jueves, 30 de marzo de 2017

La cercana desolación


El día ha fluido como una dulce y aromática crema pastelera: por la mañana he trabajado con personas. Al mediodía he dado un quiebro a mi agenda para comer en casa y pasear por la playa dejando atrás la lista de tareas pendientes. Me he tomado el respiro que algunos profesionales llaman "kit-kat" y otros -como Sylvia, una directiva de Barcelona a la que entreno- denominan "my moment".

Día aromático y fluido hasta que me he encontrado con un amigo al que no veía hace tiempo. Yo venía de tomar un cafecito en la terraza del tenis de Ondarreta -donde he terminado de leer A Mind for Business, de Andy Gibson-; él estaba sentado en un banco mirando al mar. Iba bien vestido, e incluso llevaba algún accesorio de calidad -como unas gafas ray band-, pero nada más saludarle me he dado cuenta de que pasaba algo que después él ha nombrado como... ¡desolación! 


La imagen puede contener: cielo, exterior y naturaleza


Me ha pedido trabajo. Lleva cuatro años subsistiendo a base de quemar patrimonio, realizar encargos temporales, hacer sustituciones, perder poder adquisitivo, formarse, actualizar su currículum, pasar infinitas veces por Lanbide -servicio de empleo del Gobierno vasco-, poner (y perder) mil veces la esperanza, renunciar a la dignidad de un salario que le permita comprar unos zapatos a sus hijos, agachar la cabeza ante personas menos cualificadas o más jóvenes, con mejores contactos o afiliación política. Al contarme, la boca se le iba secando debido a la ansiedad...

Le he escuchado con cariño e interés, he tratado de que mi cara no reflejase el dolor y la impotencia que estaba sintiendo, y me he despedido con un buen abrazo.

El día fluía dulce y despejado hasta que la realidad me ha confrontado con la desolación de un rostro que pudiera ser el mío, el tuyo ¡el de cualquiera! porque no es cierto que las cosas vayan bien.


La imagen puede contener: cielo, exterior y naturaleza

Me he quedado triste. Impactada. Pensativa. Y he besado el suelo por tener trabajo y poder comprar unos zapatos.


lunes, 27 de marzo de 2017

Prototipos: de la Teoría a la Práctica


Estos profesionales ¡son grandes! No solo por sus conocimientos y experiencia, sino por su receptividad al aprendizaje, generosidad al compartir, sentido del humor y por haberse convertido en un auténtico equipo de proyecto (prototipo) durante los cinco meses que ha durado la formación que he impartido entre noviembre de 2016 y marzo de 2017.




Para tomar esta fotografía me subí en una silla, trepé a la repisa del ventanal y disparé varias tomas mientras los once seguían centrados en "la tarea" en un estado de "flujo" que solo alcanzan los "verdaderos equipos", aquellos que sobreviven al mortal veneno del ego, esquivan la tentación de crear "grupúsculos", y optan por la radical honestidad entre lo que piensan-sienten-dicen y hacen.


El ego, los grupúsculos,
y la falta de honestidad ¡matan los equipos!


¿Quiénes son? Un ingeniero en la gerencia de una empresa industrial, cuatro técnicos en puestos de responsabilidad de una empresa tecnológica, una directiva del sector de la enseñanza, una responsable regional de una conocida tienda de moda, una financiera de una empresa del sector de la automoción, un profesional independiente y dos técnicos de telecomunicaciones al frente de equipos de trabajo.




En el quinto y último módulo (Bilbao, marzo de 2017) enunciamos los cuatro principios sistémicos que rigen las organizaciones productivas: orden, autoridad, dar-recibir y orgullo de pertenencia. Siento que los cuatro han estado presentes entre nosotros y quizá por ello se han producido en el aula algunos de los "chispazos" de los mejores equipos: la conectividad (Alain Cardon), el equilibrio entre dar y recibir (Gunthard Weber), la ayuda mutua (Sabino Ayestarán), la reflexividad (Kurt Lewin)...

