domingo, 30 de noviembre de 2014

Naipes para la construcción del Futuro


Buscando naipes para construir con mayor precisión el futuro deseado, he pasado cuatro días en Madrid, la capital de España, donde permanezco. La niebla densa del aeropuerto de Barajas (T-4) oculta el sol de la mañana que encontraré -dentro de unas horas- en el aeropuerto de Fuenterrabia (San Sebastián), la misma pista que lanzó el pasado jueves el vuelo Iberia 8327 con destino a lo que yo soñaba como "gasolina para el motor del mañana"...




Los retazos de Madrid son reproducciones a escala de lo que acontece en cualquier otra gran ciudad del mundo. A las once de la noche de un jueves cualquiera las luces navideñas brillan lujosamente en la calle Serrano donde te colocan el abrigo y la bufanda al salir del Kabuki Wellington -una estrella Michelín, y donde la copa de champagne Ruinart alcanza los dieciséis euros-. Los retazos de la capital son escenificaciones de un mundo de abismos que a las ocho de la mañana de un viernes cualquiera te presenta en la calle Atocha a una mujer (apenas cubierta por un vestido y un viejo jersey) descalza sobre el pavimento bajo una lluvia terca e inmune al sufrimiento, igual que los transeúntes que pasan por allí. Y en estas alcanzo el metropolitano y -sobre la línea morada dirección Fuencarral- releo a Thomas Piketty que me inspira, acompaña y permite entender algunos mecanismos perversos del enfoque financiero de la existencia en el siglo XXI. Considera Piketty que el pasado está devorando el futuro entre otras consideraciones porque la tasa del rendimiento medio del capital supera la tasa de variación de la renta nacional. En una palabra y para mi madre (que me lee desde el Mediterráneo): la desigualdad aumenta en el planeta entre ricos y pobres, entre los inversores y los que vivimos tan solo de la ubre de nuestro trabajo. 

Me apeo en la parada del metro de Fuencarral. El edificio de la Fundación Telefónica muestra el esplendor de uno de los principales ex-monopolios españoles. El la planta tercera se despliega una exposición que profundiza en el proceso creativo y fondea en los cómos, los porqués y -sobre todo- los para qué crear negocios, recetas u obras de arte.  Auditando el Proceso Creativo es el título de la mágica exposición de Ferrán Adria y El Bulli desde su inicio hasta el cierre y su continuidad como un eco de relaciones y proyectos que se repican como las campanas de la iglesia de un pueblo castellano.






Me muevo entre la niebla de la T-4 a unos minutos de la llamada de embarque del vuelo Iberia 8316, puerta de acceso K 72 con destino al País Vasco. En la comisura de mis ojos asoma el pie descalzo de la mujer sobre el resbaladizo asfalto de un Madrid torrencial. En el lóbulo de mis orejas repica la campana de Ferrán Adria y la creatividad como un fondo de armario de todo lo que me interesa: la literatura, la naturaleza, el arte y -finalmente- la intervención en organizaciones, mi profesión-espada-armadura (externa) de mi vocación (interna), tema que me trajo a Madrid en busca de naipes para afinar en la construcción un futuro deseado (mejor) que ponga coto a la barbarie y al abismo de desigualdad y evite el dolor innecesario que asola las empresas.




Pero el happy end no se ha producido porque 40 profesionales -curtidos y senior vinculados directa o indirectamente al mundo de la consultoría- no hemos sido capaces de supeditar los intereses privados
(terrenales) a la urgente necesidad de crear una comuni-red líquida de mutuo apoyo, sostén e inspiración (trocito de cielo) a quienes impulsamos cambios intencionales en las empresas y su complejo entramado de luces y sombras.




