miércoles, 27 de diciembre de 2017

Todos somos infieles



La flexibilidad permite al gato la caída y recuperación en ágil armonía con su innato instinto de supervivencia. Y conocido es el dicho según el cual "los gatos gozan de siete vidas" -como los humanos, si nos referimos a la vida laboral-.

Siete cambios relevantes en una carrera profesional plena es lo que cabe esperar, según investigaciones realizadas por ESIC. ¿Siete? Siete, nada más y nada menos, por lo que los expertos en managment aconsejan mantener flexibilidad de gato y afiladas competencias de felino ya que "... si no cambias tú, te acaban cambiando a ti, y eso siempre es más doloroso y traumático...". 



Reinventarse una y otra vez resulta imprescindible
para mantenerse en el mercado laboral.


Las empresas -que también tienen instinto de supervivencia- cambian a una velocidad trepidante (sin antecedentes en la historia de la humanidad) siguiendo la demanda del mercado en una carrera sin fin en la que los profesionales han de aceptar lo efímero del conocimiento del hoy y la imperiosa necesidad (quizá obligación) de reinventarse; porque... ¿qué competencias y conocimientos seguirán siendo valiosos para su empresa dentro de dos o de cinco años? 

Por otro lado, muchos de los profesionales talentosos no están dispuestos a perpetuar un trabajo que no resulte estimulante porque quieren beberse la copa de la vida de un trago largo. La empresa ha de incentivar a sus profesionales facilitando la adquisición de nuevas habilidades, la promoción interna y -en general- el reconocimiento que en ocasiones fideliza al empleado.



¡Se acabó el trabajo de por vida!
Réquiem por la fidelidad (laboral)


Finalmente, no todos los profesionales están dispuestos a dejarse la piel en una empresa que considera a las personas un número en una cuadrícula, o un mal necesario para mejorar la cotización de las acciones.

Diríase que como la escalera que aparece en la fotografía, la vida profesional adquiere un resbaladizo barniz por las dos caras: la del empleado, que ha de mantenerse en forma de por vida actualizando sus conocimientos y competencias; y la de la empresa, que se descapitaliza si no cuida, motiva y forma a sus trabajadores. Y una cosa está clara: la infidelidad laboral de doble filo se ha instalado entre nosotros y amenaza con quedarse... ¿qué les parece? 


martes, 19 de diciembre de 2017

Un cuento de Navidad



Nueve kilómetros caminando sobre la hojarasca y el barro -esta mañana- en paralelo a un riachuelo tan hermoso que dolía.

Podía intuirse el sol al otro lado de una barrera densa de niebla. Imposible ver un árbol a cien metros, mucho menos un corzo que nunca se acerca tanto a los humanos.

A veces robo tiempo a mi agenda para la práctica de lo que los japoneses denomina "baños de bosque": camino en silencio dos o tres horas y alcanzo un inexplicable estado de felicidad que se está haciendo adictivo. A veces tengo ideas creativas para algunos proyectos. Otras disfruto de un encefalograma plano. En ocasiones descubro setas. Siempre oigo a los pájaros. A veces los veo.




De vuelta a casa he parado en un caserío y he comprado dos botes de mermelada de arándanos para hacer una tarta. Siento que la felicidad es esto. Justo esto. Nada más que esto. Las opciones son dos: o me ha dado un siroco, o he alcanzado la iluminación de los maestros budistas. En realidad solo hay una opción. ¡Me vuelvo al bosque!


domingo, 17 de diciembre de 2017

La importancia de volar



Liderar es "crear espacios donde las cosas ocurran" -me he escuchado diciendo este fin de semana ante una veintena de profesionales y directivos de varios sectores interesados en construir equipos para transformar organizaciones-.

Al comienzo de cada jornada propicio un check in -al que llamo "aterrizaje en sala"- como pretexto para que los participantes dejen marchar sus preocupaciones y se centren totalmente en el aquí-ahora ¡en la tarea de crear una experiencia de conocimiento compartido que nos haga un poco más sabios!

Buscando la motivación nunca repito la misma propuesta. El check in de ayer consistió en compartir algo bello o positivo que nos hubiera ocurrido en las horas previas. Cuando llegó mi turno alcé el vuelo junto a las aves que habían acompañado mi viaje entre San Sebastián y Zaragoza: media docena de halcones, bandadas de pájaros diminutos en aparente migración, cigüeñas regresando al nido de la vieja fábrica, urracas buscando el tesoro de un gusano y -ya en las inmediaciones del río Ebro- ¡un zarapito! La contemplación de tanta vida hizo que llegase contentísima al aula y que comenzase mi trabajo de facilitación con la propuesta de que los participantes volasen alto. Tras mi intervención se hizo un silencio que no supe interpretar, y mientras ponía en marcha el proyector me acordé de Antoine de Saint Exupéry quien pudo haber evitado la muerte en la Segunda Guerra Mundial trabajando en la retaguardia como periodista.  Pero prefirió ejercer de aviador y perdió la vida en una misión que había partido de la base de Córcega en 1944.




Cuando le insistían para que se quedase en la retaguardia como reportero, Antoine de Saint Exupéry decía: "... Primero hay que vivir. Escribir es una consecuencia...".   En mi oficio yo también creo que primero hay que trabajar codo con codo con las personas en fábricas y despachos. Enseñar es una consecuencia... 

Volar es desapegarse de la materia y elevar la conciencia por encima del gusano que picotea la urraca. Volar es comprar libertad dejando de comprar vanalidades. Volar es perseguir el sueño que tuvimos y abandonamos. Volar es ir contracorriente, a contrapié, mientras una pícara risa infantil (terriblemente adulta) se instala en nuestro interior con el regusto de un dulce mazapán. 


miércoles, 13 de diciembre de 2017

Elogio de la frugalidad



Mi hija vive en Londres. Anoche hablé con ella por teléfono. Sus tosecitas evidenciaban un resfriado. Sin embargo, mantuvimos una conversación animada sobre la vida profesional de ambas que -aún siendo distinta- coincide en muchas cosas. Me dormí serenamente y esta mañana me he despertado tosiendo. -Creo que cuando las personas se aman realmente sintonizan en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza ¡e incluso al otro lado del teléfono!-.