Estoy muy agradecida a estos profesionales porque han sido unos fabulosos compañeros de viaje y han conseguido encarnar con éxito un prototipo de equipo de trabajo. ¡Ojalá volvamos a encontrarnos! 

jueves, 23 de marzo de 2017

Equipos que cambian el mundo



El artista y yo hemos abandonado nuestras obligaciones mundanas y a las cuatro en punto nos hemos encontrado en el Boulevard. Llovía y -aunque abrigados y con calzado de agua- hemos sentido frío ante el inesperado rebote invernal; pero hemos resistido sin tomar café hasta las seis de la tarde cuando la luz ya declinaba sobre el Museo San Telmo y la estatua de Ignacio Zuloaga nos ha saludado poco antes de entrar en el cafetín donde una camarera ha roto un vaso, una anciana ha cogido un bocadillo de jamón con pimiento verde y un joven ha puesto su móvil a cargar en un enchufe ubicado junto al baño de caballeros. El artista y yo hemos ocupado una mesita al fondo del local y nos hemos puesto a trabajar.



La "cita con el artista" es un método de Julia Camerón que consiste en tomarse un respiro para hacer aquello que apetece nutriendo las resecas "arcas del alma". Comprenderán que se trata del artista interior, esa parte de nosotros que necesita conectar con la belleza, la cultura, el paisaje, la luz, los museos, el atardecer o el mar.

Hoy mi artista y yo hemos salido de librerías en busca de inspiración para el título de un taller de dos días que impartiré este verano en Aragón. Hemos visitado los establecimientos más grandes de la ciudad y nos hemos demorado dos horas tomando notas de los títulos que nos parecían curiosos o resonantes. Cuando hemos tenido un par de folios repletos de ideas, nos hemos puesto a trabajar en un intento de concitar el interés de las personas interesadas en cambiar el mundo. 


Algunos títulos con los que hemos jugueteado son estos: Despegar como Equipo. Equipo: Del uno al infinito. El efecto dominó en la empresa. Claves de eficacia de los equipos. Reinventar las organizaciones ¡la magia de los equipos! Ser o no ser equipo ¡cuestión de supervivencia empresarial! Cruzar el abismo de la incertidumbre y ¡crear equipo! Equipos que cambian el mundo. Trabajo en equipo o la velocidad de la confianza.

Hemos calibrado pros y contras de cada título mientras comíamos un poco de pan con chocolate. Después se ha hecho de noche y -al despedirnos- el artista y yo hemos concluido con una idea inquietante que comparto: sin altruismo (generosidad + empatía + compromiso) ¡no hay equipo! y esos valores ¡no cotizan en bolsa!

Ya en la calle hemos dicho adiós a la escultura de Zuloaga y a su calva muy brillante bajo la fina lluvia vasca a la que llamamos sirimiri.  

lunes, 20 de marzo de 2017

¿Qué sentido tendrá todo esto?


Llevo  medio día en pijama, tengo el ordenador encima de las piernas, y es la primera vez que escribo en la cama. Estoy de mal humor. Diríase que estoy enferma (fiebre y dolor de cabeza) ¡pero esa no es la cuestión!

Tras un día de mucha lectura y poca actividad física, me entran ganas de escribir a chorro, es decir: sin filtrar lo que salga de las yemas de mis dedos. El "censor" se ha ido de vacaciones ¡por fin me ha dejado en paz! y dado que estoy pachucha, el tirano -que me hace trabajar- se ha ido de viaje con el censor. Así que me han dejado sola con mi cansancio y mis zozobras que confluyen en una pregunta: ¿Tendrá algún sentido lo que hago?

Resultado de imagen de London Eye + fotos


La pregunta emerge de mi agenda -que parece el London Eye (la noria más grande del mundo)-: el lunes acompaño a un comité de dirección en Elgoibar, el martes entrenaré a empresarios en Adegi (Miramón), el miércoles trabajaré con clientes privados en el despacho de San Sebastián, el jueves viajaré a una fábrica de Pamplona para entrenar al equipo de producción, el viernes estaré en Bilbao impartiendo formación de equipos... Además, en algún momento de la semana, he de diseñar un encargo para Granada e impartir una conferencia en la Universidad de Deusto. Sólo con leer el cronograma me siento mareada así que ahueco la almohada, cierro los ojos, suspiro y me digo a mi misma: además de ganarme el sustento y de seguir mi vocación... ¿Qué sentido  tendrá todo esto? Después me duermo y -cuando despierto- aparecen a mi lado el censor y el tirano así que... ¡me pongo a trabajar!


