora extraordinaria, y responsabilidad del estado de tutelar el cumplimiento de la norma. Un dato que quizá no sea aleatorio: Alemania tiene 6.000 inspectores especializados en registros horarios, España un tercio: 2.000.


Artículo relacionado en El País. Tiempo de Lectura: 6 minutos.