Cierto malestar (y una agenda gestionable) me han permitido una mañana ociosa que he dedicado a repasar La felicidad de la pobreza noble, libro escrito por Koji Nakano en 1992 cuya tercera lectura me ha resultado deliciosa.    


Frugalidad y modestia facilitan una vida armoniosa 
según el budismo japonés. 



Pintura de Ike no Taiga (período Edo). Japón.


El libro propone vivir con elegancia de espíritu o -por utilizar la expresión del volumen- "refinadamente" volcados en nuestro oficio y con mínimas pretensiones materiales como el ermitaño y poeta Kamo no Chomei que vivió en una choza de tres metros. El volumen también reitera las bondades de la frugalidad para liberar a los humanos del consumismo (esclavitud del siglo XXI).

En la cultura tradicional japonesa vivir con refinamiento significa "alejado de la atmósfera de la plaza del mercado" donde todo se compra y se vende y abundan los placeres fugitivos. 

No estoy segura de que este libro sane mi cuerpo, pero no tengo la menor duda de que está curando mi alma con su persistente propuesta de vivir con modestia y pensar con grandeza.

Antes de tomar la tercera infusión medicinal -y de cerrar este escrito-, copio dos poemas de Akemi (poeta japones del siglo XIX): "... Felicidad es cuando si llega un visitante descubres -¡qué alegría!- que tienes saque en la calabaza y se lo sirves... Felicidad es cuando miras tranquilamente mientras caminas entre montañas y arroyos que armonizan con tu espíritu...".



jueves, 7 de diciembre de 2017

¡Ama el trabajo que haces!



Algunas jornadas comienzan al volante camino de una fábrica. Me encuentro con imponderables como el granizo, la nieve y las retenciones por desprendimientos que obligan a los conductores a reducir la velocidad ocupando un solo carril de la calzada. Tic tac tic tac tic tac... El crono avanza mientras la posibilidad de llegar a mi destino con tiempo para serenarme, preparar la sala de trabajo y tomar un café de máquina se desvanece.




Es invierno, tiempo de nieve, granizo, lluvia, desprendimientos y retenciones. Solo cabe elegir la actitud con la que me tomo las circunstancias que están fuera de mi margen de maniobra. Como decía Epícteto, uno de los más populares filósofos griegos: "... Algunas cosas dependen de nosotros y otras no...".

¡Para qué desesperarme! Repaso mentalmente el guión de la jornada y los desafíos del equipo donde un puñado de profesionales navega entre el escepticismo de confiar en los demás y el anhelo de recuperar la inocencia...




La pelota que estruja Víctor ha pasado por muchas manos en los últimos quince años ya que forma parte del atrezo con el que entreno a equipos empresariales con la pretensión de romper la pétrea rigidez que a veces se produce, o para conectar a dos personas con la invisible trazabilidad aérea del esférico. Es un hombre gigantesco al que resulta fácil imaginar cazando en los bosques cercanos donde su paso firme y reflexivo y su silencioso rumiar interior no asustarían a las aves. En la fotografía estudia los paneles colocados en el suelo donde busca resonancia con lo que más le importa: el trabajo bien hecho, aunque se lleve por delante todo su tiempo y energía. Aunque el equipo está compuesto por nueve personas, es Víctor quien me trae un cortado sin azúcar cuando se da cuenta de que acabo de llegar a contrapié directamente de la carretera. ¡Grande, Víctor!

Algunas jornadas comienzan temprano al frente del volante camino de una escuela de negocios. Me encuentro con imponderables como el granizo, la nieve y retenciones... El crono avanza mientras la posibilidad de llegar a mi destino con tiempo para serenarme, preparar la sala de trabajo y tomar un café de máquina se desvanece. 

Cuando llego, Xabier está sereno, centrado, con las tareas preparadas, la sonrisa de bienvenida, las preguntas en espera, la escucha afinada (generativa), la atención plena, el conocimiento profundo de su oficio, la resiliencia de un samurai y el interés por gestionar bien a su equipo con lo mejor de la tradición industrial vasca y lo mejor de la innovación industrial cosmopolita. Sus calcetines le hacen honor como director de I +D, mientras sus impolutas botas reflejan disciplina, orden y ¡método! 




Xabier también se enfrenta a imponderables en una empresa familiar donde el patriarca impone maneras y criterios del medievo. Nuestro héroe respeta a sus mayores, aguanta, no tira la toalla y -como Epícteto- constata que hay cosas que se pueden cambiar y otras no. Se pone manos a la obra y cambia todo lo que puede ser cambiado mientras espera el momento propicio para modificar el resto. ¡Grande Xabier!



martes, 28 de noviembre de 2017

Un refugio donde el espíritu ¡vuela!



Marea baja y viento en calma hoy en el Cantábrico. Vaivén de olas cuya espuma jugaba a alcanzar mis botas ¡sin conseguirlo! durante el lujo de un paseo matinal y un café tomado en el puntal de la bahía, con el libro de Gao Xingjian que me regalaron con motivo de la exposición del polifacético artista en la sala Kubo de San Sebastián.






El premio Nobel de Literatura es de origen chino -aunque tiene nacionalidad francesa- y se considera un hombre del renacimiento ya que en sus setenta y siete años de vida ha sido cineasta, pintor y escritor, siendo esta disciplina la que le ha proporcionado mayor reconocimiento.

Como todas las personas reflexivas, Gao Xingjian lanza un mensaje a quien desee escucharle con la cabeza, el corazón y las manos (racionamiento, emoción y acción) al servicio de una vida con sentido.

Leo-Escucho al hombre que en la fotografía maneja con soltura la paletina y capturo un párrafo que me reconforta: "... Hace falta repensarlo todo, es necesaria una nueva motivación en la industria, la ciencia, la tecnología; un nuevo pensamiento con foco e interés humanístico. Sugiero un renacimiento que no tiene nada que ver con la religión, sino con la esencia humana...".

Escucho el eco de sus palabras como si estuvieran dentro de una caracola marina, me pierdo en la contemplación de una gaviota especialmente bella, y vuelvo a casa despacito mientras recuerdo una frase del Nobel: el arte es un refugio donde el espírtu ¡vuela!


domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Letargo o Reinvención?



