lunes, 31 de mayo de 2010

Contrastes

He tomado un cortado con un hombre que lleva los brazos tatuados desde la parte inferior del hombro hasta la muñeca. En una céntrica terraza-cafetería de Vitoria hemos compartido mi merienda (un bol de cerezas) y hemos charlado de lo divino y lo humano. Me ha enseñado fotografías de su hijo (en el móvil) y de su novia (en el móvil). Hemos compartido veinte minutos y después me ha mostrado su Harley Davidson con la que realiza muchos kilómetros cada fin de semana en busca de cariño. ¡Ah! he olvidado contarles que este hombretón rudo tiene los ojos de un niño y que -cuando sonríe- su barba huele a inocencia. Quizá por ello dice haber sufrido mucho de amores. Quizá por ello se agarra a una relación que le atormenta tanto como le apasiona y a la que mima como a una princesa. Hasta el punto... de que me ha preguntado si me parece correcto gastar ochocientos euros en un fin de semana en Cadaqués. ¿Correcto? Quién soy yo para encarnar al Oráculo de Delfos ¡Dios me libre! Le he comentado que yo con un periódico, un paseo, un cortadito, unas cerezas, una conversación interesante y poco más soy muy feliz... ¿de once? me ha preguntado él que sabe que siempre le pido cuantifique su satisfacción, hartazgo o lo que fuere... Bueno -le he contestado yo- de diez, por ejemplo, el pasado fin de semana en Zaragoza a pesar de haber trabajado algo más de diez horas. Es un hombre capaz de ganar más de seis mil euros al mes con la cascarilla, algo de cuya existencia yo no sabía hasta conocerle. Se trata de las virutas de la chatarra y -por lo que me cuenta- es de alta rentabilidad. Entre risas le he comentado -mientras miraba de soslayo sus tatuajes- que muchos de mis gerentes quisieran ganar esa cantidad por sus sesudos desvelos con la cuenta de explotación. No me ha creído, se ha quitado importancia, ha mirado para otro lado y se ha comido la última cereza. Mucho más tarde me he acordado de aquel libro Dios vuelve en una Harley...

sábado, 29 de mayo de 2010

Coaching en Aragón

De Zaragoza... ¡al charco! Vengo de allí conduciendo custodiada por un oleaje de amapolas. Al fondo, los incansables molinos de viento. Me sonríe el bello Reino de Aragón donde he pasado dos jornadas compartiendo muchas piezas y un equipo (ver escultura de la calle Sagasta, en el centro de la capital).

Atrás dejo la Almunia, Épila, Tudela, el valle de Leizarán y me aproximo a casa con la ilusión de visionar las fotografías de los tres equipos que durante unas horas se han centrado en aprender, enseñar, compartir, pensar, reír, leer y sembrar semillas para la creación de una empresa de Coaching que se convierta en referente del sector aragonés.

Ciertamente conviene marcarse unas coordenadas, unos puntos de referencia (ver fotografía del Ebro a su paso por Zaragoza) a través de los libros, las personas y los profesionales por los que nos sintamos intuitivamente atraídos. Estos tótems en la corriente del Ebro, la corriente de la vida que -a veces- intenta arrastrarnos con virulencia, nos mantienen orientados hacia lo que importa: el ser, el alma. Con la metáfora del río me refiero a los profesionales que encarnan realidades inspiradoras que después tenemos el derecho de olvidar (en todo o en parte) para crear nuestro propio estilo.

Convives unos días con Sir John Whitmore y te impregnas de un halo aristócrata-sabio-espiritual que ningún libro o curso puede del todo transmitir. Escuchas unas horas a Alain Cardon y -aún cuando no conectes con él- te centras en los resultados como indicador de la eficacia y, desde luego, aprendes puntualidad como síntoma de respeto. Participas en grupos de trabajo con Robert Dilts y conectas con la amabilidad de quien maneja la programación neurolinguística como un arte fluído y natural. Das un paseo con Rafael Echevarría -lenta, sosegadamente- y jamás olvidas la conveniencia de escuchar "el bien en el otro". Organizas una conferencia de Xesco Espar y te quedas impregnada de su humildad, sentido del humor, y ganas de convertirte en la clase de persona que hace que las cosas ocurran. Todos ellos han estado estos días conmigo en Zaragoza porque son parte de mi background junto con la bibliografía que recomiendo, mis conocimientos y estilo de experimentada entrenadora.

