martes, 31 de mayo de 2022

Proyectos y Rentabilidad: Binomio Inseparable


Ya están aquí las mariposas. El viernes (3 junio 2022) tendré el primer encuentro de trabajo con un directivo vasco expatriado en Chile. Aunque será el proceso número 553 de mi trayectoria profesional (y las mariposas iniciales ya pasaron a la historia) han nacido otras. 

El director general que entrenaré comparte nombre con un conocido sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX y a mi mente le gusta fantasear con el perfil que encontraré. 

Como es habitual, la empresa ya ha depositado sobre mi mesa algunos datos: carácter típicamente vasco -que sin caer en el tópico marca impronta- unido al tesón de un conseguidor: encontró la planta productiva en pérdidas y en dos años la ha llevado a ganancias. ¡Grande!


Sénior y Júnior, enfoque complementario


El director general está entorno a los cincuenta años así que encarna el segmento "baby boomer": profesionales séniors muy centrados en el profit, ese término inglés que escuché por primera vez a un Ceo de Voith, multinacional alemana en la que trabajé.

Aunque el puro sentido común sugiere que los profesionales han de tener en cuenta los beneficios de los proyectos para asegurar la viabilidad empresarial, no siempre es así. 

La semana pasada tuve un entrenamiento express con un ingeniero encargado de supervisar el diseño de un proyecto de infraestructuras en Santa Lucía (México). Analizando el planning había descubierto que la proporción de profesionales industriales / no industriales era de 1 / 3: por cada trabajador industrial, se habían planificado tres de estructura (soporte)... No hace falta tener un doctorado en management para intuir que un proyecto trazado con esas proporciones es de dudosa rentabilidad...


Proyectos y Rentabilidad
El binomio inseparable


Después de la sesión me quedé pensando en el dilema: el equipo de diseño está  configurado por profesionales júnior (treinta años de media) que quizá no otorgan relevancia a los resultados económicos... o los responsables sénior del proyecto no han sabido poner el acento en el profit, o los alevines confían en exceso en la musculatura financiera de la empresa, o no está entre sus prioridades o -sencillamente- es pura falta de responsabilidad... Sea como fuere, creo que los profesionales sénior de las compañías han de enseñar y consolidar el presente y los júnior han de aprender y sembrar el futuro en un ejercicio de complementariedad en el que ser rentables ha de estar siempre en la ecuación.


domingo, 22 de mayo de 2022

¿Qué te llevará a la cima profesional?

 

Hay actitudes, tácticas y comportamientos que llevan a la cima profesional: funcionan como atajos. Del mismo modo hay hábitos y comportamientos que anclan a los profesionales en posiciones intermedias: funcionan como desvíos. 



Aunque hablar de sesgo (masculino el atajo y femenino el desvió) pudiera ser atractivo, fácil y popular, mi reflexión es otra. 

Creo que hay profesionales que operan con ambos estilos en los dos géneros. Merece la pena descubrir cuál es el nuestro porque de ello depende el desarrollo profesional. Por ejemplo, hay personas que dedican tiempo de su jornada a cambiar el filtro de la cafetera comunitaria, apoyar a los miembros más vulnerables del equipo, enseñar, pulir las hojas excel y -en general- a realizar un conjunto de tareas imprescindibles (alguien ha de hacerlas) que, sin embargo, no llevan a la cima. Es lo que se conoce como "non promotable work". 

Bien sea por educación, entorno social o carácter, es cierto que encuentro más mujeres que hombres que encarnan este perfil -y eso en parte explica que alcancen menos posiciones de poder / status/ influencia en las empresas- pero también hay hombres que encarnan ese modelo y se ven igualmente afectados por el estancamiento de su carrera profesional.

Aunque ya en el año 2010 cuatro académicas de Pittsburgh (Pensilvania) quedaron en un restaurante para compartir el exceso de tareas extras que acumulaban y crearon el "Club que dice No", el debate se reaviva con la publicación (en inglés) del libro homónimo.



Dada mi ya larga experiencia profesional con hombres y mujeres de casi todos los sectores en empresas de todos los tamaños y fórmulas societarias insisto en que el fenómeno alcanza también a los varones ya que hay más factores que añadir a la coctelera como son: el entrenamiento en asertividad, la capacidad de priorizar las tareas que "puntúan", el enfoque a resultados individuales, la cultura organizacional (en un modelo genuinamente humanista se produce la espontánea rotación de tareas no puntuables) etc. 

