viernes, 27 de julio de 2012

¿Churras, Merinas o Meninas? Discernir


Viernes 27, casi treinta grados, sol... A punto de salir hacia Prades (Francia) donde la orquesta de cámara de mi hija participa en un festival de música barroca. No es momento de escribir, lo sé y... sin embargo... apetece porque llevo horas pegada a la pantalla del ordenador, reagrupando papeles, creando documentos, realizando feedbacks, tirando objetos ¡qué liberación deshacerse de cosas que llevan meses en el despacho cogiendo polvo sin utilidad alguna! ¿por qué las guardo? ni idea. Escribo a chorro = sin pararme a construir frases fonéticamente atractivas, pensamientos coherentes que lleven al lector -a usted- a seguirme sobre el fondo negro del escritorio del blog. Lo siento... hoy he de correr, seguir corriendo, en la dirección de mis sueños que me sobrepasan en intensidad/ velocidad. Punto. Parada. Respiro. Sigo: salgo cuatro días, apenas  96 horas, pero un torbellino obsesivo me impulsa a dejarlo todo recogido, pulcro, cerrado ¿perfecto? Como si no fuese a volver, como si el tiempo fuese finito (que lo es), como si la oportunidad de hacer hoy, llamar hoy, y escribir hoy, tuviese la urgencia de un naufragio.

Ahí fuera el cielo se derrite como el helado de mango y chocolate negro que tanto me gusta en cucurucho de barquillo. Infancia. Eterno retorno. Mi amiga Sara hoy no coge el teléfono porque está con su nieto y el firmamento entero y sus galaxias se paran cuando Iker aparece en el resquicio de la puerta del chalet. Lo entiendo. Otras mil veces soy yo la que no le coge el teléfono porque trabajo, porque viajo, porque no apetece. Y lo sabe y lo acepta porque amar es aceptar aunque no entiendas. Me desquicia perder el tiempo ¡por teléfono! y me encanta perder el tiempo en persona en la trasera del edificio de Iberdrola, tomando un cortado mientras me cuenta el concierto de Mick Jagger en el Guggeheim Bilbao.

No es esto de lo que quiero escribir mientras mentalmente hago la maleta... quiero poner blanco sobre negro el verbo ¡¡discernir!! porque internet es un magma en el que entre los blogs, las webs, las páginas amarillas on line, google maps, LinkedIn, Facebook y Twitter resulta imposible saber quien es quien, y ya se sabe: a río revuelto ¡ganancia de pescadores de souffles, de espejismos y de pompas de jabón lagarto-lagarto! Se mezclan churras con merinas e incluso con meninas. Personalmente sigo creyendo en las personas en tres D = tridimensionales, cuya trayectoria observo durante semanas, meses, años y -a base de coherencia-ética-profesionalidad- se ganan mi confianza. No es lo mismo una formación profesional que una licenciatura, ni ser becario que catedrático, ni poder pedir un café en el aeropuerto de Heathrow que ser bilingüe en inglés.


Discernir, es un verbo con el que les dejooo... volveré, como las oscuras golondrinas... de mi balcón sus nidos a colgar... En fin ¡es verano!

miércoles, 25 de julio de 2012

¡Abracadabra!



De viaje por Ronda -(Málaga, Andalucía) cuya iglesia Espíritu Santo refleja la imagen- conecto con la fuerza transformadora de la palabra, cuyo origen conceptual se remonta a los hebreos, y descubro que en arameo -el idioma antiguo de los judíos- se utilizaba la expresión avara ka d`avara que se deformó a su paso por Mesopotania en la conocida expresión de los magos persas: abracadabra

Y mientras contemplo la belleza salvaje de este pueblo montañoso me sustraigo al colegio religioso de mi infancia donde la lectura diaria del Nuevo Testamento repicaba a Juan el Evangelista: "...en el inicio fue el verbo... y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros...". No se asusten: no padezco arrobamiento místico ni enajenación mental transitoria, bien al contrario, los ecos de estos conceptos resuenan en mí porque releo a Rafael Echeverría en el nada dudoso título: La empresa emergente (editorial Granica).