Es por esta razón que me voy de Madrid con el sabor agridulce de lo que pudo ser y no fue, con más amor que nunca por mi vocación, con renovada certeza de la urgencia de construir un futuro con sentido y oportunidades correlativas al talento, la perseverancia y la chispeante magia de la creatividad, prima-hermana de la esperanza, ese aliento que nos empuja a creer para crear. Esta vez no ha sido posible... ¡quizá en otra ocasión! acaso con otros compañeros o entorno... En próximos post desgranaré el fabuloso despliegue de contenidos compartidos por los participantes y reunidos en Madrid por Eugenio Moliní. Continuará.

sábado, 22 de noviembre de 2014

La suspensión de la incredulidad: mi propuesta


La vida -que es viaje- intensifica su movimiento cuando te desplazas lejos de casa. Viajo  estos días por el otoño francés y descubro cien mil tonos de siena -que añoran ser atrapados en una rápida acuarela-. Conecto con pueblecitos de la campiña donde el ritmo aún es humano ¡casi divino! en su devenir. Por este espacio temporal transito en conexión con una naturaleza que aunque tiene un nombre, latitud y altitud, representa la pura abstracción de la belleza en cualquier lugar de la tierra. 




Con la mirada registro las imágenes que captura mi retina. Con los pies me enraizo en la tierra. Con las manos recojo hojas rojas para hacer un adorno artesanal... ¡pero no consigo vaciar mi cerebro urbanita! A pesar de que solo oigo el sonido de los pájaros, el agua, y -muy de vez en cuando- la voz de mi pareja, resuenan en mi cerebro las voces de quienes confían en mi compañía profesional para asumir cambios existenciales. Sus historias viajan conmigo allá donde esté como parte del entramado de mi propia vida en un cruce de caminos que semeja una tela de araña trazada con tiralíneas por dioses paganos.

En la terraza del botánico paramos a tomar un café negro con miel de un amigo apicultor. Descansamos junto a un pavo cuya realeza se muestra en su esplendor sobre un soportal de cristal. Cuando le enfoco con la cámara me mira y se queda coquetamente quieto.




Capturo otra forma de belleza que como el bosque es ajena a la creación de los humanos y recuerdo mi querido grupo de trabajo de los miércoles en cuyo último encuentro acariciamos el núcleo de los "soñadores despiertos"  /  "utópicos aterrizados":


Como no sabían que era imposible
¡Lo hicieron!


Habiendo terminado el café negro con miel de nuestro amigo apicultor, el pavo vuela desde el altillo a la terraza. La cámara solo captura el embrión del cambio: una mancha de intencionalidad, un tránsito de la quietud al movimiento, de lo conocido a lo desconocido, de lo confortable a lo incierto. 




Después conecto mentalmente con la escritora Isabel Franc -con quien estuve hace unos días conversando-. De sus mágicas frases me quedo con una:


Para crear
 hay que suspender voluntariamente
¡¡la incredulidad!!


Isabel firma que para escribir relatos de humor (en los que un pingüino camina de la mano de un ejecutivo trajeado por una ciudad europea) hay que ser capaz de volar desde el altillo de la incredulidad a la tierra de la credulidad, que te acoge con amorosa gratitud. Si miro hacia atrás en mi trayectoria constato que casi todo lo realizado se debe a la "suspensión voluntaria de la incredulidad" así que acaso toda creación comience con ese gesto interior y el resto... llegará por añadidura.

                                             

martes, 18 de noviembre de 2014

¡Habitar el Presente!


La oscuridad se ha instalado en la tarde. La marea sigue bajando. Las personas en sus casas. Los cines llenos de cincuentones y jubilados. Las terrazas vacías. Yo tengo un empacho de lectura, de cine y de placeres múltiples y simultáneos que no compensan mi añoranza de algunas personas a las que amo y están ¡terriblemente lejos! Hoy me siento ¡de cristal!

La cabeza sabe pero el corazón no atiende razones, y lejos es lejos y ausencia es ausencia y escuchar las voces en off de los seres queridos no es presencia on, y el abrazo de un texto de Email no es nada porque carece de olor y sabor.