Desglosemos algunos aspectos. La asertividad, también conocida como expresión de una sana autoestima, propicia que podamos informar sin perjudicarnos de aquello que no queremos hacer porque no es adecuado para nosotros debido a nuestra lista de prioridades, roles y funciones, cargo, descripción de puesto etc. La asertividad se aprende y entrena.

El enfoque a resultados individuales exige tener claras las metas profesionales e ir a por ellas con férrea disciplina lo que en ocasiones exige dejar de lado el filtro de la cafetera.

Finalmente hay un asunto espinoso en casi todo lo que tiene que ver con las personas en el marco laboral: hay quien vive exclusivamente para el "yo" y quien vive para el "nosotros". Este es un tema trascendente que excede el alcance de este post y que está en casi todos los dilemas empresariales.



miércoles, 18 de mayo de 2022

Plan de Carrera... ¿Y de lo mío qué?

 

No todos los profesionales planifican de igual manera su carrera. De hecho, algunos de los mejores no piensan en sí mismos: se vuelcan por completo en sacar adelante los proyectos, liderar los equipos y aportar valor a la compañía. Nada más (y nada menos).

Siendo cierto que en la variedad (de planteamientos existenciales y laborales) está la belleza humana, observo que con frecuencia aquellos que planifican sus carreras profesionales alcanzan mejores posiciones. -Quizá sea cierto aquello de que "ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige" por lo que en algún momento del proceso de entrenamiento planteo la cuestión de la carrera profesional que muchos imaginan como una escalera...-.




El diseño de una carrera profesional tiene que ver con muchos factores: el carácter, el entorno social, los valores, las creencias y -de manera relevante- la generación a la que perteneces: lo que motivará a un baby boomer (alguien nacido entre 1945 y 1966) no lo hará a alguien que pertenece a la generación X (1967 / 1979) Generación Y (1980 / 1993) o Generación Z (1994 / 2002). Pongamos un ejemplo: lo que alguien con 62 años entenderá como un apetecible escalón en su carrera profesional (ser director general de una compañía) puede ser del todo irrelevante (incluso provocar rechazo) en un profesional de 28 años. Y lo que motivará a un profesional de la Generación Z (salir a las cinco de la tarde, librar todos los fines de semana y festivos y trabajar desde casa tres días a la semana sin rendir cuentas a nadie) le parecerá una sosez a un baby boomer. (Ver páginas 220 a 225 del libro KnowMads de Raquel Roca).

Escribo inmediatamente después de una sesión mantenida esta mañana con un directivo vasco expatriado en Australia muy inquieto con la planificación de su carrera profesional (próximos pasos en el ascenso al Olimpo). Hemos reflexionado sobre su momento biológico y familiar, carácter, nivel de ambición económica y de estatus, conocimientos, experiencia, resiliencia a la incertidumbre etc. y se ha llevado de tarea imaginar cómo quisiera que fuera el próximo escalón de su trayectoria profesional. Por mi parte le he puesto un poco de sal y pimienta recordando que a veces los dioses nos castigan concediéndonos lo que les pedimos...  Continuará.


domingo, 15 de mayo de 2022

Letrados en los Comités de Dirección. Tendencia

 

Durante una década tuve dos mentores: uno era franciscano y el otro un profesional que ejercía lo que ahora se denomina interim management en varias empresas guipuzcoanas. Curiosamente eran amigos desde la infancia y de vez en cuando comíamos juntos los tres hasta que el etílico alcanzaba el nivel que impedía conducir y entonces yo me retiraba.

Los dos sabían mucho de empresa y era una gozada debatir cualquier tema entre manteles si bien yo dirigía mis preguntas filosófico-éticas al franciscano y las económico-financieras al otro. Llegamos a tener tal grado de complicidad que un día terminaron por decirme que cambiásemos el rol porque yo sabía más que ellos. Por supuesto era un efecto secundario del alcohol, pero desde aquel día lo repitieron tanto que parecían pensarlo de verdad.