Los fines de semana me visto de silencio. De ese vacío emerge la energía que me mantiene con vida el resto de la semana. Porque vivir es algo más que ir de un lado a otro del planeta descubriendo las entrañas de los negocios. Vivir es no perderse en la maraña mediática que nos hace creer que el mundo solo es solo economía. ¡No! eso sería como pensar que un árbol es solo corteza olvidando las raíces, ramas, hojas, frutos, nidos... ¡periferia!¡ecosistema!

En silencio recorro bosques y el pelo se me enreda en los hayedos. Tirando de mis hebras salen pensamientos que otorgan dimensión a la actividad que me lleva de una fábrica a un comité de dirección y de un campo e fútbol a una planta de automoción. Entre las hebras de mi pelo flota agradecimiento a los cientos de personas que han participado en alguna de mis conferencias, formaciones, entrenamientos o sesiones de los últimos treinta años de vida laboral. Debo a estas personas lo que soy y lo qué se, porque sus necesidades y expectativas me han impulsado a ampliar mis conocimientos ¡Ellos me han hecho crecer!

Los tres profesionales de la fotografía -Robinson (Elecnor) Enrique (Ikusi) e Ignacio (Aisi)- son parte de un equipo al que formo en Bilbao, compañeros de un viaje en el que sus preguntas, propuestas, aportaciones y sentido del humor siguen modulando mi aprendizaje de los equipos en entornos productivos. 


El humor es una adaptación evolutiva
contra la desesperación de la inteligencia.



Desde Heráclito hasta Bruce Lee, personajes de todos los tiempos consideran que la vida es cambio. En realidad, estarán de acuerdo conmigo en que nunca hubo un lugar seguro en el que aletargarse. Entonces ¿por qué nos resistimos al cambio?

Afirma el fundador de tuenti, Adeyemi Ajao: quien no se adapta ¡está fuera! Quizá sea una de las razones por las sigo construyendo proyectos, liderando cambios y acompañando transformaciones: cada década me reinvento gracias a las personas que confían en mi trabajo y a los que nunca llamaré "clientes" como ellos tampoco me llaman "proveedor", aunque tenga un número de registro.




Entre mis aprendizajes aterrizados, la "memoria transactiva" de los equipos (el conocimiento preciso de lo que cada cual hace bien) junto con la "construcción de significados compartidos" se alzan con especial relevancia entre los factores cognitivos que aseguran la viabilidad de un equipo de trabajo ¡incluso de un equipo virtual!

Reconforta que las últimas investigaciones en emprendimiento digital corroboren aspectos que comparto con profesionales como Robin, Enrique e Ignacio: la confianza es el pilar sobre el que se asienta el trabajo en equipo (incluso si es virtual); la transparencia en la comunicación es un factor relevante; los encuentros personales son necesarios porque el lenguaje corporal y el contacto visual contribuyen a establecer conexiones de calidad, y los equipos más efectivos oscilan entre los 5-7 profesionales...

El martes día 28 de noviembre un selecto grupo de analistas y expertos en big data, economía circular, inteligencia artificial e industria 4.0 se darán cita en el Museo Reina Sofía (Madrid) en el Evento Retina. Podremos dudar de la fiabilidad de sus algoritmos, sin embargo, estamos seguros de que habrá personas. ¡Siempre personas! Y esa es la magia de mi trabajo.


miércoles, 22 de noviembre de 2017

Empleabilidad = Competencias Transversales



El Hotel María Cristina de San Sebastián era esta mañana un hervidero de trajes, corbatas y tacones dispuestos a participar en el VI Desayuno de trabajo organizado por Adegi, la Asociación de Empresarios de Guipúzcoa -con la que tengo el honor de colaborar desde hace años-, Kutxabank y la Universidad del País Vasco-EHU cuyos representantes vemos charlando animosamente en la fotografía.


Ante un centenar de invitados dispuestos en mesas circulares en el salón del gran hotel, la rectora de la Universidad del País Vasco, Nekane Balluerka, ha compartido datos relevantes de la institución que lidera con orgullo no exento de humildad focalizada en la mejora permanente para servir al alumnado, la sociedad y el mundo empresarial -altamente representado en la sala- al que con un delicioso tono magistral ha pedido colaboración para acoger a los jóvenes, desarrollar su talento y transferirlo a la sociedad.

Como experta investigadora y docente, ha aportado un torrente de datos entre los que destaco uno: la población guipuzoana envejece y la tasa de natalidad disminuye, por lo que en unos años la mano de obra cualificada escaseará de manera preocupante. 




A preguntas de Mikel  Sarriegi (de pie en la fotografía), la rectora ha profundizado en la versatilidad de las formaciones duales y en el entrenamiento de competencias transversales que incrementan la empleabilidad de las personas. Entre las competencias que se consideran esenciales para mejorar la aportación de valor a las empresas se encuentran muchas de las que venimos entrenando: comunicación en un sentido pleno, escucha de calidad, adaptabilidad, espíritu innovador, pro-actividad y en general -aunque Nekane Balluerka no lo ha dicho- ¡hambre de gol! de "comerse el mundo" haciendo, aportando y sirviendo. 

Entre los asistentes más críticos un rumor en el salón del gran hotel: "... nuestros jóvenes están más y mejor preparados que nunca, pero sus salarios son la mitad (o un tercio) de los de sus padres...". ¡Sigamos pedaleando!


sábado, 18 de noviembre de 2017

El candil de la vida interior, Pablo dÓrs



Este hombre dice que "... El mundo sufre, que está cansado de promesas incumplidas, y que el planeta anhela que alguien le escuche...".

Cabe preguntarse: ¿qué habría que escuchar? a lo que yo respondería: ¡Un largo lamento!

Pero el escritor Pablo d´Ors, pone un dedo en la llaga y otro en el estusiasmo que da título a su última novela (editada por Galaxia Gutenberg hace unas semanas). Entusiasmo que atrapa algo de la luz y la felicidad que proporciona la vida interior... 




Combino estas reflexiones con las que emergen de las clases que imparto a directivos interesados en transformar sus organizaciones. En el último encuentro (Bilbao) los participantes se engancharon a la importancia de la escucha como competencia comunicacional: escucha de uno mismo (necesidades, sueños y anhelos); escucha empática a los demás (imprescindible en los equipos de trabajo) y escucha generativa al Todo (empresa, sociedad...).