Llego a San Sebastián: veinte grados (ocho menos que en Zaragoza), y el cielo lleno de algodón (quizá mañana llueva). Tengo hambre porque han pasado casi siete horas desde mi deliciosa comida en el restaurante Bilbilis. Deshago la maleta, repaso los materiales compartidos, el generoso feedback de los alumnos: puntúan por encima de nueve sobre diez. Sonrío agradecida a la vida, al Ebro, al algodonoso cielo, a las muchas piezas de un gran equipo (ellos) y me voy a dormir. Mañana será otro día.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Tres en Uno

Casi todo acto humano implica -de una u otra manera- un gesto de comunicación: desde la intrincada solución a un conflicto laboral, pasando por una discusión de pareja, el diseño de una visión empresarial, la expresión de contento de un equipo ganador, o el dolor por la muerte de un ser querido.

Los gestos -asegura a Universidad de Yale- representan el 55% de la comunicación. El tono alcanza el 38% en tanto que la pura expresión verbal "sólo" puntúa en un 7%. Sorprendente. Muy sorprendente ¿no les parece?

Si le damos una segunda oportunidad a estos datos curiosos entenderemos por qué una persona nos cae mal antes de hablar con ella (sus gestos), y por qué alguien nos parece apasionante tras una conversación telefónica de... dos minutos (su tono). Con un mínimo contenido verbal, en el segundo caso.

Por otro lado, comunicación es lo que el otro entiende -aseguran los semiólogos-. Se acabaron las pamplinas de mis gerentes quienes con monotonía se quejan de que los subordinados "no les prestan atención, no les escuchan y, en definitiva, no les entienden". La cuestión es que no se explican por lo que el sujeto de mejora son ellos mismos y no los otros.

Por último -y no por ello menos interesante- me gusta una afirmación del sabio anciano Rafael Echevarría para quien la comunicación ha de practicarse/entrenarse/mejorarse de continuo en tres dimensiones: comunicación con uno mismo, con los otros y con lo trascendente (entiéndase Dios/ la bondad/ solidaridad...). ¿Cómo anda usted de comunicación intra-personal, inter-personal y trascendente?

viernes, 21 de mayo de 2010

Un mundo en tecnicolor

Comencemos por lo evidente:
el mundo se despieza como un informe rompecabezas.

Asustadas, las empresas corren y se alejan del impacto de la bomba financiera como aquella niña japonesa que en 1972 corría desnuda hacia la nada mientras huía de la explosión de Vietman. En este caos de pánico y desconcierto, se resquebrajan los cimientos de las certezas que hasta ahora regían las aulas de las escuelas de negocios, las salas de los comités de dirección, y las reuniones de los sesudos consejeros delegados.

Así las cosas, algunos intuímos que bajo el rompecabezas financiero se esconde la ausencia de ética y acaso -digámoslo claramente- la pérdida de conciencia en el vivir, actuar y producir.

Acosados por la cuenta de resultados, los empresarios buscan soluciones y atajos que inyecten velocidad a un sistema ralentizado por la brutal caída de pedidos de productos y servicios. Rodeados de asesores, consultores y expertos, los empresarios comienzan a mover piezas del puzzle que otrora funcionó con la perfección de un reloj suizo y que ahora retrasa quince de cada sesenta minutos. Con la mejor intención, en la búsqueda de celeridad y soluciones se realizan drásticos cambios que arrancan de cuajo los pilares de las organizaciones, para injertar sistemas, procesos, personas y metodologías nuevas de probado resultado en las aulas, tésis doctorales o -en el mejor de los casos- en algunas empresas de algún remoto lugar de otro continente. Entiéndanme, pertenezco a varios grupos de trabajo de Innobasque -la agencia vasca de innovación-, apuesto por la sociedad del conocimiento y por los cambios... Ahora bien, desde el sentido común y el equilibrio.

Es frecuente observar en las empresas vascas (familiares en un noventa por ciento) que la apuesta por lo nuevo sepulta lo mejor de lo antiguo cuando quizá (llevando al extremo de lo abstracto el concepto win-win de Covey) debiéramos ser capaces de ganar-ganar o de sumar-sumar lo mejor del pasado con lo mejor del futuro. Al fin y al cabo, el presente se ha construido sobre las bases de un ayer en el que las personas hicieron las cosas lo mejor que pudieron con su talento, herramientas y maquinaría. Borrar de un plumazo y sin tiento todo ese bagaje me parece una frivolidad, acaso un snobismo. Sugiero separar el grano de la paja con primor mientras implementamos la vanguardia de la ciencia en todas sus manifestaciones. ¿Qué sentido/placer o utilidad tiene cargarse lo anterior sin respeto por logros y claves del ayer?