jueves, 16 de marzo de 2017

Reflexiones de una entrenadora empresarial



La gestión de proyectos tiene tantos ángulos de aproximación como un inmenso poliedro. Así de compleja es la realidad de las organizaciones productivas, sociales o deportivas. La universidad y las escuelas de negocios estructuran el saber de una manera razonable que facilite el aprendizaje acumulado por la humanidad en los últimos XXI siglos. Aún estando en contacto con profesionales expertos, ¡difícil sintetizar tanto  conocimiento en unos meses (o años) de inmersión en las aulas, empresas o campos deportivos! Pero... ¡hay que intentarlo! y -de vez en cuando- ese desafío me alcanza cuando me invitan a participar en un programa universitario. Vivo con agradecimiento y gozo el privilegio de compartir impresiones con una generación de jóvenes de la que me separan tres décadas. 




Repito que la gestión de proyectos tiene tantos ángulos de aproximación como el gigantesco poliedro del saber humano. Dado que en los últimos quince años mi trabajo se ha centrado en el entrenamiento (coaching) de profesionales y equipos empresariales, se me identifica con esta emergente profesión que también es un estilo de liderazgo y una manera de entender la vida. En 2002 abrí el primer despacho de coaching en el País Vasco y desde entonces he trabajado en más de trescientos proyectos durante más de 12.000 horas de entrenamiento directo en empresas de todos los tamaños y sectores. 

La Fundación de la Sociedad Deportiva Éibar me ha invitado a participar el próximo sábado en el curso Experto en Gestión Técnica de Clubes de Fútbol ante una veintena de jóvenes ávidos de conocer de primera mano mi experiencia como entrenadora senior, ángulo del poliedro formativo compuesto por ocho módulos entre los que se encuentran materias como la gestión financiera, la nutrición, medicina o el derecho deportivos, entre otros.




El coaching como profesión emerge a finales de los años ochenta en Estados Unidos a partir de las observaciones, investigación y método creado por dos deportistas de élite: Sir John Whitmore y Timothy Gallwey quienes regalan al mundo el concepto inner game (juego interior o poder de la actitud) como elemento diferenciador entre ganar-perder en la vida, los negocios o el deporte. He tenido la suerte de contar con Whitmore como mentor y de aprender humildad, resilencia, curiosidad, sentido del humor, empatía, dignidad y firmeza, a través de las conversaciones mantenidas y de la reiterada lectura y práctica de Coaching: El método para mejorar el rendimiento de las personas.

El coaching como estilo directivo proviene de diversas fuentes entre las que cabe mencionar al francés Alain Cardon -otro de mis mentores y autor del primer libro centrado en el entrenamiento de equipos empresariales-. Los líderes que optan por este estilo de gestión practican la escucha generativa, las preguntas abiertas, el diálogo como herramienta de eficiencia, la conectividad en las reuniones delegadas, la focalización en la tarea y la mejora permanente a partir de un radical compromiso con la verdad.

Finalmente el coaching como un modo de vida nos alcanza a cuantos estamos convencidos de que los humanos -como las bellotas- poseemos todo lo necesario para convertirnos en un frondoso roble capaz de ser feliz en sí mismo, dar sombra y cobijo a los demás. Un modo de vida que minimiza nuestras ideas limitantes y debilidades al mismo tiempo que agiganta nuestro potencial (fortalezas-habilidades-cualidades-talentos) acercándonos a la mejor versión de nosotros mismos y al destino para el que tal vez hayamos nacido.


domingo, 12 de marzo de 2017

Transformar = Crear Espacio a lo Nuevo


La supervivencia es el primer instinto de los humanos. También el de las empresas. Y esa pulsión orienta los esfuerzos de los profesionales dotados de inquietud por crear un porvenir. La supervivencia es requisito imprescindible para permanecer en el mercado competitivo y sin fronteras que habitamos. Además, la supervivencia "anida" en la estrategia como un germen de complejas ramificaciones. Finalmente la supervivencia es una de las dos fuerzas entre las que se mueven las empresas, según el enfoque sistémico de Gunthard Weber en el que profundizó siguiendo los pasos de Bert Hellinger. ¿Cuál es la otra? el crecimiento empresarial.