Es un libro interesante-inquietante que asienta las bases del trabajo que realizo: la capacidad de transformar realidades (que en ocasiones rozan lo imposible) armados tan sólo con la palabra: las preguntas poderosas, la escucha sublime y el feedback verbalizado cara a cara.

En las primeras cincuenta páginas resume Echevarría la evolución de la humanidad por lo que se refiere a los sistemas productivos y se ceba especialmente en autores clásicos como Taylor, Ford, Bennis, Sloan y  Fayol (*). Hasta ahí el discurso resulta informativo e insulso aunque necesario para voltear después al lector en una propuesta-sacudida conceptual interesante. Habla Echeverría de:

Los trabajadores manuales, cuya valía se asienta en la fuerza y la destreza física (obreros). 
Los trabajadores del conocimiento, catalogados como "cuello blanco", aquellos centrados en pensar, planificar (ingenieros). 
Los trabajadores que realizan tareas rutinarias. 
Los trabajadores creativos  que pueden ser contingentes (controladores) o innovadores (generadores de nuevos productos o servicios). 










Después -para completar el análisis- se vincula a los trabajadores innovadores con la generación de valor en el sentido de propiciar oportunidades de negocio para la empresa. El cúmulo de competencias que precisan estos trabajadores (mayoría en el siglo XXI, máxime en la parte alta del organigrama) se vertebran entorno la palabra como generadora de valor, de oportunidad. Tenía razón Juan, el Evangelista: "... en el principio fue el verbo..." y el resto es -sigue siendo- historia. Ahora que ya tenemos todas las claves conceptuales nos toca crear (generar) futuro. Usted, yo, nosotros, armados con ¡la palabra! 



(*) Para profundizar en estos autores sugiero la lectura de: El canon del management, de Alfonso-Durán y Pich.

domingo, 22 de julio de 2012

Vagancia Social

Aprovecho algunos ratos libres del verano para preparar encargos que se prolongarán durante el próximo año. Con regocijo estudio manuales que a lo largo de la última década se han ganado mi respeto por su sabiduría, practicidad, originalidad o, sencillamente, porque me identifico con el enfoque que proponen los autores para construir equipos transformadores en la empresa, un tema en el que deseo especializarme. 

El pretexto también me sirve para crear el esqueleto de una formación que impartiré a una docena de facilitadores de Zaragoza, Barcelona, Gerona, Bilbao y San Sebastián previa selección por currículum. Se desarrollará de octubre 2012 a junio 2013 -un sábado al mes, en mi despacho de la capital guipuzcoana- e incluirá tanto formación como supervisión de casos. 

Tras mi primera inmersión de buceo del año (esta mañana, a las 13 horas, con marea baja), tomando un martini en las rocas del Peine del Viento, me he puesto a leer el texto "Facilitación de Equipos de Trabajo" -investigación inédita de Sabino Ayestarán, profesor emérito de la UPV- y no sé si como efecto del etílico, del sol, o sencillamente del desarrollo argumental del libro, ha emergido como un corcho la expresión Vagancia Social: cuando en un equipo empresarial hay grandes diferencias entre el esfuerzo que realizan unas personas y otras para ayudarse mutuamente, baja la implicación de los individuos al nivel de las personas que menor apoyo ofrecen. Repito el concepto: cuando en un equipo empresarial hay grandes diferencias entre el esfuerzo que realizan unas personas y otras para ayudarse mutuamente, baja la implicación de los individuos al nivel de las personas que menor apoyo ofrecen, y a esto se le denomina en círculos académicos: Vagancia Social.


Con frecuencia observo a líderes que muestran comportamientos taimados ante quienes no están comprometidos totalmente con la tarea (objetivos del equipo) y las personas (apoyo mutuo), y aunque me consta que no lo hacen por maldad, las consecuencias son doblemente dañinas: bajan la implicación de todos los individuos al nivel del más insolidario, y se alejan de la eficacia.