¿Y las personas? Más que nunca se habla de personas y de "nuevos estilos de relaciones" cuando (en mi opinión) es algo que se hacía bien de manera natural en muchas pequeñas empresas vascas -e incluso en algunas grandes- y que parece hemos olvidado. ¿Dónde queda el instinto del empresario de raza, el olfato emprendedor, dónde están los buscadores de oportunidades?

Pienso que en Euskadi no todo fue negro en el ayer empresarial. Como no todo es blanco en el hoy de las vanguardias. Ni blanco, ni negro. ¡Por favor construyamos un mundo en tecnicolor! Entre todos, podemos. ¡Sumando!

domingo, 16 de mayo de 2010

Entrevista a un amigo

El día que tuve el primer atisbo del hecho que supone percibir la conexión entre el cuerpo humano y el cuerpo social en las empresas, no pude dormir. Fue como una tromba de agua cayendo por sorpresa sobre mi cabeza. Luego, sin embargo, al desarrollar la idea, fui incorporando percepciones que ya había tenido mucho antes. Más tarde, al ir escribiendo el libro, experimenté en propia carne que todo lo que iba sucediendo que no era otra cosa que ese baile de acontecimientos internos y externos de los que hablaba al principio. La música de la vida sonando a través de mí...


Mi amigo Gabriel Gutiérrez acaba de publicar La Empresa y los 5 elementos. Medicina China y Management Holístico editado por Almuzara con prólogo del profesor Javier Fernández Aguado. Gabriel es un tesoro para quienes le conocemos porque nos mantiene informados de todo lo que se publica que tenga que ver con nuestros intereses profesionales y vitales. Personalmente le estoy muy agradecida por algunas “contras” de la Vanguardia en las que he leído fantásticas entrevistas que me han descubierto personajes, investigaciones y libros apasionantes como el suyo. En mitad de la vorágine de promoción, Gabriel nos ha priorizado contestando en primicia algunas preguntas para los lectores del blog…


¿Quién es Gabriel Gutiérrez?

Mi nombre completo es Jesús Gabriel Gutiérrez, aunque mis próximos me llaman Gabriel. Incluso firmo tan sólo con Gabriel y sin rúbrica, y me quedo la mar de ancho. Acabo de cumplir 52 años. Me considero un observador de la vida. Participo en todo mediante la observación y la autoobservación. Ello me lleva a darme cuenta de cómo las personas participamos en la vida como si estuviéramos en un baile. La música de los acontecimientos es armonía trascendente, y los acontecimientos son como las notas en el pentagrama. Con ello quiero decir que todo es una geometría armoniosa. Captar este hecho simplifica mucho las cosas y facilita la percepción del sentido que tienen las cosas.


¿Qué es La empresa y los cinco elementos?

Es un libro en el que expreso una vía de comprensión del mundo y, más concretamente, de las organizaciones en las que participamos. El principio del que parte es que todos somos una empresa. Nuestra vida personal lo es. También lo es nuestro cuerpo, que funciona con criterios empresariales pues busca el bienestar, el equilibrio y la economía de sus procesos. Desde este punto de vista, la enfermedad puede ser entendida como una ruptura de esta economía o como una forma que el cuerpo tiene de pedir un cambio de mentalidad. Si esto lo aplicamos a la sociedad o a las empresas, nos encontramos con que la crisis nos está haciendo tomar conciencia de la enfermedad que el sistema ha estado incubando. El libro toma como base el conocimiento de la filosofía china de los 5 elementos, en los que cada uno de ellos rige una función, una emoción, una forma de pensar, un sistema de órganos en el cuerpo y sus correlatos en el ámbito empresarial y organizacional. Dicho de otro modo: las organizaciones en las que participamos también tienen sistema hepático, renal, pulmonar, etcétera.


Una de las ideas que expreso en el libro es que las mismas estructuras de carácter que están asociadas a cada sistema de órganos se encuentran por igual en el cuerpo humano y en las empresas. Estos sistemas se comunican a través de meridianos o wifis neuronales dando lugar a curiosas resonancias. Ello podría explicar cómo las excelencias o las patologías pueden entrar en resonancia y proliferar en las organizaciones afectando positiva o negativamente en las personas.


