Preparo un manual de mentoring interno para una empresa cliente. Hace unos días compartí con los lectores del blog la entradilla del primer capítulo que ha tenido una bonita acogida. Con ese impulso me animo a mostrar unos párrafos más...
Finalmente, la generosidad del mentor no ha de estar teñida por el ego o la vanidad, sino al servicio del proceso de desarrollo del pupilo a quien ha de dotar de tiempo y espacio para desplegarse. Además, cuando el mentor ya no aporte ha de practicar la sabia y elegante “retirada” unida al contento de la misión cumplida: el crecimiento del pupilo.
El mentor desarrolla al pupilo. El mentor apoya el pupilo. El mentor acompaña el viaje del pupilo. El mentor transfiere conocimiento, experiencia y contactos. Además del componente cognitivo y conductual, el mentoring tiene también un componente afectivo (confianza y aprecio). El mentor evita clonar su identidad así como proyectar su propio "mapa existencial". De hecho, respeta el carácter, ritmo, personalidad del pupilo.
El mentor dota al pupilo de atajos que le permiten avanzar más rápido y evitar errores potenciales. El mentoring impulsa la carrera profesional del pupilo. El mentor ha de practicar la generosidad. El pupilo la humildad. Pupilo y mentor han de respetarse genuinamente. Conviene que ambos se elijan y que el trasvase entre el dar y el recibir esté equilibrado. El mentor mantendrá bajo control su ego y vanidad. El mentor dará tiempo-espacio al pupilo para su crecimiento. Alcanzado el objetivo de desarrollo, el mentor practicará la sabia “retirada”. Continuará.