La Vagancia Social es una enfermedad tan contagiosa como la varicela, y tan letal como el sida. Aún no se comercializa la vacuna, aunque trabajaremos en ello a partir de octubre... 

miércoles, 18 de julio de 2012

Los negocios ¡son conversaciones!


Ocho de cada diez iniciativas innovadoras mueren
porque no se abordan algunas conversaciones delicadas.

Chris Bárez Brown, en Brilla, Sobrevive y destaca en el Trabajo. Editorial Conecta.



 


En ausencia de algo sublime leo, al atardecer, en la playa que hay junto a mi casa, en San Sebastián. Sublime como estrechar entre los brazos o saltar olitas con un bebé de dos años. En tanto la vida me regala (o no) ese tesoro construyo mi barca, frente al mar, y reagrupo tres ideas entorno a la innovación que emergen como submarinos en el magma de mi mente. 

Del curso de creatividad en el que participé la semana pasada en la Universidad del País Vasco, pesco las cuatro opciones de innovación que se enunciaron: de producto, de servicio, de proceso y de concepto. En el debate posterior a las máster clases me permití aportar una quinta posibilidad: innovar en el mercado. Por ejemplo, algunos de los empresarios con los que trabajo en Adegi se están internacionalizando a la velocidad del rayo -rayo a veces cegador de las normativas extranjeras o las peculiaridades sociológicas de mercados emergentes como el peruano, el brasileño o el chino-. Las profesoras no aceptaron mi propuesta hallándola poco ortodoxa.

Leo en Expansión que para José Ángel Sánchez Asiaín (en calidad de presidente de la asociación de tecnología Cotec) la innovación ha de ser una prioridad si se quiere construir un nuevo modelo productivo en la economía española. Maltrecha economía española -esto no lo dice Sánchez Asiaín sino el magma de mi mente-.

Por último, retomo este verano algunas lecturas atrasadas y abordo un librito de 221 páginas coquetamente maquetadas en las que Chris Bárez Brown desarrolla algunas de ideas simples con el desparpajo que hallarán también en sus vídeos (ver links más abajo). 

Afirma que ocho de cada diez proyectos innovadores mueren debido a que no se abordan algunas conversaciones delicadas. La extrema sencillez de esta idea me ha pillado en la playa -con marea alta y el sol ocultándose tras el monte Igueldo- y me ha resultado clave para entender porque no sólo las propuestas de I+D, sino algunas unidades de negocio, algunos equipos de trabajo, algunos líderes con rango de D.G., e incluso algunas empresas mueren por omisión. Omisión de algunas conversaciones delicadas entre el responsable directo de un equipo de investigación y un analista cuyo desempeño lleva años muy por debajo de los estándares mínimos de calidad (y/o decoro) de la empresa. Más ejemplos reales: evitar conversaciones espinosas con trabajadores a los que se ha filmado reiteradamente sustrayendo de la empresa costosos materiales que merman los beneficios de los accionistas. También conozco un caso en el que se está esquivando una conversación honesta con el comité de empresa sobre la situación financiera antes de acometer algunos despidos. Creerán que exagero, pero es el pan, la sal, y casi la hiel nuestra de cada día. 

Por favor, aborden "conversaciones delicadas" en su vida laboral y personal propiciando que florezcan ideas innovadoras, relaciones fructíferas, pactos de empresa sostenibles, productos geniales, conceptos novedosos y (en general) un valor añadido por el que el cliente esté dispuesto a pagar. Prueben, comparen con los conocidos resultados de evitar esos diálogos, y elijan desde la experimentación ¡cuna de la prosperidad!


http://www.marketingdirecto.com/especiales/publicaciones/chris-barez-brown-brilla-sobrevive-y-destaca-en-el-trabajo-%C2%BFquien-es-el-elvis-de-esta-oficina/
http://www.youtube.com/watch?v=mZwzU5_5gxg

domingo, 15 de julio de 2012

Quizá sea cuestión ¡de dignidad!