¿Qué atractivo tiene para el lector?

Hay dos tipos de lectores a los que interesará el libro. Por un lado, están las personas vinculadas a temas de economía, empresa, formación, coaching, headhunting, prospectiva, pedagogía y psicología, pues les va a brindar un enfoque que hará que sus tareas sean más productivas y profundas. Interesará también a aquellas otras personas que sienten atracción por temas relacionados con inteligencia emocional, estímulo y aprovechamiento del talento, desarrollo personal, liderazgo, pensamiento sistémico, tangencial y creativo, pues la percepción de la filosofía de los 5 elementos es muy integradora. También interesará a historiadores, sociólogos, politólogos y periodistas, ya que les facilitará la comprensión de los acontecimientos y de las implicaciones que éstos tienen sobre el alma y el cuerpo social. Y también interesará a personas cuyo interés tenga relación con el ámbito terapéutico y que cultiven enfoques holísticos en temas de salud y enfermedad, pues en el libro encontrarán herramientas para poder entender cómo el cuerpo humano es un modelo que se puede percibir en la fisiología de las organizaciones sociales.


¿Qué hallará en sus páginas exactamente?

En la primera parte del libro ofrezco una percepción que enlaza el pensamiento sistémico occidental con el pensamiento oriental. La segunda parte está dedicada a establecer puentes metafóricos con los que describo el funcionamiento de una organización como si se tratara del cuerpo humano –y viceversa-, todo ello tomando como recurso fundamental la filosofía de los 5 elementos. La tercera parte está dirigida a favorecer su aplicación práctica tanto en el ámbito privado personal como en la procura de una mejora en el funcionamiento de las empresas.


Salgo ahora mismo a comprar un ejemplar al Fnac de San Sebastián porque Gabriel está en Barcelona y cuando nos veamos quiero haber leído su libro, pedirle una dedicatoria, y darnos un buen abrazo con los cinco elementos como testigos.

El Bonsai Interior

Desde hace algún tiempo crezco mucho... ¡a lo ancho! je je. Disculpen si comienzo el post de manera irreverente: hoy me siento a rebosar de energía como un amanecer, una cascada, una estrella fugaz.
La cuestión es que unos amigos me preguntan qué hago para crecer internamente. En primer lugar, no sé qué les conduce a pensar que yo crezco internamente (o que al menos lo intento). Y en segundo lugar, quizá se trate de preservar la sagrada "perla espiritual" con la que nacemos más que de dimensionar no se sabe qué. Soy partidaria de cuidar el estado primigenio del ser, más que hacer algo específico por alcanzar el nirvana. Me explicaré. Sigan conmigo, por favor.

El caso es que insisten en que comparta lo que hago para crecer internamente y algunas de las respuestas que se me ocurre pertenecen a la categoría de lo que mi abuela denominaba "simple como un corcho". Vale, no se desesperen, pondré al asunto una pincelada exótico-intelectual: también podemos llamarlo kaizen -o economía de recursos- siguiendo a mi amigo Javier Carril, practicante convencido del zen y autor un libro estupendo que les recomiendo.

El kaizen es una metodología de origen japonés, popularizada por los norteamericanos en la segunda guerra mundial. Se trata de implementar pequeños cambios permanentes de mejora en los sistemas, más que de realizar drásticas modificaciones y está basado en tres valores: la sencillez, la humildad y la constancia.

Por economía de recursos entiendo conseguir lo máximo con lo mínimo. Un ejemplo cuya rotundidad resulta para mi irrebatible es mi siesta de los sábados: un tiempo suspendido en la oscuridad que me dedico a mí misma sin nada que hacer, pensar, decidir o aprender: sólo yo, descansando en la reparadora cama de cerezo. Este hábito (al que me obligo) produce algunas de mis mejores decisiones cuando me despierto centrada, serena, a salvo de la frenética actividad a la que me someto entre semana. Este pequeño gesto de coste casi cero (invierto en ello unos noventa minutos) me impulsa hacia la naturaleza -con fuerzas renovadas- a planchar con deleite la colada familiar, a reparar un zapato, a preparar un proyecto complejo, a cambiar de maceta algunas plantas y a podar otras. La siesta kaizen me permite recuperar mi equilibrio, volver al eje central del ser, reconectar con esa parte serena y sagrada que somos todos cuando escuchamos el silencio.