Junto con la escucha, la veintena de directivos capturó la importancia del autocuidado como elemento esencial de la gestión inteligente de una carrera profesional (cuando no de una vida).

Entre los secretos que me mantienen "en forma" destacaría la dedicación de tiempo de calidad a la "cita con el artista", una propuesta de Julia Camerón que consiste en quedar contigo misma para hacer algo inspirador que te llene las arcas del alma. En las ciudades, los lugares más propicios que he encontrado para resetear el cuerpo, la mente y el espíritu son los museos, por su espacioso silencio y sus colores que incitan a crear... Uno de los museos que visito con frecuencia es el de Bellas Artes de Bilbao que contiene una poderosa colección permanente de obras maestras.


Obra de Miguel Barceló 


La obra del pintor neo-expresionista presenta pepitas de calabaza adheridas a la superficie del cuadro de gran formato en el cuya inscripción Barceló afirma: "... Pintar como cocinar, cocinar como pintar. Desde siempre me encanta esa idea...".

En la misma planta del museo está el "Gran Óvalo" de Antoni Tápies -que me gusta mucho-. Leo en la reseña: "... Un cuadro es una puerta que conduce a otras puerta..." ¡Como la vida interior! (pienso) y releo a Pablo dÓrs y cierro el círculo.

  

domingo, 12 de noviembre de 2017

Protegerse... ¡de la barbarie!



Construyo diques de contención a la barbarie. Cada vez con mayor frecuencia, mi oficio exige la construcción de muros que frenen las aguas de la inconsciencia que amenaza con anegar proyectos y personas sin contemplación alguna. 

Aunque la riada carece de intención destructiva, la realidad muestra la intensidad de los daños colaterales en los seres humanos que estamos hechos de materia blanda...




Como un castor -en compañía de otros roedores de miserias- transporto palitos, hojas, cortezas y hasta plantas acuáticas para frenar el imparable avance del sufrimiento innecesario en las organizaciones productivas. 

En las empresas se orilla a los tibios y se sobrecarga a los apasionados que tienden a coger todo lo que se les lanza educados en la disciplina, obediencia a la autoridad, aguante y ausencia de asertividad. ¿Qué es la asertividad? la expresión de una sana autoestima: saber decir no y argumentarlo, discrepar con elegancia, comunicar que algo no es adecuado para ti en este momento o te supera.

No se me escapa la percepción de injusticia que tienen los mejores profesionales de una empresa cuando (capaces y comprometidos) observan que se les carga ilimitadamente hasta acabar como aquellas mulas de los cómics que terminaban espatarradas contra el suelo. Tendría gracia... ¡si no fuese tan doloroso para mi!


Además observo que cuando los profesionales sufren burn out (el síndrome del quemado) tienden a pensar que han fracasado porque no han sido superhéroes del asfalto. Toda una trampa mental que está golpeando a ciertos profesionales que llegan al despacho sin conocer los rudimentos del auto-cuidado, ni cómo poner límites al exceso. La trampa consiste en la ausencia de diques de contención ante la voracidad de los negocios sometidos a una rapidez extrema, competencia global y presión de los accionistas.

En este marco de trabajo con valientes y heroicos profesionales que caen en el fulgor de la batalla, leo a Ramón Oliver -certero como un láser en su página del suplemento Negocios de El País-: "... La falta de apoyo de los directivos hacia sus empleados en momentos críticos de sus vidas es una de las mayores causa de fuga de talento...".

Considero que -junto con la seguridad física, la higiene y la ergonomía- los servicios de prevención de riesgos laborales tendrán que ocuparse (cada vez con mayor frecuencia) de la salud emocional de los profesionales sometida a imprevistos y vaivenes por razones inherentes a la empresa o a la vida...



lunes, 6 de noviembre de 2017

El líder impacta en la motivación del equipo



La empresa es uno de los nueve puntos de acupuntura que propone la Teoría U para sanar la tierra, abordar el punto de ciego del siglo XXI y liderar desde el futuro que emerge.

El punto ciego del liderazgo es la consciencia y el punto ciego de las empresas es liberar el potencial de los equipos  en cuyo entrenamiento estoy volcada desde hace quince años y constituye una sana obsesión. ¿Obsesión? ¿Sana Obsesión? Si, porque me permite constatar que la construcción de equipos transforma las organizaciones productivas.

La empresa como un punto de acupuntura que propicia liderar el futuro que emerge + la creación de equipos como palanca del cambio intencional, son los ejes sobre los que pivotan mi tiempo y energía ya que entroncan con mi vocación de "agente del cambio".

En este marco referencial entreno a lideres y equipos en las propias empresas, sobre las propias tareas que les atañen, acompañando procesos reflexivos que propician certeros diagnósticos de situación y toma de decisiones con un liderazgo compartido y transformacional que desarrolla a los profesionales y agiganta los resultados que se alcanzan "más rápido y mejor" en palabras de Joan Navarra -general manager en AISI- activo participante de uno de mis equipos. 


  



"Los profesionales dan más y más rápido"  -afirma Joan- y añade: "... he comprendido que los líderes nos convertimos en factores de motivación extrínseca para nuestros compañeros y estoy decidido a influir positivamente en el ánimo de los trabajadores porque yo me iré, pero ellos quedarán y la actividad de la fábrica seguirá adelante...".

Aunque solo conozco a Joan desde hace unas semanas compruebo su rápido aprendizaje e integración conceptual de lo que abordamos. Por ejemplo: que si bien la aptitud (conocimiento) suma, la actitud (motivación) multiplica,  o también que la motivación puede ser intrínseca (depende 100% de uno mismo) o extrínseca (depende de factores diversos, entre los que se encuentra nuestro jefe directo).  Dado que ocupa un rango alto en la pirámide organizacional está decidido a ser un factor motivacional extrínseco positivo para sus compañeros.  

Cuando nos despedimos alguien recuerda que en liderazgo es realmente práctico aplicar un concepto que vimos hace un par de meses: primero hay que fluir (estar bien con uno mismo) para poder confluir (con los demás) e influir en la empresa. Fluir + Confluir + Influir. Hermoso mi oficio y ¡grandes mis compañeros de viaje!



miércoles, 1 de noviembre de 2017

¡Quiero que gane papá!