La americana que viajaba a mi lado debiera haber comprado dos billetes de autobús: su culo aplastaba mi muslo derecho con grosera incorrección. No le dije nada, tampoco me moví un ápice en la convicción de que su "sensibilidad de paquidermo" acabaría por ceder: no lo hizo, y lo que empezó mal empeoró cuando comenzó a roncar y temí golpeara mi cabeza con la suya, aplastándome. No exagero, la mujer tenía las dimensiones corpulentas del amigo de Jack Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco (quiero pensar que han visto la magnífica película dirigida por Milos Forman). Sé que ésta no es una manera elegante de comenzar. Les pido disculpas. Lo intento de nuevo.

  
La noche del miércoles tuve una conversación con una tía muy querida que no está en su mejor momento y aunque no padece alzheimer se está volviendo irracional: deja que el pánico le atenace tobillos, y esos grilletes axfisian su otrora aguda inteligencia. La conversación se produjo al final de una jornada en la que yo me había desfondado con diversos asuntos laborales. Hablamos por teléfono al filo de las nueve de la noche, yo aún en el despacho, y la media hora de diálogo resultó un estéril combate entre la razón y la sinrazón porque el miedo rechaza el argumentario y sólo escucha sentimientos. No haré circunquiloquios: me enfadé como una mona, lo que desató setenta y dos horas de irritación y gruñidos varios apenas contenidos por la educación, las obligaciones, y la adultez de la que a ratos reniego con descaro -como el propio Jack Nicholson dentro y fuera del film-. Ésta tampoco es una manera elegante de comenzar, así que les pido disculpas y sigo intentándolo.


Tras movilizar todos mis recursos con escasos resultados, por fin, el sábado, recuperé mi natural estilo amable-conciliador si bien de una manera precaria que trato de afianzar antes de que comience la semana. Entre la medicina homeopática que me aplico están el mar, la mar, siempre, y la lectura. Qué bálsamo re-descubrir a Chejov a través de los ojos de Richard Ford -uno de los mejores escritores norteamericanos vivos-. Qué reparador descubrir hoy en el suplemento de El País la existencia de una Escuela de Vida situada en el londinense barrio de Bloomsbury, un lugar en el que varios intelectuales y filósofos liderados por Alain de Botton defienden la profesión que ejerzo en la última década: aportar consejo, consuelo, inspiración o dirección a las personas. Redimen la extraña ocupación que practico desde 2003 cuando en el País Vasco nadie había oído hablar del entrenamiento a líderes, equipos u organizaciones desde la pregunta y la escucha, desde la igualdad, y desde la ausencia de juicio que no de ética. 


Aunque el tronco de la Escuela de Vida lo constituyen los clásicos: Socrates, Platón, Seneca o Virgilio, la mayoría del profesorado escribe libros que en España publica Ediciones B. Entre los títulos: Cómo estar mentalmente equilibrado, de Philippa Perry (en la fotografía). Este tampoco me parece un comienzo acertado aunque servirá de cierre con una última reflexión. Voy por la vida observando ancianos y preguntándome qué aspecto tendré a los 64 años. Más que la ropa o el peinado me interesa lo que emanan: ¿razón/sinrazón, egoismo/generosidad, inteligencia/estupidez, flexibilidad/rigidez, alegría, inquietud, curiosidad...?  Hay de todo. Ciertamente quisiera tener un aspecto parecido al de Philippa: vigoroso, rebelde e intelectual.  http://cultura.elpais.com/cultura/2012/07/12/actualidad/1342092741_208951.html

viernes, 13 de julio de 2012

Creatividad ¿aprender o ser?

Hoy he llorado mucho, muchísimo, de risa, en el curso Entrenamiento del pensamiento creativo y herramientas para la generación de ideas, impartido por Natalia Garcia e Itziar Casillas, de la Fundación Novia Salcedo (Bilbao). 

Aunque en la jornada de hoy no se han abordado los "contextos" que propician la creatividad, los bellos paisajes y nobles edificios (como el Palacio de Miramar, en San Sebastián) facilitan la generación de alternativas en el pensar, trabajar y vivir. 