Y en medio de este popurrí de emocionalidad inmotivada -salvo por la oscuridad de la tarde, la vacuidad de las calles y la lluvia que se une a la marea-, en medio de esta emocionalidad inmotivada pienso en Lot y en su historia (recogida en la Biblia y el Corán), una historia que usaré en la próxima conferencia en abierto (para todos los públicos) porque cada vez me produce mayor alergia la endogamia, la concentración de profesionales de cualquier sector apelotonados unos encima de otros sobre un metro cuadrado -mirándose el ombligo- como en un espectáculo circense. Vale... que no respiro... que no pongo puntos... que mezclo todo... que no se entiende... Vale.

  


El caso es que tengo un día de cristal y las noticias en las que buceo (prensa internacional, nacional, económica, política, social, tendencias, estadísticas, prospecciones...) no robustecen el ánimo sino que incitan al realismo poco mágico del incierto futuro hacia el avanzamos. Futuro. Esa es la historia de la que hablaré en la conferencia y por eso desarrollaré la metáfora de Lot que da mucho juego porque el sobrino de Abraham huía de la destrucción de Sodoma y Gomorra cuando su mujer, Edith, se convirtió en estatua de sal. Cabe preguntarse ¿cuál fue su delito? Los cristianos ortodoxos dirán que desobedeció el mandato de Dios de que -en su huida- no mirasen hacia atrás. Yo prefiero pensar que Edith se convirtió en estatua de sal porque no supo, no quiso o no pudo, dejar marchar el pasado con su canto de sirenas. 

Resultando cierto que el pasado hay que honrarlo de igual manera que hay que rendir homenaje a los ancestros, tenemos el derecho y el deber de construir un futuro para lo que necesitamos la totalidad de nuestro ser. La totalidad.

Observo con frecuencia que las primeras sesiones de entrenamiento con profesionales (de cualquier especialidad, rango, empresa o sector) se centran en traerles al PRESENTE. Sí, así de grande y de gritón: ¡al presente! para construir desde esta plataforma plena de potencial y ésta es -precisamente-una de las diferencias del entrenamiento con la psicoterapia: se centra en el presente y mira al futuro.

Honrado el pasado y sus actores ¡centremos la totalidad de nuestro ser en el presente! para construir un futuro intencional e integrador. La mariposa es una creación fotográfica de Asier Gallastegi.


viernes, 14 de noviembre de 2014

El Consejo de Administracion ¡Ni tocar!


A la mayoría de las personas no les importa el consejo... el consejo de administración de la empresa en la que  prestan sus servicios, hasta que un día la organización toma drásticas medidas que les afectan (despidos, expatriaciones, recortes salariales...) cuya transmisión recae en el gerente, el jefe de recursos humanos, ambos, o un tercero que textualmente "se come el marrón" que es como suelen expresarlo.

En ese preciso momento el común de los mortales mira hacia arriba: no hacia el bello firmamento, sino hacia la cúpula de la organización -que en verdad siempre estuvo allí- y donde se toman la mayoría de las decisiones empresariales sin conocer casi nunca el exacto nombre, apellido o estado civil de los afectados. ¡Afortunadamente! me dijo en una ocasión un gerente ante un panel que contenía las iniciales de 140 personas que iba a despedir. Corría el año 2008 en el sector de la construcción y prefería desconocer a quienes de sus encargados y jefes de obra dejaría en la calle superando la cincuentena y sabiendo -como sabía- que estaban abocados al cruel abismo de lo incierto.




Pero ¡claro! la orden venía de arriba, no del bello firmamento, sino del consejo de administración de una poderosa empresa familiar que se mostraba incapaz de trasferir la gestión del negocio o al menos de profesionalizarlo, por no hablar de la propiedad ¡eso ni tocar! como la dama de la imagen. 