De una manera no verbal, la "mirada sistémica" rebela las reglas ocultas de los equipos, pasión que investigo desde hace más de una década y eje central de las formaciones que imparto a quienes apuestan por la transformación empresarial.




Me gusta profundizar en las diversas corrientes de conocimiento por tres razones. La primera, porque es improbable que una sola metodología contenga todas las claves para transformar una organización. La segunda, porque aunque coinciden en ciertos principios cada una aporta matices relevantes. Y la tercera, porque soy una enamorada de lo ecléctico.

Cuando imparto formación transfiero tres enfoques sistémicos que -desde la experiencia- vienen mostrando su eficacia en la transformación empresarial: las Constelaciones Organizacionales, la Gestalt y la Teoría U. 




Este fin de semana he estado en Zaragoza y hemos abordado algunos "casos" que evidencian la necesidad de que la supervivencia de un negocio esté asegurada antes de crecer o innovar. ¿Por qué? Porque para innovar hay que soltar el control, liberar ciertos recursos, y crear espacios que permitan explorar lo nuevo. ¿Qué sobra? ¿Qué falta? se preguntan las Constelaciones Organizacionales. ¿Qué quiere morir? ¿Qué quiere nacer? se pregunta la Teoría U.

En esencia el mismo viento de cambio como fiel de balanza sobre el que pivota la transformación empresarial tan necesaria como urgente y tan urgente como importante para aligerar torpeza y sufrimiento atrapados en los sistemas productivos.


domingo, 5 de marzo de 2017

La difícil práctica del desapego



La vulnerabilidad es un estado que alcanzo con dificultad en contadas ocasiones, casi siempre cuando está mi hija -con quien no vivo desde que se independizó y voló a Alemania, Holanda, Francia y Noruega-. Ahora trabaja en Londres, donde le visito cada seis-ocho semanas. Es un excelente pretexto para cambiar el "chip" laboral en el que me focalizo como un láser. También tiene el aliciente de descubrir nuevos rincones de una ciudad que alberga más de ocho millones de habitantes y que tiene todo (y más) de lo que se pueda imaginar. Finalmente viajar a Londres mantiene alerta mi agilidad mental con el idioma de Shakespeare y con los cambiantes rituales burocráticos del aeropuerto de Heathrow.


  

La vulnerabilidad emerge tras espacios de sosiego y belleza que se producen con especial intensidad lejos de la exigencia de algunos proyectos en los que trabajo.

La vulnerabilidad es dulce y emerge desde un lugar fuera del control remoto de mi mente y -por lo tanto- me desconcierta. Si mantengo la atención centrada en el proceso (desconexión laboral, sosiego e inmersión en la belleza) asoma un atisbo de nostalgia en tantas direcciones que me veo obligada a sujetar el caballo de mi mente con la brida de la voluntad.

Normalmente consigo volver a la cordura y me tranquiliza recordar que ya he vivido otras veces el vaivén control-vulnerabilidad-control, aunque nunca hay dos procesos idénticos. Con el paso del tiempo la curvatura baja del vaivén es más profunda del lado de la nostalgia, digamos que me cuesta más desapegarme de mi hija, sus inquietudes y su casa en la que siempre hay flores.




De todas las ciudades del mundo moderno, ninguna puede igualarse a Londres por su enorme, diversa y prolongada acumulación de experiencias humanas. Charles Dickens.


sábado, 4 de marzo de 2017

¡No somos nada!


Paso unos días en Inglaterra donde viven 89 millones de árboles, según el censo de Kew Gardens que hoy he visitado. No están todos en Kew, pero hay numerosas especies de todo el planeta en perfecto estado de conservación. El llamado Real Jardín Botánico de Kew es tan grande que he caminado ininterrumpidamente durante cinco horas sin alcanzar sus límites, aunque he visto algunos de sus lagos, ardillas, pavos, patos, pájaros, ocas y gansos. Entre los 89 millones de árboles británicos mi favorito de hoy es este roble centenario:




Dado que mi familia siente una intensa fascinación por Japón, tan pronto ha abierto el parque nos hemos dirigido hacia la pagoda y su entorno:





El hecho de que el botánico sea inabarcable me coloca en la posición minimalista que ocupo en el planeta: no soy nada -quizá nadie sea nada frente a la inconmensurable naturaleza y su prodigio-.