La primera fotografía ha sido tomada a las nueve de la mañana, segundos antes de comenzar el taller al que asistimos un centenar de personas de todas las edades, formaciones y procedencias. 


La segunda fotografía ha sido tomada durante el cofee break, antes de que nos avalanzásemos a la cafetería donde en cuestión de segundos han desaparecido los croissanes. El café sigue siendo tan malo como siempre. Hace veinte años que acudo a los cursos de verano de la Universidad del País Vasco y el café no mejora. Los ponentes, sin embargo, son casi siempre buenos.



Mi equipo se denomina Paranormal Creativity, está compuesto por ocho personas e insisto: nos hemos reído hasta el llanto durante las dinámicas participativas lideradas por Natalia e Itziar -a quienes conozco del CIE-Innobasque desde hace algunos años-. La fotografía recoge el momento en el que Edward De Bono y sus seis sombreros para pensar han hecho las delicias de los participantes. Aunque de Bono es un clásico, muchas personas aún no han disfrutado de la juguetona metodología que propicia entorno a un equipo, un reto bien formulado y comprendido, y un facilitador que impulsa a la participación equitativa de cada miembro del grupo.


El taller se prolongará durante dos días más. Prometo compartir. De hoy me quedo con tres conclusiones personales:  1º.-  Más que de creatividad casi toda la magia de los procesos está en "la mirada" (perspectiva) y en la escucha (que incluye el silencio). 2º.-  Los sombreros de Bono siguen siendo útiles, sobre todo si se enfocan como "frecuencias de pensamiento", idea muuuy interesante. 3º.- Con la edad, es cada vez más difícil que te sorprendan (descubrí a Bono en los años ochenta). ¡Cachis!

jueves, 12 de julio de 2012

El algoritmo de la vida

Cuando no trabajo, mi ropa vieja y yo flotamos al viento de la bahía. Es algo que me hace feliz. Hoy, mientras escribo, visto en clave vintage porque me he tomado una tarde libre en mitad de la semana para dormir, andar en bicicleta y leer frente al mar, en la terraza de La Perla http://www.la-perla.net/  y aunque la camarera sirve tan solo un cortado, somos dos: Richard Ford -con su autobiografía literaria Flores en las grietas- y yo, ambos de espaldas a la intensidad del tráfico, las abuelas con nietos primogénitos, las cuadrillas de quinceañeras que se hacen fotos, y los franceses. En verano, San Sebastián es una colonia afrancesada que inunda restaurantes y tiendas  de la pequeña ciudad y su entorno. En este contexto placentero algunas de mis neuronas hacen sinapsis -saltos de trapecista sin red en la materia gris de mi cerebro- y fusionan dos experiencias consecutivas de la semana que aun siendo opuestas se alcanzan -puesto que ocurren- en el límite de lo verosímil.    

Un científico con el que trabajo y su equipo construyen un algoritmo que permita evidenciar el valor de los productos y servicios que ofrece su multinacional a empresas radicadas en los Emiratos Árabes donde acaban de cerrar un contrato que supera los dos millones de euros. Puesto que además de trabajar para la firma que financia nuestros entrenamientos da clases en la universidad, con frecuencia añade un toque pedagógico a nuestras conversaciones. Mi última conexión con los algoritmos se remonta a los años setenta y puesto que no sabría clarificar la exacta diferencia entre una fórmula y un algoritmo, busco la definición en Google... En general, no existe ningún consenso definitivo en cuanto a la definición formal de algoritmo. Muchos autores los señalan como listas de instrucciones para resolver un problema abstracto, es decir, que un número finito de pasos convierten los datos de un problema (entrada) en una solución (salida).1 2 3 4 5 6 Sin embargo cabe notar que algunos algoritmos no necesariamente tienen que terminar o resolver un problema en particular. A lo largo de la historia varios autores... 