La festividad de Todos los Santos ha dejado en San Sebastián un día veraniego que he aprovechado para darme un baño en la playa de mi barrio y acercarme al Real Club de Tenis de San Sebastián.

La zona ajardinada del club ofrece una veintena de mesitas bajo las palmeras en las que los lugareños leemos el periódico, charlamos con los amigos o disfrutamos de un aperitivo o un café. En mi caso, un americano con azúcar moreno como siempre recuerda Iker, el camarero del turno de mañana en días festivos. 




Mientras disfrutaba de la lectura de mi última adquisición bibliográfica: Más allá de lo medible -escrito por Margaret Heffernan- dos hombres jugaban un partido de tenis y dos niños ejercían de recogepelotas. Estaban a dos metros de distancia al otro lado de la valla protectora de la pista, así que resultaba imposible no oírles. 

El más pequeño no dejaba de repetir "¡quiero que gane papá!" mientras su padre perdía 0/15, 0/30... Cuando el tono de la criatura (un par de años mayor que la niña de la fotografía) rozaba las lágrimas, he dejado el libro sobre la mesa boca abajo en la página que estaba leyendo, me he levantado, y le he dicho al más pequeño: la próxima vez que le pases la bola a tu padre piensa que va llena de magia para ganar ¿vale? El niño ha sacudido varias veces afirmativamente la cabeza y su padre ha empezado a ganar: 15/0... 30/0... Antes de que terminasen el punto me he ido sonriendo al pequeño que me ha hecho el signo de victoria con sus deditos... ¡Actos de psicomagia! que diría Jodorowsky.


domingo, 29 de octubre de 2017

Si no lo ves ¡no lo puedes cambiar!



No por mucho repetir que "hay que escuchar" se interioriza como una habilidad esencial de los humanos dentro y fuera del marco productivo, igual que no por mucho madrugar amanece más temprano.

Escuchar forma parte del conjunto de competencias vinculadas a la comunicación -que representa el 90% de todas las dificultades empresariales- que se alza como la competencia estelar de la gerencia. 

Superada la obviedad de que escuchar es algo más que oír, las consecuencias de una escucha deficiente son preocupantes porque detrás de la sordera directiva hay una negación de lo que no se quiere aceptar porque provocaría una zozobra ética que obligaría a una solidaridad que no siempre se quiere aportar.





Afirma en El País el arquitecto más famoso del planeta, Norman Foster, que en su estudio de Londres -en el que trabajan 1.300 empleados- lo que se hace es: "... escuchar, preguntar y comprender..." antes de diseñar, dibujar o proyectar cualquiera de los megaedificios que construyen en cualquier lugar del planeta.   

La activista y diseñadora británica Carry Somers lleva cuatro años poniendo conciencia en el proceso productivo de la moda después de que en el año 2013 se derrumbara una fábrica textil en Bangladés donde murieron más de mil personas. ¿Quién ha hecho tu ropa? es el slogan de la campaña por la transparencia en la creación de las prendas por personas explotadas de manera obscena. Somers viaja a las fábricas con frecuencia porque -según dice- si no lo ves ¡no lo puedes cambiar! 




Escuchar no es oír. Escuchar es ver. Escuchar es ver ¡lo que es! la realidad que -aun siendo poliédrica- presenta una silueta reconocible para todos. 

Si los líderes no optan con radical honestidad por escuchar, llevaran a sus naves contra las rocas siguiendo cantos de sirena. ¿Qué hay que escuchar? lo que acontece en sus empresas y los empleados transfieren, lo que los clientes comparten y lo que hace la competencia, lo que los proveedores alertan y lo que el mundo necesita...

Escuchar es algo más que un estribillo de moda. Escuchar es poner consciencia ante lo que acontece sin cerrar los ojos y taponar los oídos, es reconocer la necesidad de cambios urgentes, importantes y necesarios en las empresas. 


jueves, 26 de octubre de 2017

Ataque de pánico ¡Cuestión de percepciones!


El árbol de casa pierde sus hojas al viento del otoño que no afecta a otras plantas, porque cada uno vive la feria ¡según le va en ella! Y la magia siempre cae del lado de quien decide seguir adelante, contra viento, marea, otoño o primavera.

Ajenos al calendario, los llamados "pendientes de la reina" señorean a mi lado mientras bebo el primer termo de kukicha, brebaje que calma la adrenalina de la jornada vivida ayer en Bilbao.


El Gobierno Vasco organizó un encuentro en el Archivo Histórico de Euskadi (María Díaz de Haro, 3) en el que tres profesionales internacionales y cinco nacionales aportamos una ponencia sobre nuestra especialidad bajo el slogan "Responsabilidad Compartida" ante más de un centenar de expertos en seguridad vial.


El evento estuvo organizado con la exquisitez de una junta en la sede del parlamento europeo. Sin exagerar: impecables azafatas trilingües, cafés y bollitos, recepción de bienvenida, enormes pantallas y micrófonos de todos los estilos: diadema, solapa, de mano, de atril... ¡Seguro que en la encuesta de satisfacción obtuvieron un sobresaliente! 



La invitación a participar la recibí de Sonia Díaz de Corcuera, Directora de Tráfico del Gobierno Vasco, con excelente capacidad comunicativa y humanidad en todos sus gestos dentro y fuera de los focos...

Pese a mi ya larga experiencia como speaker, viví dos momentos de pánico que pasaron tan desapercibidos por el público como conscientes para mí. Uno, cuando ya me encontraba sobre el escenario y me presentaban -momento en el que tuve físicamente el impulso de huir (corriendo por el lateral derecho, exactamente igual que en los dibujos animados)-, y otro durante la comida en la que estaba sentada junto a un fiscal, un consejero del gobierno vasco, un doctor en psicología y un renombrado director creativo. Mientras me fundía con el queso de rulo del primer plato no podía dejar de preguntarme ¿qué hace aquí la hija de Miguel y Azucena (mis padres)? y todavía no he podido contestarme.  