Me asomo hoy a un informe de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) sobre el funcionamiento de los consejos de administración españoles en el que se evidencian fallos de cierta magnitud que observo también en algunas de las empresas  en las que trabajo como consultora independiente. Los datos del informe no consuelan, pero acotan un malestar (y una impotencia) que yo venía atribuyendo a mi pasión por el cambio más que a contrastadas razones que ahora enumera el CNMV con cirujana precisión.

La mayoría de los consejos de administración son lentos en el diagnóstico; se obsesionan y ceban en los ejecutivos de la empresa pidiéndoles información al cuadrado; contratan asesores externos en la confianza de que lleven en el maletín la piedra filosofal; toman decisiones clave de espaldas a los directivos de la organización; hay luchas de poder entre las diferentes "facciones" del consejo; llenan los power point de cifras en un cóctel explosivo y sobresaturado; pierden el foco de lo realmente importante; no preparan los consejos, se reunen poco, se centran en el corto plazo y -finalmente- aplazan las decisiones estratégicas comprometiendo la propia viabilidad de la compañía. Una auténtica joya el retrato de Alberto Lavin, profesor de IE Business School, para el CNMV.

A pesar del apocalipsis reflejado en el informe, echo en falta lo peor. En mi opinión lo peor es el "pacto de silencio" sobre lo que se sabe, sobre lo que se piensa y siente... Todo eso que fluye como un río de verborrea por pasillos, restaurantes, cafeterías y aeropuertos que nunca, nunca, se pone sobre la ovalada y brillante mesa del consejo de administración.

El "pacto de silencio" de los consejeros de la casa, de los consejeros independientes, de los expertos, de los asesores y de todos los que teniendo datos los omiten -haciéndose pasar por el enanito mudo de Blancanieves- están siendo una auténtica plaga corrosiva en las organizaciones.




"Pacto de silencio" por miedo a discrepar, perder la silla o la influencia, también miedo a ser una voz en el desierto, a equivocarse... Miedo que conduce a callejones sin salida a la empresa y que desde el management contemporáneo tienen receta de eficacia contrastada: el feedback y la reflexividad, si bien es cierto que ambas prácticas son propias de personas y organizaciones maduras, es decir, dispuestas a escuchar la incomodidad, lo políticamente incorrecto, acaso la verdad con toda su belleza y aristas. Verdad sin la cual es imposible enmendar el pasado, consolidar el presente, y crear un futuro saneado y sostenible.

Feedback honesto, generoso, concreto, on time y basado en datos (no en percepciones y/o interpretaciones). Reflexividad o cuestionamiento permanente sobre cómo lo estamos haciendo y cómo podemos mejorar.

Los consejos de administración de las empresas necesitan profesionales con criterio, compromiso y coraje, CCC. Consejeros que -ejerciendo el feedback y la reflexividad- estén dispuestos a poner voz al silencio, a alertar de que vamos contra las rocas oyendo cantos de sirena; profesionales que estén dispuestos a jugársela por el bien de la compañía, de la totalidad, lejos -muy lejos- de los confortables sillones de por vida de los consejos de administración. Y en estas... me han propuesto ser consejera de una vigorosa empresa industrial vasca. Susto, tengo un cierto susto. Ya les contaré...


  

sábado, 8 de noviembre de 2014

La fuerza de los cambios abajo-arriba


Cada vez más lejos del instinto, de la intuición y de la presencia... Es lo que siento al sentarme a compartir con ustedes lo vivido hace apenas unas horas en un contexto hiper profesional, intelectual, directivo, marketiniano y selecto ¿selecto? sí, selecto.

No es que el evento no contase con todas las bendiciones, ni que el espacio, ponentes y power points no resultasen de calidad, sino ¡otra cosa! una oleada de inquietud casi física que fue invadiéndome durante la jornada en mi Bilbao natal donde las cosas se producen con mayor frecuencia e intensidad que en otros lares de la geografía vasca.