Cuarenta y ocho horas después de que el científico y yo acordásemos un cierto plan de contención (y criterios) para el algoritmo de valor sigo dando vueltas al concepto, mientras una emoción de rebeldía se abre paso en el variopinto caos de la jornada. Entiendo que los investigadores profundicen hasta dar con el ADN del infinito, pero reducirlo todo (o casi) a una fórmula... ¡Cielo santo, qué peligro, qué tristeza! ¿Cuál es el algoritmo del pétalo de una flor? ¿Qué variables permitirían calcular el valor de la amistad, el amor o la lealtad?

En el otro extremo del péndulo experiencial de la semana unos consultores presentaron en Adegi un foro de reflexión sobre los equipos de innovación y transformación. Doy por supuesta la bondad intencional que -como el valor a los soldados- se presupone. Sin embargo, se fueron a la polaridad opuesta del científico al limitarse a presentar enfoques, teorías e investigaciones hace muuucho tiempo conocidas-aplicadas en el País Vasco: los roles Belbin, y las conclusiones de Sabino Ayestarán entorno a los equipos de mejora versus equipos de innovación. No pude evitar oír en el tímpano de mi memoria la frase del propio sabio: ¡no es necesario estar todo el día descubriendo el Mediterráneo! 

Viejos conceptos con nuevas presentaciones: al menos el packaging de la idea del foro fue curioso.
En fin, unos tanto y otros tan poco ¡mundo de extremos!

miércoles, 4 de julio de 2012

Plan de Gestión

Tras unas semanas de intenso trabajo, por fin hoy los técnicos me han entregado en perfectas condiciones el nuevo plan de gestión. ¡Estoy contenta! y me siento renovada con el juguete ya que me permitirá: controlar las citas diarias con clientes, amigos, familiares y dentistas. Además, gracias al sofisticado sistema de gestión, podré saber las horas exactas que trabajo diaria-semanal y mensualmente y -a partir de esos datos, más el control de ingresos- calcular el ratio real del precio/ hora trabajada. Desde mañana mismo, el método hará posible planificar a corto, medio y largo plazo hasta dentro de un año. También está dotado de un chivato que alerta de los informes a preparar con una antelación desahogada, los feedback a entregar a las personas que terminan sus procesos de entrenamiento, los calendarios para los directivos de una misma empresa, y hasta las pequeñas frases o claims que incluyo en los Emails.


Alguno de ustedes estará pensando en el coste, en la dificultad de encontrar profesionales cualificados que diseñen para usted un plan de gestión que calce como el zapatito de Cenicienta con las necesidades de su negocio... Pues bien, mi plan de gestión personalizado, único, eficaz, transportable, cómodo y flexible es además, muy económico: 7,50 euros, con factura de Tamayo, la papelería tradicional de San Sebastián, donde me guardan cada año una agenda Quo Vadis, modelo Texthebdo, fabricada en la Unión Europea, cosida, de alta calidad y longeva: lleva circulando en el mercado internacional desde el año 1959 -casi acompasada con mi nacimiento, je je-. La eficaz herramienta de gestión me acompaña en la última década y soy capaz de dar la tabarra hasta que la traen del otro lado del planeta, de pedir una reserva, de anticipar su simbólico coste, y de ¡lo que haga falta! Todo gracias al Doctor Beltrami quien la ideó en 1952 para uso personal permitiendo ver a golpe de ojo -y de un solo trazo- toda la programación de la semana. Una maravilla que recomiendo.

Muchas personas me preguntan cómo llego a todo, a tanto, cómo puedo conciliar despachos en diversas ciudades, viajes, encuentros, comidas de negocios y hasta citas con la depiladora. Mérito cero: la magia está en mi plan de gestión, una agenda Quo Vadis, de siete euros y medio. Período de amortización: una hora, un día, unos minutos de la primera jornada de trabajo, mañana.

domingo, 1 de julio de 2012

Contratación de Personal ¿La puerta del éxito?