Uno de los temas que más me perturbó fue cuando en una ocasión le pregunté al franciscano cuáles eran los alcances de la ética en el marco empresarial (daba clases de psicología social y del trabajo y se había especializado en la investigación de los equipos en las organizaciones productivas). Me perturbó su respuesta carente de matices cuando me dijo que los dilemas éticos en la empresa se limitan a la legalidad. Tras un debate que duró más de dos horas en la cafetería del Hotel de Londres (San Sebastián) mientras el mar agitaba espuma en la bahía, me sentí frustrada y comencé a pensar que quizá había llegado el momento de cambiar de mentores.

Veinte años después -según avanzo en experiencia profesional- adquiere aún mayor sentido aquella vieja pregunta que le hice al franciscano: ¿cuáles son los alcances de la ética en el marco empresarial? Al igual que antaño entiendo que la legalidad es un enfoque minimalista que ha de estar en la base de los comportamientos, las negociaciones y los contratos, pero que la ética es de índole superior porque algo puede ser legal y no ser justo; puede ser legal e inhumano; legal e inapropiado e incluso legal y ruinoso... 



En los últimos años los comités de dirección se están llenando de abogados -diríase que es una tendencia- especialmente si la empresa realiza proyectos internacionales. Puedo entender la complejidad de los contratos desde la fase de oferta, la diversidad de normas tributarias para los expatriados, la variedad de penalizaciones que establecen los clientes y un largo etc. que hace necesaria la presencia de los letrados en todas las salsas. Ahora bien, el peso de las opiniones de los abogados en temas de negocio es tan relevante que en ocasiones me parece que estamos "judicializando" la vida (y las empresas) en detrimento de otros enfoques que yo vinculo a la ética y que (acaso) tengan que ver con el buen funcionamiento de   las organizaciones...  Finalmente, cuando observo en acción a los abogados empresariales me acuerdo del obrero del chiste que poseyendo un martillo solo veía clavos... clavos por todas partes... Textos relacionados, de reciente publicación:  Artículo  +  Artículo


viernes, 13 de mayo de 2022

Honorabilidad o la lección de la encina

 

Hubo un tiempo en el que las encinas cubrían el 80% de la Península Ibérica por lo que el insigne burgalés Félix Rodríguez De la Fuente llegó a sugerir que en el escudo de España debiera figurar una encina -llamada quercus por los expertos-.  

En los últimos meses me he acostumbrado a rozar las encinas con manos y mochila y a cobijarme bajo su sombra para tomar el bocadillo. Digamos que acompañan el descubrimiento de viejos senderos y de bellas historias. La zona por la que me muevo es conocida como Las Merindades, un área que descubrí en la niñez.




En el entorno de Ojo Guareña (monumento natural y complejo kárstico) hay una encina sabia (en la fotografía) que durante décadas fue testigo de los tratos de los hombres. La encina -como árbol sagrado de los celtas- daba fe de los acuerdos verbales cuya firmeza se asumía con el mismo rigor que la ley. 

Encuentro enorme belleza en la escena: cada piedra era ocupada por un pasiego que representaba los intereses de su pueblo y hacía oír su voz con la templanza que otorgan la azada y el machete. Bajo el quercus el diálogo se prolongaba durante horas hasta alcanzar acuerdos, tratos o decisiones cuyo único aval era el respeto a la palabra dada (honorabilidad).

Visito hoy el entorno mágico de Sotoscueva donde se encuentra la encina sabia y me pregunto qué ha pasado con los hombres que en el 2022 son incapaces de solventar con armonía sus asuntos no ya bajo el quercus sino en los órganos de gobernanza que rigen los destinos de países, gobiernos y empresas...



Tomando el quercus como punto de referencia me siento en una de las piedras, justo encima de las cuevas de Ojo Guareña y justo debajo de la sombra de la encina. Allí permanezco acariciando la pregunta que no alcanzo a contestar: ¿qué ha pasado con los hombres que se muestran incapaces de solventar civilizadamente sus asuntos en ausencia de un notario, un juez, un abogado, un testaferro? Y -por lo que se refiere a mi ámbito laboral-: ¿qué ha pasado en los órganos de gobernanza de las empresas para olvidar el sagrado principio del honor, el respeto a la palabra dada y la negociación creativa de intereses (en la que genuinamente se busca que todos ganen)? Diríase que involucionamos... Me quedo con el tiempo de la encina. Tiempo bello. Tiempo lento.