En una zona del Kew hay que caminar sobre una plataforma de bambú porque los senderos de barro y maleza están destinados en exclusiva a escarabajos, moscas y otros insectos, cuyo desarrollo precisa de un entorno desordenado y polvoriento -como mi despacho, en épocas de mucho trabajo-.

Cada árbol tiene su momento de floración. Todos son una maravilla en su unicidad: los de hoja perenne nos acompañan con idéntico formato, los caducos no sienten pudor ante la desnudez de sus ramas que los reduce a lo que mi hija llama un aspecto "despelujado" y en el corner de las orquídeas no es posible elegir una más bella que las demás ni más exquisita ni más grande.




La humildad es una virtud que debiera ser de serie en los humanos ante la inmensidad que nos supera por todas partes: el firmamento, los mares, la tierra y sus 89 millones de árboles en Inglaterra de los que hoy he sido consciente. Rindo pleitesía a su grandeza y su belleza y me siento polvo de estrellas.


miércoles, 1 de marzo de 2017

Los algoritmos no tienen ética


En 2017 se triplicarán las inversiones en "inteligencia artificial" en Silicon Valley lo que dará lugar al "next big thing" -fenómeno que impacta en la sociedad de manera relevante-, informa la consultora Forrester. Acumular y procesar datos es el objetivo de las máquinas. Cabe preguntarse ¿quién interpretará esos datos y bajo que parámetros?

Las máquinas de hoy entienden como un niño de cinco años, traducen como uno de trece, multiplican mejor que nadie, pero tienen la inteligencia emocional de un chihuahua, afirma Greg Corrado, experto de Google. ¿Cuáles es la gran ventaja de las máquinas? La velocidad. ¿Y la gran desventaja? La ausencia de un código moral porque "los algoritmos no tienen ética".

La transformación empresarial no es ajena a la evolución tecnológica sino que la incluye e integra al punto de que numerosas profesiones de hoy no existirán mañana. El dato: según la Universidad de Oxford, el 57% de los empleos actuales de la OCDE desaparecerán en los próximos años al mismo tiempo que surgirán profesiones hoy inexistentes (*)




Las transformaciones empresariales -y profesionales- serán un continuo en el que el cambio y la disrupción serán habituales. El cambio -lo único permanente, según Heráclito- podrá ser adaptativo a la inteligencia artificial, o intencional en la dirección evolutiva que precisa una tierra erosionada por guerras, hambrunas y desigualdades que tensan el planeta como una goma elástica a punto de estallar.

La transformación empresarial que urge en nuestras organizaciones productivas exige movilizar lo mejor del ser humano a través de cambios intencionales que propicien un futuro sostenible e integrador. ¿Cómo se hace?

Son muchas las metodologías que detallan cómo realizar esta transformación bajo el enfoque sistémico (global). Entre otras merece atención la Teoría U -desarrollada en el MIT, USA- cuya esencia consiste en transitar del ego-system al eco-system o lo que es lo mismo en mutar del yo (individuo) al nosotros (equipo) y del nosotros al todo (la empresas, e incluso los stakeholders). Finalmente dos son las claves que propone la Teoría U: "dejar marchar" el sufrimiento innecesario en las organizaciones, y "dejar llegar" los cambios que hagan posible un futuro esperanzador.




Mientras caminamos del ego-system al eco-system resulta práctico recordar que el punto ciego del liderazgo es ¡la consciencia! Y que el punto ciego de las organizaciones son los equipos y su gigantesco poder transformador.

En la creencia de que los equipos son la mejor palanca para propiciar transformaciones positivas en las organizaciones he diseñado una metodología propia, práctica y participativa para empresarios y directivos que comparto en dos únicos programas formativos anuales en Zaragoza y en Bilbao. Matrícula abierta. Plazas muy limitadas.



(*)   El futuro de las profesiones, libro de Daniel Susskind.
(**) La revolución de la inteligencia artificial, reportaje de Joseba Elorza.