La felicidad consiste ¡en una siesta! de hora y media, algo que no practicaba desde el lejano mes de enero. Una siesta y ¡voilá! el mundo se coloca como un calcetín. He tenido una semana de seis días laborales de intenso trabajo interno y externo = gestión + atención a clientes (entrenamientos) y terminé muy contenta, motivada, chispeante de proyectos y exhausta, aunque la consciencia del cansancio no ha saltado hasta la mañana del domingo. 

Hoy me he despertado con un talante infernal, como un volcán rumiando lava, aunque sólo he salpicado las paredes domésticas y a las diez de la mañana he cargado al hombro la mochila y me he dirigido al Cantábrico: no hay estupidez ni prepotencia que salga ilesa del combate con el mar. Infinitas tandas de siete olas han templado el sable con el que, al amanecer, hubiera cortado algunas cabezas. 

Por mi trabajo, entro y salgo de las organizaciones como Pedro por su casa, y ese devenir me permite contrastar a fondo los aspectos que hacen funcionar o destruyen un negocio en el medio-largo plazo. Puedo verlo en acción, lo que facilita que separe el grano de la paja (lo útil de lo inútil) en un chequeo permanente entre la práctica y la teoría de los libros de empresa. Así que a estas alturas (más de siete mil horas de entrenamiento a líderes y equipos) no descubro la piedra filosofal si comparto con ustedes que: "... en las empresas, los problemas entran por la puerta de contratación...". No sólo porque algunos se dediquen a tomar el sol encima de los nenúfares -como la rana de la fotografía- sino porque porque más allá de las palabras las personas son el principal activo de las organizaciones. Lamento utilizar un discurso tan manido como cierto. Personas. Entreno las competencias soft para el ejercicio del liderazgo hard. Traduzco para quienes padezcan fobia anglófona: entreno las habilidades motivacionales y humanistas de las personas que hacen posible la producción, la excelencia, y el logro de objetivos en tres niveles: individual, de equipo y organizacional.


Y puesto que salgo y entro de las organizaciones como Pedro por su casa, de vez en cuando tropiezo con alguien que está haciendo la puñeta, con perdón. La semana pasada me encontré con una encargada nueva -antaño presidenta del comité de empresa- a la que además han incorporado al comité de dirección. Durante el entrenamiento manifestó un disgusto notable y una rotunda incapacidad para discernir qué hacer ante la petición de permiso de una trabajadora a su cargo que deseaba asistir al bautizo de un sobrino. Le pregunté en qué consistía la zozobra, y entonces me explicó que de las doce personas de su departamento dos estaban de baja y tres de vacaciones. Reconoció que -si accedía- era imposible cuadrar los turnos, imposible sacar la producción. ¿Entonces? le dije. No sabía cómo gestionar la petición puesto que su tendencia natural era decirle que sí, aunque su sentido común  le indicaba o contrario.

No quedó ahí el asunto, sino que la empleada consultó con los sindicatos descubriendo que podía disfrutar de cuatro días de permiso ya que el bautizo era en Portugal. La encargada no tenía claro en qué nivel debía posicionar su raciocinio y su conciencia: si en el individual, en el de equipo (habría que incomodar a los compañeros y sentar un precedente), o en el de la organización (coste añadido al tener que recompensar -pagando-  los días de sustitución). 

Si los problemas medianos entran por la puerta de la contratación; los problemas grandes se cuelan en el Comité de Dirección al que esta encargada pertenece. 

Terminamos el entrenamiento con una pregunta-reflexión que anotó en su cuaderno: ¿qué coste (económico, en calendario, en producción, en precedentes...) tendría para la empresa si en 2012 (beneficios bajos respecto a los años anteriores) todos los trabajadores cogieran cuatro días libres por bautizo de un sobrino? En fin, al escribir esta historia me acuerdo una vez más del anciano Meredith Belbin con quien me formé en Inglaterra. El sabio Belbin repite incombustible que en las empresas resulta clave situar a las personas adecuadas en los lugares adecuados calibrando con rigurosa inteligencia la aptitud y actitud de los trabajadores sean peones o directivos.