Trabajo en algunos comités de dirección. Lo vivo como un lujo porque aprendo las peculiaridades de cada negocio, cultura empresarial y variopintos estilos de liderazgo. Quiero pensar que a cambio aporto mi granito de arena en la mejora del proceso de las reuniones y que algunas de mis propuestas orillan riesgos y crean oportunidades para las compañías que depositan su confianza en mí.
La privilegiada posición de observadora (no sometida a nómina) me otorga un muestreo de primera mano sobre lo que acontece en multinacionales, empresas familiares grandes y pequeñas, e incluso en alguna start up. Sin duda mi visión está sesgada por el tamaño de la muestra. Ahora bien... ¿Qué ocurre en las tripas de las organizaciones? ¿Qué puedo compartir que sea interesante sin desvelar la obligada y bella confidencialidad?
Tomaré solo un sesgo, un trazo del asunto: la edad de las personas, y analizaré -bajo el contraste de los datos- lo que podemos entender como una paradoja.
Los presidentes de algunas compañías en las que trabajo superan los setenta años, algo habitual si analizamos la composición de los órganos de gobierno de las 35 compañías que componen el selectivo bursátil Ibex 35. Tras una mañana de trabajo es frecuente que comamos juntos o que coincidamos en la cafetería y crucemos algunas frases. Los observo de cerca: tienen más de setenta años, cierto conocimiento, mucha experiencia y casi ilimitado poder e influencia en el negocio.
Esas mismas personas aprueban planes de jubilación anticipada de directivos de cincuenta años que también tienen cierto conocimiento, mucha experiencia y -de un tiempo a esta parte- poco poder e influencia en el negocio.
Bajo el pretexto de su torpe manejo digital se esconde la razón de sus despidos: los salarios de muchos directivos de cincuenta años son altos y fueron pactados en un contexto donde su nómina y privilegios eran vistos como una "inversión". En 2019 esos cualificados profesionales -que han traído a las compañías hasta el hoy- son personajes devaluados cuya nómina se analiza como un "sobrecoste" del que hay que prescindir.
De inversión a coste, el cambio conceptual del salario directivo
impacta de manera relevante en las pre-jubilaciones.
La realidad viene mostrando que son sustituidos por alevines cuyo salario es un 40% inferior al del directivo saliente. Brutal. Lo sé. Y, sin embargo, se trata de la foto de lo que acontece. En el caso de no pertenecer a las élites que retrato (que pactan condiciones especiales de salida) la situación se torna dramática. Por tomar un dato de la última estadística del Ministerio de Trabajo y la OCDE: el paro de larga duración ha subido en España un 11,46 desde el año 2015 en los mayores de cincuenta años despedidos. Y creciendo...
Tengo más de cincuenta años, sigo a pie de obra y no pienso jubilarme porque "mi trabajo me permite envejecer con dignidad". La frase es de Concha Velasco (80 años, actriz, en activo) pero la suscribo en plenitud.
Profesionales senior altamente cualificados son expulsados del mercado laboral. Artículo completo de El País pinchando aquí.