El director creativo, David Caballero, (en el atril) compartió media docena de anuncios  de BMW diseñados bajo su supervisión entre los años noventa y 2017 en los que era posible descubrir el "juego de espejos" de las percepciones humanas en la toma de decisiones. Cabe otorgar a Caballero la credibilidad de quien ha recibido numerosos galardones en Cannes, San Sebastián y Nueva York por sus campañas para Ikea, el Corte Inglés o Coca Cola.

Durante mi ponencia martillee con mi copla sobre el "sufrimiento innecesario" en las organizaciones productivas y recuperé la estrofa que acompaña todas mis intervenciones: los enemigos de los equipos son el ego, los grupúsculos y la falta de honestidad. Después aposté por la Teoría U, la Economía del Bien Común y la Reinvención de las Organizaciones como luces al final del tenebroso tunel del tiempo que vivimos.

Al cierre de la jornada el publicista pidió un taxi que compartió con los invitados internacionales que se dirigían al aeropuerto de Loiu (Vizcaya). El resto les acompañamos hasta que llegó el coche y -en el último momento- Caballero me preguntó: Azucena ... ¿cómo se acaba con los grupúsculos...? el taxista puso en marcha el vehículo y arrancó. Yo me prometí escribir la respuesta otro día, en otro post. Continuará.



sábado, 21 de octubre de 2017

Desempeño = Potencial - Ruido





En la cima de su carrera, estos profesionales se afanan por seguir aprendiendo para mantener un as en la manga del futuro. Un arquitecto y dos ingenieros de tres empresas punteras en su sector (consultoría, telecomunicaciones y tics-electrónica) fortalecen competencias de liderazgo al frente de equipos de innovación. Ciertamente, en 2017 todos nos encontramos ante el desafío de inventar nuevas formas de vivir y trabajar que mejoren los resultados económicos y nos mejoren como personas al mismo tiempo. 



Desempeño = Potencial - Ruido


¿De qué hablan? Del "ruido" que lastra su enorme potencial como un freno de mano alzado en un ferrari. ¿Qué ruido? Las ideas limitantes, el miedo, el estrés, la soledad, la falta de reconocimiento, el ego, la vanidad... Todos podemos asumir ese listado porque estamos "en construcción" -como la página web que dí de alta hace tres años y cuya clave de acceso he olvidado-. Ruido es todo lo que empequeñece la línea del horizonte que nos pertenece y a la que somos llamados por el destino. Desempeño = Potencial - Ruido. Se trata de una fórmula que me enseñó un directivo de Aernova -experto en motores- quien explicó que el ruido también incapacita a las máquinas para alcanzar su máximo potencial.




Entre otros contenidos, la exploración de la "fórmula del desempeño" tuvo lugar ayer en Bilbao por parte de los dieciséis alumnos que integran la décimo segunda promoción del curso Construir Equipos para Transformar Organizaciones que he ido creando con primor -en los últimos quince años- como un experimento de alquimia, y cuya próxima edición en Zaragoza (quinta en la capital aragonesa) comenzará el 10 de noviembre de 2017. ¡Ojalá nos veamos allí!


miércoles, 18 de octubre de 2017

Otro mundo ¡es posible! depende de nosotros



Cuando me invitaron a participar como ponente en el congreso anual de seguridad vial (Dirección General de Tráfico) les dije que ¡muchas gracias! pero que soy temeraria incluso en carreteras secundarias. 

Una vez asimilaron la broma, persistieron en el intento explicando que mi intervención formaría parte del bloque temático vinculado al "factor humano" Hum... ¡el factor humano! eso me sonaba más cercano. Pero cuando realmente me convencieron fue al citar a Aitor Aritzeta a quien admiro por ser co-autor de varios libros de cabecera del mundo de los equipos junto con mi mentor, el franciscano Sabino Ayestarán. El doctor Aritzeta sería el moderador de las tres ponencias vinculadas al "factor humano" y en el tiempo adjudicado a mi intervención yo podría desarrollar cualquier hipótesis vinculada a mi trabajo con profesionales, equipos y empresas.

Como siempre, el señuelo de la libertad atrapó mi interés y orientó mi caleidoscopio mental en busca de aportaciones en el marco de una sala abarrotada de técnicos nacionales y expertos internacionales en seguridad vial. 

Hechas las sumas y las restas de cuarenta años de vida laboral vinculadas a las personas, comparto algunas observaciones -quizá temerarias como mi propia conducción en carreteras comarcales-.




Primera observación: constato mucho dolor en despachos y fábricas de empresas de todos los sectores y tamaños. Como piojos en costura, las organizaciones están infectadas de un sufrimiento innecesario que enferma a las personas, los equipos y al propio tejido empresarial. Fíjense que mientras el sobre-esfuerzo, la globalización de los mercados, la salvaje competitividad, o las dificultades inherentes a la falta de financiación no resultan mortales, las relaciones interpersonales tóxicas -carentes de alma- acaban por destrozar la belleza de cualquier proyecto.




Segunda observación: existen tres venenos mortales para los equipos de trabajo. ¿Cuáles son? El ego, los grupúsculos y la falta de honestidad, y los tres provocan sufrimiento innecesario. El ego prioriza el interés individual en detrimento del colectivo. El "yo" por encima del "nosotros". Los grupúsculos son reinos de taifas en los que estás conmigo o contra mí, una posición excluyente que destruye los cimientos de la totalidad. Finalmente, la falta de honestidad es el cajón de sastre de la traición, la mentira, la manipulación y la ausencia de coherencia entre el "siento, pienso, digo y hago". La ausencia de honestidad hace añicos la credibilidad de los líderes y el juego limpio en los equipos y enferma a las organizaciones por: desmotivación, rotación en los puestos de trabajo, absentismo,  fuga de talento... y -como consecuencia de todo ello- merma de la cuenta de resultados.

El factor humano tiene la grandeza de los dioses y la miseria de los demonios. Nosotros elegimos cada jornada -en cada decisión y comportamiento- de qué lado inclinamos la balanza.

