Algunas de las metodologías colaborativas se presentan como la vanguardia del conocimiento en el contexto organizacional pero... ¡son antiguas! sin que por ello dejen de tener cierta validez.
Otras -que surgen como la salvación del planeta y sus "ecological-social-spiritual-divide"- son la síntesis de investigaciones previas, corrientes espirituales documentadas, terapias y procesos empresariales estructurados cuyas fuentes no se veneran con rigor.
Todo ello se aliña con un movimiento global de gigantescas dimensiones entorno a las propuestas colaborativas como la única luz al final de un tunel en el que nos encontramos como civilización y cuyas claves de solución no atisban sociólogos, historiadores, filósofos ni economistas.
Si reconocemos la patética soledad en la que se encuentra el ser humano, todo lo que llame a la unión con otras personas en una sala, universidad, asociación o palacio de congresos es acogido como el maná en tiempos de hambruna. Sabido es que somos "animales sociales" en busca de contacto y que el resíduo de la tribu aún resuena en nosotros con la pulsión de la sangre.
Explosivo cóctel el de una civilización metida en un tunel sin aparente salida al que se unen la soledad, poblaciones ociosas, algo de dinero público al servicio de la modernidad y la malicia de ciertos oportunistas.
El ser humano anhela
cooperar / contribuir / colaborar
Pongamos algunos ejemplos que sostengan mi escepticismo hacia el movimiento co-co-co del gallinero: la "bajada" de la TeoríaU (Otto Scharmer-MIT-USA) es una mimetica resonancia del budismo tradicional. Las prácticas del Teatro de la Presencia (Arawana Hayashi) son un mega-mix-clonación de las artes marciales vinculadas a la meditación en movimiento cuyas raices ancestrales son el Tai-Chi + Chi Kung + Enraizamiento + Pushing Hands... etc.
Por otro lado, ciertos conceptos considerados novedosos como "lo que emerge en el campo", "esculturas del cuerpo social", "co-crear" y "open-mind-open-heart-open-will"... se citan en numerosos textos gestálticos ¡¡de los años sesenta del siglo pasado!!
Finalmente, dada mi pasión por el aprendizaje, he salseado en numerosos procesos colaborativos del País Vasco siendo testigo del descalabro final en el que terminan casi todos los intentos orquestados ¡con excelente intención! pero en los que se acaban por imponer algunos instintos básicos: la primacía del yo sobre el nosotros (ego) -olvidando la esencia colaborativa-, el abuso de la soledad de las personas haciéndolas rehenes altruistas de actividades remuneradas, y el aprovechamiento de la moda colaborativa para vender consumibles a las administraciones públicas en las que también hay tráfico de influencias.
Comparto mi percepción de la realidad que me circunda y reconozco que me entristrece; pero no tiro la toalla porque pese a sus definciencias el movimiento co-co-co rescata valiosos conocimientos anteriores, los presenta de un modo digerible para la mayoría y aunque sea mucho ruido y pocas nueces... ¡alguna queda!
Más sobre el movimiento colaborativo:
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