Pequeños objetivos, pequeñas preguntas, pensamientos pequeños y detalles que culminan en grandes logros. Algunos festivos por la mañana me gusta madrugar y paseo por la orilla del mar cuando el sol sonríe tras el horizonte. Sólo se escuchan las olas y las gaviotas, y en su compañía es fácil inclinarse a pensar que existe un buen Dios que conoce las instrucciones de uso (el manual de supervivencia) de este enloquecido mundo aunque -a ratos- parezca que se olvida de nosotros. Después cojo mi bicicleta y pedaleo hasta la Avenida de la Libertad (cuyo nombre inspira) y miro a la izquierda: al fondo la vetusta iglesia de Santa María donde a las nueve voltean las campanas, a la derecha la renovada catedral del Buen Pastor donde a las nueve también voltean las campanas. Alguien cree en la trascendencia y eso alimenta en mí algunos gramos de esperanza.

A veces robo tiempo. Es una manía que practico desde hace unos... treinta años. En mitad de la jornada laboral me escapo a una terraza durante media hora y leo concentradamente. Creo que si bombardeasen no me enteraría. Tomo mi cortado largo de café y estudio algo que me resulte especialmente inspirador o que conecte con algún asunto en el que trabajo, o que pueda resultar de utilidad a un cliente. Estos robos a mano desarmada han cundido mucho ya que por este método realicé mi carrera universitaria mientras trabajaba a jornada completa, y me he certificado en varios postgrados. Si hubiera sucumbido al "no puedo", a lo urgente, a la inercia o a la pereza -y hubiera borrado esos treinta minutos diarios de kit-kat- no hubiera alimentado mi infinita curiosidad, ni mi pasión por el saber-entender. Media hora al día, todos los días de mi existencia desde que me alcanza el recuerdo, es muuuuuuuuuuucho tiempo.

Y por último -y no por ello menos importante- cuando deseo crecer internamente hablo con mi hija sin más objetivo que absorber su creatividad, variedad de intereses, enfoque intercultural, locuras varias, alegría, comidas exóticas y viajes intergalácticos. Nuestra relación es hermosa y dimensiona mi impulso para acometer desafíos más allá de mis fronteras naturales, miedos y resistencias. Ella no impone nada, al contrario, sólo inspira, como los buenos Coaches, je je... Siempre me dice: mamá, sé tú misma, con poderío, aunque te equivoques. Ayer compartió conmigo uno de sus tesoros recientes: un videoclip cuya letra -para quienes entiendan inglés- es una profunda lección de filosofía vital, algo que permite crecer por dentro. Les paso el link: http://youtube.com/watch?v=pwnefUaKCbc La cantante se llama Janelle Monáe y produce vitaminas para el alma. ;-D

martes, 11 de mayo de 2010

Personas... ¿Personas?

Tengo ganas de llorar. No se asusten: todo está O.K. sólo que he pasado la jornada de trabajo en Bilbao -la ciudad en la que nací y donde he vivido hasta hace ocho años- y he observado tal abismo entre el despacho y la calle que me colapso.

En el despacho, no ir de vacaciones este verano a Cancún es un drama que devora la mitad de un entrenamiento (sesión de Coaching) mientras en la calle la camarera que me sirve el cortado -en el Café & Te de la céntrica Gran Vía 39- tiene los tobillos hinchados, ojeras, el pelo recogido de cualquier manera en una especie de coleta, y gana mil euros por treinta días de trabajo, es decir, la mitad del viaje a Cancún. Colapso en el sistema !!! Beep !!!

En el despacho, una señorita de Neguri (zona aristocrática de la oligarquía vasca) deshoja la margarita de su vocación profesional mientras en el banco su cuenta corriente registra sobrepeso mórbido y en el horizonte del Cantábrico contempla tantas olas como opciones. En la calle, al mediodía, un hombre de mi edad pide limosna para comer. ¿Cuánto le doy? ¿Cuánto me gustaría que me diesen si yo fuera él? ¿Uno, cinco, diez... más euros?

Abismos. Desniveles. Planos. Frecuencias. Clases. Razas. Justicias/Injusticias. Destinos. Karmas. Creencias. Miedos. Fantasmas. Frivolidades. Teatro. Juego.
En el despacho, un empresario de cuarenta años repite como un mantra que adora a las personas, que cuida a la que denomina su "brazo derecho": la que se queda al frente del negocio cuando viaja, se va de cacería... la que resuelve, conoce la empresa, mantiene cohesionado al equipo de responsables, y controla técnicamente el material que fabrican. El suelo de él -beneficios aparte- es de 7.000 euros al mes. El de ella, de 1.700 euros al mes.