¿Instituciones? Casi todas: la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, la Universidad de Mondragón (MU), Euskalit, la Universidad del País Vasco, Tknika, Matia Fundazioa, el Gobierno Vasco... hasta sesenta organizadores de la Semana Europea de la Calidad en su vigésima edición.




Se trataba de presentar un programa formativo de la MU, dirigido por la experta Lourdes Pozueta, entorno a sistemas de mejora continua Lean Six Sigma. en el abordaje empresarial de las personas (plantilla), los clientes, la innovación, la sociedad, la estrategia y los resultados. 

Se trataba también de mostrar algunos testimonios de profesionales que -tras haber realizado el curso- han aplicado lo aprendido en sus organizaciones: Fagor-Ederlan, Tubacex e Indar. Fue precisamente Ibon Zarrabeitia de Indar, junto con Lourdes Pozueta -Doctora en Matemáticas y directora del programa-, quienes sujetaron el interés de la veintena de asistentes al acto en la Cámara de Comercio Industria y Navegación de la capital vizcaína.




Si bien es cierto que en la empresa lo que no se mide no existe o dificulta concretar el avance o retroceso del producto, servicio, resultado y hasta beneficio, no lo es menos que no todo es algoritmo, no todo es proceso y cuantificación... 

Mientras asistía con expectación a que de un momento a otro emergiera de las ponencias un atisbo de "alma esperanzada" en el contexto empresarial, apenas pude capturarlo en algunos instantes de las intervenciones citadas: la de Lourdes Pozueta y la de Ibon Zarrabeitia con un testimonio de lo que puede hacer un montador que se desarrolla, hace preguntas, busca y halla respuestas, y las comparte con sus compañeros de equipo.

Mi reflexión es que acaso no sea fortuito, anecdótico o banal, que la viveza del testimonio de Ibon se produzca porque refleja un cambio de abajo hacia arriba (bottom-up) en la cadena de mando, integrando la totalidad de las capacidades, habilidades y propuestas de la plantilla. 

Cambios Bottom-Up + Preguntas Desafiantes + Respuestas Valientes + Compromiso + Implicar a la Totalidad + Energía =  Resultados, como vengo proponiendo con terquedad en la última década.


Preguntas valientes:
¿Tenemos un equipo?
¿Dónde se nos van las fuerzas?
¿Qué nos limita?




De la ponencia magistral de Lourdes Pozueta me quedo con varios conceptos. Entre otros, la causa-raíz que se encuentra al fondo de lo que no es evidente en las empresas para cuyo descubrimiento además de método hay que aplicar una "observación consciente". 

Coincido con Lourdes en la tremenda importancia de la "observación consciente" que trasciende los modelos mentales obsoletos o inadecuados, para lo que resulta útil conectarse a la "presencia plena" desde la que revisar tanto las evidencias como las causas-raíz (ocultas) cuyo abordaje exige inconformismo y valentía.


 ¿Cuál es mi modelo mental? 
¿Por qué este y no otro? 
Cuando triunfe...  ¿qué espero encontrar?

martes, 4 de noviembre de 2014

Tromso


ERASE UNA VEZ una ciudad llamada Tromso cuyo origen se remonta a un tiempo en el que los osos desconocían la existencia de los humanos. 

La ciudad estaba situada al norte del norte, un lugar en el que el hielo había cubierto la tierra antes de que los osos habitasen el país. En aquel lugar el silencio era tal que resultaba posible escuchar la caída de un copo -y seguir su trayectoria- si tenías la suerte de que la nieve aún estuviera blanda, blanda, blandaaa.




En Tromso la aurora boreal alentaba a los viajeros que buscaban sueños perdidos -algo imposible en cualquier otro lugar-. Fue en esa ciudad donde se escuchó por primera vez un solo de violín tan bello que conmovió al firmamento.