Sería fabuloso poner al servicio del mundo lo mejor de nosotros mismos ¡esa parte de grandeza que compartimos con los dioses! Sobre la posibilidad de crear un mundo mejor trabajan algunos investigadores relevantes que -aun perteneciendo a distintas generaciones y contextos- apuntan en una misma dirección. Enunciemos sus propuestas:

En Estados Unidos emerge la Teoría U -desarrollada en el MIT por Otto Scharmer y su equipo (Peter Senge, Arawana Hayashi)- cuya aplicación en varias empresas e instituciones vascas (como el ayuntamiento de Vitoria) está siendo una bella experiencia-. En Austria surge La Economía del Bien Común  diseñada por Christian Felber quien ha estado varias veces en el País Vasco y lidera una red colaborativa internacional. Finalmente sigo muy de cerca la propuesta de Reinventar las Organizaciones lanzada por el belga Frederic Laloux en su libro homólogo donde propone empresas teal-evolutivas en las que el respeto al medio ambiente, la ética y el buen gobierno sean compatibles con la sostenibilidad de los negocios, el desarrollo de los profesionales y la satisfacción de los stakeholders.

Todo el tiempo el factor humano decide priorizar el ego o el bien común; la honestidad o el fraude; la solidaridad o la codicia. La decisión nos pertenece a usted, a mí... ¡a todos! 

Es una evidencia que la humanidad avanza imparable en tecnología y en creación de productos y servicios, pero no crecemos con la misma celeridad en grandeza porque olvidamos que un médico no es alguien que "corta y cose", sino un profesional que salva vidas; y porque un albañil no es alguien que pone ladrillos sino un profesional que crea espacios donde rezan los hombres; y porque un policía no es alguien que hace controles de alcoholemia, sino una persona que nos protege de accidentes propios y ajenos. 

Lo que hacemos cotidianamente ha de tener un propósito y quien tiene un para qué encuentra un como al servicio de lo trascendente que nos diferencia de los robots y los drones.

Como un ADN portamos el "factor humano" cuajado de grandeza para surcar el firmamento y hacer de este planeta un lugar mejor cuando nos hayamos ido. Y, por favor, ¡no pierdan de vista a esos tres impostores: el ego, los grupúsculos y la falta de honestidad!



viernes, 13 de octubre de 2017

Mejor en armonía que enrabietados



El día ha comenzado con un ala rota y -aplicando toda mi magia- he conseguido evadir la nostalgia que luchaba por hacerse consciente-presente en mi actividad profesional. Confieso que he conseguido salir airosa tirando de oficio más que de alegría, pero cuando al final de la tarde he llegado a casa, mi ánimo chapoteaba del lado oscuro, así que me he aferrado al teclado del ordenador como un naufrago al escollo del navío.

Una persona a la que conocí se ha suicidado dejando tras de sí algunos sueños y un inmenso amor por la vida, que la vida no ha correspondido. Me he puesto seria por dentro al comprender la fragilidad humana ante la bestia del dolor que -a veces- nos gana la partida. 




La jornada ha traído sus desafíos, y yo he acudido puntual a la cita con dos equipos industriales (de diferentes empresas) en los que han salido a flote algunos corchitos que llevaban tiempo sumergidos en el fango: ciertas tensiones interpersonales aliñadas con un pizca de ego, cortoplacismo, ambición y crueldad. Me he sentido frustrada al sentir la modestia de mi oficio para transformar el mundo (empresarial).  

Sobre la mesa de trabajo tenía abiertos los apuntes de la master class que impartiré en Bilbao -la semana que viene- a una veintena de directivos a los que explicaré que entre los factores que aseguran la viabilidad de un equipo destaca uno: la capacidad de ayudarse mutuamente. Ayudarse. Mutuamente. ¿A qué esperamos para recuperar las alas?



Cansada pero aún lúcida, me he ido a la cama con el informe del World Economic Forum que sintetiza las características de los profesionales del futuro (2020): resolver problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad, gestión de personas (¡ay las personas!), coordinación con otros, inteligencia emocional, criterio en la toma de decisiones, orientación al servicio (¡ay el servicio!), flexibilidad cognitiva y negociación.

Recompongo mis alas para sobrevolar corchitos que emergen del fango, de vez en cuando, en las organizaciones y -de paso- aligerar sufrimiento innecesario provocado por el factor humano -del que otro día escribiré-.  


martes, 10 de octubre de 2017

Nunca darse por vencido. ¡Resiliencia!


Cuentan... que los judíos que sobrevivieron a los campos de concentración nazis compartían una característica. Narran... que caminaban descalzos sobre el hielo, que la zarpa del hambre les arañaba el estómago, que padecieron humillación, desprecio y una radical ausencia de ternura. Quienes sobrevivieron tenían algo en común ¿qué era?

En un entorno hostil -cuyas reglas y circunstancias no podían modificar- la única esperanza estaba en el interior de cada prisionero, porque podían despojarles de la ropa pero no del alma, y faltarles al respeto pero no doblegar sus convicciones, porque podían mortificar el cuerpo y tratarlos como alimañas, pero ellos poseían un arma imbatible.

Uno de prisioneros fue Viktor Frankl -neurólogo y psiquiatra austriaco- a quien sin duda sus conocimientos de la mente humana y sus infinitos recursos le permitieron movilizar el "poder la actitud" en favor de su vida y la de su hijo -recluido con Frankl en diversos campos de concentración entre 1942 y 1945-.




Con esta anécdota comencé ayer el entrenamiento de un equipo industrial que atraviesa una época frenética de pedidos. Empecé con la "resiliencia" porque se les percibe agotados (físicamente) y emocionalmente desinflados; además, cada vez que avanzo entre las máquinas oigo con frecuencia la frase "morir de éxito". 

Dado que ni ellos ni yo podemos modificar la carga de trabajo, ni las condiciones en planta, ni las exigencias de los clientes internacionales, ¿qué nos queda? crear una solida base de "resiliencia" sobre la que trabajar juntos, alineados, con una actitud positiva, solidaria y humanista en la que también tenga cabida el humor. 



Quien tiene un para qué,
encuentra un cómo.


Mi propuesta de practicar la resiliencia como elemento que les permitiera afrontar la situación en las mejores condiciones posibles fue desestimada antes de calar como concepto, ya que lo entendieron como "resignación", cuando -en realidad- es ¡justo lo contrario! 

Al amparo de la resiliencia viven: la actitud positiva, el apalancamiento en las fortalezas, el cambio, la solidaridad, cooperación, e incluso la complicidad risueña entre compañeros.