Tengo ganas de llorar. Entiéndanme, no se asusten: todo O.K. mientras el mundo se desintegra de hipocresía. Jamás se habló tanto de personas. Salto cuántico en el vacío. No es real lo que se escribe, ni lo que se propaga como pólvora incendiaria en las escuelas de negocios y en política. No es real. Abismos. Desniveles. Planos. Frecuencias. Clases. Razas. Justicias/Injusticias. Destinos. Karmas. Creencias. Miedos. Fantasmas. Frivolidades. Teatro. Juego (Diabólico).

domingo, 9 de mayo de 2010

En treinta años...

Todos calvos... ¿o no? Acabo de leer un libro que me han regalado -titulado Los próximos treinta años- en el que se recomienda tomar las riendas de la propia vida para estar (en tres décadas) en el paraíso profesional. Ya saben, el viejo adagio de ser protagonista y no espectador de la existencia. El volumen formó parte de un show marketiniano el pasado mes de abril 2010 -en el palacio de congresos Kursaal de San Sebastián- donde la flor y nata del empresariado, la cultura, la gastronomía, el arte y la política se dan cita anualmente previa invitación selectiva de Eurogap.

El caso es que me ha llegado (con dedicatoria incluída) y que a mí ¡cáchis! ya no me da tiempo a poner en práctica los consejos de Álvaro González Alorda, profesor del IESE -entre otros muchos galardones- quien presume de ser un "pasajero preferente" en todos los aeropuertos internacionales. Entiéndanme, por favor, creo que no era necesario que cada seis páginas citase un par de vuelos entre Miami y Nueva York, entre Singapur y Moscú ¿o era imprescindible? En mi opinión, esas referencias de glamour no aportan gran cosa al contenido de las 159 páginas (por lo demás bastante digeribles) y hacen que te sientas excluido del mundo hight level (nivelón) de González Alorda.

Tras la lectura de un libro de empresa, suelo resumirlo por escrito pensando en los clientes que no tienen tiempo o ganas de leer. También lo hago para dotarme de materiales actualizados que incorporo a los apuntes que facilito en mis clases como profesora invitada en universidades y escuelas de negocios. Este domingo por la tarde toca porque dispongo de un par de horas, llueve, y la casa está tranquila y vacía ya que todo el mundo se ha volcado en sus actividades outdoor, je je... se me ha contagiado el snobismo del autor quien en el capítulo en el que recomienda bibliografía cita sus libros de cabecera entre los que se encuentran nueve títulos en inglés y tan sólo uno -Construye tu sueño, de Luis Huete- en castellano.
Si quieres ser un top ten (un profesional de élite) has de especializarte para ser excelente al tiempo que encuentras un maestro que te ayude a diseñar tu trayectoria (en su caso, Luis Huete). Además has de organizarte para aprender rápido eliminando lo que te quita energía y te hace perder foco. Conviene incorporar a tu vida disciplina y pedir feedback a amigos y enemigos de manera que sus opiniones te ayuden a mejorar. También hay que rodearse de profesionales valiosos, cultivar la amistad, y crear una poderosa marca personal, mientras diseñas tu propio modelo de negocio y utilizas las redes sociales con una estrategia clara y consistente. Algo fundamental es mejorar tu capacidad de comunicación escrita, oral y audiovisual, trabajar desde fuera de la oficina, transformar la adversidad en aprendizaje, y ser ambicioso: no dejar que "los prudentes" empequeñezcan tus sueños.

Los próximos treinta años... A mí ya no me da tiempo: he de acelerar el proceso y confío en que la intensidad del esfuerzo no me deje calva, como la cantante de Ionesco je je... ya les iré contando. Soy consciente de que no todos tenemos padrinos galácticos del nivel de Luis Huete, lástima... No por ello habrá que cesar en el empeño.

sábado, 8 de mayo de 2010

Adultos en el Kinder Garden

Dieciséis amigos reunidos en un espacio de cincuenta metros cuadrados -durante ocho horas seguidas un viernes- sin más objetivo que aprender y compartir es una gozada, un auténtico "recreo" para adultos que ocupan cargos de responsabilidad en sus organizaciones como empresarios o asalariados.