La violinista también provenía del norte del norte de su árbol genealógico, donde los sueños perdidos habían ganado la batalla a la esperanza. El caso es que la joven y la ciudad se unieron por un tiempo e incluso sellaron un pacto: la ciudad ofrecería a la muchacha su preciada montaña de sueños rescatados, y la violinista tocaría sobre la nieve cuando su alma estuviera tan contenta que las notas pudieran alcanzar la perfección y -por lo tanto- conmover a osos y estrellas que viven por allí.

Ocurrió que una noche de oscuridad boreal la joven salió de casa con su violín y -tras sonreír dulcemente para sí misma- comenzó a tocar el capricho polaco hasta que del fondo de la niebla emergió el viejo profesor, Wojt.

El músico polaco tomó asiento en la nieve con la normalidad de quien ocupa una butaca doméstica, cerró los ojos y permaneció callado haciendo -de vez en cuando- un leve movimiento de cabeza. Cuando la violinista se encontraba ya exhausta tras haber tocado diez, veinte, treinta veces el capricho polaco, Wojt se puso en pie y susurró a la joven: ¡mejor que yo, Tania... mejor que yo! mientras se internaba en la montaña de los sueños rescatados, sueños hallados, los esperanzados sueños sin los cuales resulta imposible sobrevivir.





Y COLORÍN COLORADO... este cuento escrito para mi taller con Virginia Imaz se ha terminado.

  

domingo, 2 de noviembre de 2014

Razones para contratar un Coach


¿Que razones hay para que un profesional exitoso contrate los servicios de un coach especializado en directivos / empresa / estrategia? 

La primera razón es ¡la supervivencia! es decir, mantenerse como profesional exitoso ya que según la Harvard Business Review dos de cada cinco directivos son cesados antes de cumplir dos años en el cargo y la tendencia se acelera si la empresa se encuentra en la lista Fortune. 

Ser fulminados habiendo ocupado el cargo año y medio poco tiene que ver con deficiencias técnicas, formativas, conocimientos o experiencia, sino con cuestiones como la arrogancia, el ego, la carencia de inteligencia emocional o la torpe comunicación que se trabajan con un coach obteniendo excelentes resultados.


Los profesionales de alto potencial son fulminados
por su arrogancia, ego y ausencia de inteligencia emocional 






Pero la supervivencia de los directivos en sus puestos no es la única ni la principal razón por la que las empresas contratan coaches senior para sus líderes destacados. 

La causa hay que buscarla en la creciente presión y exigencia de un mercado cada vez más competitivo, rápido, complejo, resbaladizo, confuso e incierto. En este contexto, a las dificultades inherentes a los resultados, el profesional en cargo de responsabilidad padece una soledad salvaje ya que jamás puede mostrar -ante superiores, pares, ni inferiores- el menor atisbo de miedo, duda o vulnerabilidad, lo que con frecuencia conduce a la ansiedad y el estrés. 

Siendo jefe... ¿En quién confiar? Y sobre todo: ¿Quien ofrecerá al directivo un honesto feedback que le permita descubrir sus puntos ciegos... ¿Quién le dirá la incómoda verdad que todos callan?  

Los mejores líderes se caracterizan por su coraje, búsqueda de mejora continua y pasión por aprender no sólo conocimientos, métodos o técnicas, sino comportamientos que les lleven a la excelencia.

En cuanto a los temas que centran los entrenamientos, coincido con Ray B.Williams quien apunta como ejes: la gestión de la ambigüedad y la paradoja; la comunicación eficaz; el narcisismo en contraposición a la humildad, la delegación, el gap entre la auto-percepción y la percepción de los demás; el equilibrio entre la vida personal y profesional, la armonía entre las emociones y la racionalidad así como ciertas cuestiones éticas, por ejemplo: El fin... ¿justifica los medios? En su artículo para Psychology Today Ray B. Williams concluye: ¡Sea inteligente, contrate un coach! A lo que yo añadiría: un coach ético y experimentado.  


Foto Asier Gallastegi. Artículo original en inglés capturado en Linkedin a través de Joseba Ugalde.