La resiliencia exige un análisis de situación, una lúcida separación entre lo que no puede ser cambiado de aquello que se puede modificar, movilizando los recursos que poseemos. ¿Cuáles? relativizar el presente a la luz de los aprendizajes del pasado,  bregando con fiereza por la creación de un futuro esperanzador. 

Mientras la resignación es claudicar ante las circunstancias sin pelearle a la vida el último suspiro para cambiar un destino, la resiliencia es un punto de apoyo sobre el que mover nuestro universo sin darnos nunca por vencidos.  Volveré a la carga en el próximo entrenamiento en el que quizá pueda transmitir mejor las bondades de la resiliencia sin las cuales despojamos a vida de profundidad y -en muchos casos- el sentido.


jueves, 5 de octubre de 2017

Gestionar Equipos es desafiante y ¡se aprende!


El otoño acelera sus pasos y mis pies no alcanzan la velocidad de las hojas que sopla el viento, esta mañana, en San Sebastián, Bilbao y Zaragoza, ciudades que acompañan mi devenir profesional y donde siento que la "tribu" me acompaña. 

La tribu de los profesionales que anhelan un mundo mejor, y dan un paso al frente -entre la hojarasca- para transformar las organizaciones productivas. ¿Cómo? mediante la creación de equipos de trabajo donde los profesionales son personas y -porque son personas- resultan mejores profesionales.

La tribu de quienes tienen un para qué y encuentran un cómo. ¿Para qué crear equipos? Para evitar el sufrimiento innecesario en las empresas y -de paso- mejorar el clima laboral, reducir el absentismo, incrementar la creatividad, retener el talento y ¡mejorar la rentabilidad!

Esta vocación-obsesión se lleva mis días por delante con enorme satisfacción, y aunque mis viajes me llevan lejos, casi todo el tiempo vuelven a la triangulación Bilbao-San Sebastián-Zaragoza donde los proyectos sembrados florecen con la magia de las cosas que se cuidan con cariño. 




El curso de creación propia "Construir equipos para transformar organizaciones" alcanzará este año su decimotercera edición (quinta en Zaragoza) donde se ha ido configurando como una formación de referencia para empresarios, gerentes, profesionales liberales y emprendedores. Sintetiza siete formaciones internacionales del mundo de los equipos y tiene una duración de seis meses. 




¿Qué encontrará quien se acerque a este curso? una variedad de perfiles profesionales, multitud de sectores y especialidades, un ambiente risueño-juguetón, un enfoque esperanzado de los negocios, herramientas y técnicas que realmente funcionan en el trabajo con y para las personas, un planteamiento disruptivo-innovador, amplia bibliografía que permite seguir aprendiendo durante mucho tiempo después, una practicidad radical con estudio de "casos" empresariales, y la atención, cariño y profesionalidad, de Mayte, Alberto, Virginia, Sonia, Inocencio, Bea, Susana, Lola, Pilar... el equipo en el backstage que hace que todo sea fluido y eficaz.


sábado, 30 de septiembre de 2017

De hombres y semillas


A los osos no les gustan los humanos, y cuando nos huelen caminan en otra dirección ¡sus razones tendrán! 

En el Kumano Kodo (Japón) habitan muchos osos. El monte sagrado está lleno de señales que alertan al peregrino sobre la presencia de este gran mamífero y recomiendan llevar -atado en la mochila- un pequeño cencerro que les avisa de la presencia humana de manera que puedan alejarse de nosotros cuanto antes.




Nuestra ignorancia sobre los animales y las plantas es monumental. La falta de respeto por la vida -entendida como algo más que lo humano- roza el sacrilegio.

Visito estos días Kew Gardens, uno de los templos de la naturaleza, donde se reproducen algunas de las especies más exóticas de plantas e incluso algunas semillas del mismísimo Charles Darwin, y donde he visto trabajar a Carlos Magdalena -uno de los más reputados botánicos del Reino Unido, conocido popularmente como el Mesías de la naturaleza-. El asturiano agita el cascabel de su conocimiento experto y nos recuerda que una de cada cinco plantas está en peligro de extinción y que sin plantas no hay oxígeno -imprescindible para la vida en la tierra-. 

Recorro uno de los grandes invernaderos del Kew, y descubro que las plantas son mucho más que un placer estético ya que de ellas extraemos caucho, café, perfumes y medicinas -como la Madagascar Periwinkle, que se utiliza en la lucha contra el cáncer-.


Una de cada cinco plantas 
está en peligro de extinción.


Tras caminar más de quince kilómetros en el perímetro del Kew alcanzo una serenidad zen que emerge de ese fondo común que compartimos con los osos y las plantas, y del que nos alejamos cada vez más. Me paro en el bosque de los acebos y observo tantas diferencias como en los humanos: altos y bajos, grandes y pequeños, jóvenes y viejos, verdes con hoja pinchuda, verdes con hoja casi redonda, verdes con variegado, con bolitas rojas y sin ellas...

Si tan solo una de las especies de Kew Gardens (Londres) presenta tantos matices diferenciales ¿qué nos hace pensar que los humanos hemos de ser iguales y que existe una verdad única?




De regreso a casa subo al segundo piso del 65, típico autobús rojo inglés, cuyo conductor es negro y donde voy sentada junto a un hombre joven con turbante azul marino, detrás de una niña y su madre (cubiertas de negro de pies a cabeza), y frente dos niños con bombín y chaqueta (azul con rayas blancas)... 

Humanos distintos con verdades distintas en un planeta habitado por osos y plantas de cuya pacífica y amónica convivencia depende la sostenibilidad del planeta, la casa que habitamos.



Las plantas no solo son bellas,
sino el "pegamento" de la vida en la tierra, 
afirma el reputado botánico Carlos Magdalena.



En Cambridge, cerca de estos lares, Meredith Belbin explicó hace algunas décadas que las diferencias enriquecen la convivencia y el trabajo en las empresas. Investigó y constató que existen al menos nueve maneras distintas de abordar la vida y los negocios, y que todos los arquetipos poseen fortalezas y debilidades, virtudes y defectos porque: "... Tú no eres como yo... no piensas como yo... y no actúas como yo... pero juntos ¡vamos más lejos!"