Si a esto le añadimos un ambiente de complicidad y juego, con pruebas como hacerse (sin dinero ni tarjetas de crédito) y en quince minutos con un zapato morado, una coliflor y un huevo cocido; si lo complementamos con una escenificación de todos los participantes en un teatrillo de comedia -previo guión establecido para el aprendizaje-; Si lo rematamos con una comida exótica a base de sushi, tempura, salmón a la plancha, arroz y helado de té verde regado con un buen vino blanco tendremos la aproximación al retrato de la jornada que vivimos ayer en San Marcial 8 -mi despacho de San Sebastián- transitoriamente transformado en un kinder garden en el que tirados por el suelo a ratos, jugando en equipo otros, mirando atentamente el power point, o tomando notas de las explicaciones de los facilitadores, disfrutamos como esos "locos bajitos" que son los niños y que podemos ser los adultos cuando nos lo permitimos. Además intuyo que es el ambiente ideal para el auténtico aprendizaje: no sólo desde el intelecto, sino desde la vivencia.

Quizá se pregunten cuál era el motivo del encuentro. En realidad, la mayoría de los participantes somos "cursillistas profesionales": personas que nos apuntamos a casi todos los bombardeos que tienen que ver con nuestra pasión por las personas que -en nuestro caso- es también nuestro trabajo. En la sociedad endogámica en la que nos movemos (País Vasco), solemos coincidir en foros, formaciones y propuestas a lo largo del año... de ahí que vamos consolidando amistad, alianzas y proyectos compartidos. El pretexto de ayer era aprender una nueva metodología para el trabajo con equipos de empresa. En este caso se trataba de un método investigado -durante una década- por el profesor universitario Meredith Belbin interesado en descubrir las razones del éxito (y del fracaso) de los equipos empresariales.

Basicamente las personas desarrollamos roles funcionales (vinculados a la tarea que realizamos) y roles de equipo en las interacciones que mantenemos con los demás para lograr objetivos. Los llamados roles de equipo se han estudiado en profundidad al menos de dos maneras: la escuela francesa -liderada por Alain Cardon- ha perfilado un modelo de extrema simplicidad conceptual que mejora las reuniones tanto que podemos afirmar que pasan de blanco a negro, de ineficacia a eficacia, de pérdida de tiempo a gestión del tiempo, de polaridades relacionales a cooperación-contribución... La segunda gran aportación a los roles de equipo la realiza desde la escuela inglesa Meredith Belbin y se trata de centrarse en los comportamientos "naturales" de cada individuo, en aquellas fortalezas que (conocidas por él mismo y por el grupo) situán a la persona y al equipo en la zona de excelencia. Son nueve perfiles que se complementan y son necesarios para llegar a lo que el management denomina como un equipo de alto rendimiento con la premisa básica de que todos aportan. Para que se hagan una idea de lo que hablamos, citaré los roles: el creativo, el investigador de recursos, el coordinador, el impulsor, el monitor-evaluador, el cohesionador, el implementador, el finalizador y el especialista.

Todos hicimos ayer juego en el "recreo" que nos concedimos en nuestras abigarradas agendas y fue genial, de verdad. Ahora contamos con dos herramientas básicas que -utilizadas en el contexto del Coaching de Equipos de Empresa- aseguran la eficacia del proceso. -Ver fotos en el álbum Picasa-. Como diría nuestro buen amigo Covey, dieciséis amigos nos regalamos una jornada de "afilar la sierra" para mejor servir y trabajar con personas, equipos y organizaciones.

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Quién lidera al lider?

Veintiuno, veinte, diecinueve... el sputnik formativo despegando. Cuenta atrás hacia el encuentro en Zaragoza con una veintena de profesionales que desean formarse en Coaching. Algunos me han hecho llegar preguntas por Email incluso antes de conocernos. Hay una que me ha removido y dice lo siguiente: En sus artículos, usted explica que el Coaching es -entre otras consideraciones- un estilo de liderazgo. Yo que estoy al frente de un departamento de treinta personas en una multinacional de los seguros, en ocasiones me pregunto ¿quién lidera al líder?

Sin duda esta persona siente la soledad de los directivos que no pueden confesar debilidades, dudas o temores para evitar que les devoren las carroñeras aves del entorno. Es algo común en los cargos de confianza, en la alta dirección, y es una de las principales razones por la que algunos de ellos contratan Coaches: allá arriba sopla un viento gélido que hiela las entrañas. Mejor vivirlo en compañía de un sherpa que sin juzgar escucha, que sin resolver orienta, que sin restar protagonismo aporta la sabiduría de quien ya ha transitado esos senderos.

Recuerdo el reiterativo consejo de mi mentor Sir John Whitmore... Azucena, entrena a líderes... en la convicción de que musculando la cabeza de las organizaciones, fortaleciendo las competencias de aquellos que toman decisiones, se produce un efecto en cascada de mejora, satisfacción, rendimiento y plenitud en todo el sistema.

Y -ante mis reticencias- John insistía: Entrena a líderes porque no hay tiempo... Es el enfoque del Coaching Transpersonal de altos vuelos que practica el gran Sir John Whitmore, padre del concepto Coaching empresarial y europeo. Me pregunto cuanto habrá de cierto en su percepción de que no hay tiempo... para un cambio de paradigmas en la humanidad.

Soy consciente de que -de momento- no respondo a la pregunta de ¿quién lidera al líder? Sin embargo, hay un libro interesante cuyo título sugiere una respuesta. Publicado por Lid Editorial, y firmado por catorce expertos en Coaching (Fernández Aguado, Juan Carlos Cubeiro, Germán Nicolás, Viviane Launer...) lleva en la portada su mensaje: Forjadores de Líderes... en referencia directa a los Coaches. En sus 334 páginas explica cómo liderar a líderes y deposita sobre nuestros frágiles hombros (los míos al menos) la responsabilidad de estar al lado de quienes toman decisiones empresariales, artísticas, docentes, políticas o culturales. Bonito tema para la vídeo-conferencia formativa que tendremos a finales de este mes;y desde luego precioso tema moral para las organizaciones gremiales de Coaching en nuestro país: AECOP, ICF y ASESCO. Sputnik en marcha:veintiuno,veinte,diecinueve... hacia Zaragoza.

sábado, 1 de mayo de 2010

El mundo... ¿Una teta?

Constato que la ciudad florece en arbustos, jardines y macetas y que las personas que la habitan hierven con actividades y proyectos. En la playa, varios equipos infantiles compiten al fútbol cada sábado. En El Atlético, entrenan. En la Caseta Real, proyectan piraguas hacia el mar mientras las traineras compiten al mediodía y el carril de bicicleta bulle como un puchero con patinadores y ciclistas.

Paseo y repaso mentalmente algunos casos de la semana: personas que reaccionan de diversas maneras ante los inherentes cambios de la vida. Los menos los aceptan y se predisponen raudos a lo nuevo; la mayoría se resisten cuanto pueden pagando una innecesaria cuota de sufrimiento; los más reaccionarios niegan la evidencia de los desafíos que les muerden los talones. Es el caso de una directiva del sector financiero con la que trabajé ayer.

Pensando en ella alcanzo la cima del monte Urgull, y no puedo evitar la imagen metafórica de Rómulo y Remo ¿se acuerdan? los dos gemelos encargados de crear la ciudad de Roma allá por el siglo VIII antes de Jesucristo, colgados de la esférica teta de una loba.

Con frecuencia tropiezo con personas para quienes la vida es pedir, recibir, exigir y demandar. Inconscientemente sienten el mundo como una ubre. Reciban lo que reciban de la existencia, nunca parecen saciar su hambre de protagonismo, afecto, atención, de reconocimiento: hombres y mujeres que se han quedado en lo que el análisis transaccional considera la posición del infante: dame-dame-dame. No quieren alcanzar la adultez de llenarse a sí mismos, ni -por lo tanto- es previsible que evolucionen hacia el dador-colmador de las necesidades de otros.

Lo curioso -o desesperante según queramos verlo- es que lejos de estar satisfechas estas personas sufren y caminan por los senderos laborales y personales con el talante de lánguidas víctimas y la queja ácido-tóxica a flor de piel. Hartan un poco, la verdad, o un mucho porque se produce un cierto desequilibrio entre su realidad objetiva (trabajos solventes, casas en propiedad, parejas, hijos, vacaciones...) y su percepción subjetiva y lastimosa. ¡Claro que casi todo depende del color del cristal con que se mire! Mi propuesta de hoy no es comprarse una lupa, unas gafas de colores o la llamada escafandra del optimista. Mi propuesta consiste en que probemos a dar, dar, dar, a chorro... Acaso de esta manera asumamos el papel protagonista que nos corresponde como adultos, acaso nos sintamos más satisfechos y acaso podamos dejar atrás a Rómulo y Remo en el lejano siglo VIII antes de Jesucristo considerando el mundo algo más que una esférica teta de la que colgarse.