miércoles, 23 de noviembre de 2016

Proteger la Esperanza



Tras algunas reflexiones alcanzo la conclusión de que el sentido en el vivir y trabajar consiste en "proteger la esperanza". 

Me paso el día entrando (y saliendo) de las organizaciones productivas donde los humanos nos dejamos la piel (que a veces es necesario) y las alas (que nunca es necesario) porque aunque seamos "ángeles caídos" sin esperanza no merece la pena vivir.

Sabido es que los peces grandes se comen a los pequeños. El caso es que una empresa de Munguía (Vizcaya, País Vasco) llamada Alkargo S.Cooperativa se ha librado de las fauces extranjeras que iban a adquirirla para utilizar su tecnología como base para alcanzar nuevos mercados. ¿Qué ha pasado? ¿Quién se ha cruzado en el camino sembrando un poco de esperanza en los resecos ojos de quienes a diario buceamos en las miserias humanas? 




Diez profesionales de Ner Group se han "jugado" sus ahorros personales para retener la propiedad, el conocimiento y los puestos de trabajo (sesenta) en tierra vasca ya que la empresa está en fase concursal en manos de un administrador y del juez que tutela el proceso. Alkargo coloca sus transformadores eléctricos en las dos grandes firmas del sector: Iberdrola y Endesa y practica la conocida fórmula: C+C+e = capital + conocimiento + experiencia. Es este bagaje el que los inversores de Ner Group han defendido de los tiburones extranjeros...

Aunque no conozco personalmente a los profesionales que arriesgan sus ahorros en esta jugada empresarial, conozco a Koldo Saratxaga y junto a él he participado en algunos cursos de verano y jornadas en Innobasque. Creo que iniciativas como la de Ner Group inclinan la existencia del lado de la esperanza ¡y lo agradezco!



lunes, 21 de noviembre de 2016

Conexiones Improbables ¿Humanas o Robóticas?



En la cumbre Asia-Pacífico se han reunido los personajes más poderosos de la tierra. El fundador de FacebookZuckerberg, ha pedido un mundo tecnológicamente "más conectado"... 




En mi modestia de guisante yo anhelo un mundo en el que estemos más conectados a nosotros mismos, a los demás y a...


sábado, 19 de noviembre de 2016

Sherlock Holmes en la empresa siglo XXI



Aunque de momento no utilizo lupa, Sherlock Holmes y yo compartimos un enfoque existencial: ¡la observación! previa a la reflexión, análisis, hipótesis y deducción-conclusión en la que te juegas todo a una sola carta.





Preguntado por su personaje, Arthur Conan Doyle explicó que el detective británico (protagonista de 4 novelas y 56 relatos de ficción) se centraba por completo en observar las pruebas (evidencias) que analizaba a la luz de sus conocimientos y experiencia hasta alcanzar una hipótesis que solventase el dilema.

Aunque Holmes buscaba culpables de un delito, explicaciones similares sirven para cualquier encargo empresarial que se despliega en una compañía cuyos directivos escenifican en una reunión de trabajo las posiciones de poder, habilidades y torpezas en el arte de la simulación y  las estrategias personales que se imponen al bien común.

Imaginen que estoy narrando uno de los proyectos abordados la semana pasada en busca de causas y soluciones a un asunto empresarial y escribo:"... Me centro en observar pruebas que después analizo a la luz de mis conocimientos de management y experiencia hasta alcanzar una hipótesis que clarifique que el dilema padece la empresa-cliente...". Igual que hacía Holmes, quien también fue catalogado de excéntrico, raro y sagaz, epítetos que con frecuencia me adjudican...




Hay -sin embargo- una diferencia entre Sherlock Holmes y yo: el sentido último de su trabajo (aquello que en verdad le motivaba) era "... eludir la monotonía y el tedio de la vida resolviendo casos difíciles...". Yo también disfruto clarificando asuntos complejos, pero mi motivación consiste en minimizar el sufrimiento innecesario en las organizaciones productivas y -al mismo tiempo- maximizar el potencial. Finalmente hay otro rasgo que también me diferencia de Holmes ¡el sentido del humor! que acaso sea una cualidad del amor, como me dijo en una ocasión la poetisa Gloria Fuertes.


domingo, 13 de noviembre de 2016

Michael West en Bilbao


La celeridad de los acontecimientos no permite atraparlos ¡ni siquiera con un cazamariposas! Pero sin reflexividad no hay aprendizaje, y sin aprendizaje no alcanzamos a paladear el néctar que la vida nos ofrece... si le dejamos.




Durante la última semana he estado lejos del teclado del ordenador (que es mi manera de parar, serenar mis pensamientos, reflexionar, alcanzar ciertas conclusiones y escribir). Digamos que he estado "ausente" no solo del blog sino de la parte de mi que se muestra cuando sincronizo mi mente, corazón y manos -aliñadas con un chorrito de serenidad-. 

Como si fueran niños, de la manga de mi gabardina tiran a la vez numerosos proyectos que quieren un trato preferencial en mi agenda. Pongo orden y los abordo ateniéndome a lo importante, a lo urgente y a lo que es trascendente (para mi) en este momento. Total ¡que estoy sobrecargada! sin encontrar la salida al laberinto. Así que aunque es domingo comienzo mi jornada a las ocho de la mañana en el despacho de San Sebastián para diseñar un proyecto que se desplegará durante cinco jornadas consecutivas en las próximas semanas. Aunque el máximo responsable empresarial y yo nos hemos reunido para calibrar las necesidades de la organización, decidir las personas que participarán en las actividades y el margen de maniobra en el que nos movemos, cuando llega la hora de la verdad te encuentras sola con tu "presencia" y conocimiento. Así que arranco con una hoja enorme de papel en blanco sobre la mesa del despacho...



Que dos horas después tiene un aspecto mejor...


Que cuatro horas después se ha volcado en un manual de veintiséis páginas que desarrollan el contenido de la primera jornada...


Tres cafés y dos manzanas más tarde selecciono los artilugios que ilustran algunos conceptos que utilizaré en las dinámicas de equipo y que transporto en la maleta blanca que compré hace dos años en Granada.




Los conceptos abstractos se entienden mejor si se vinculan a metáforas y cosificaciones que permitan a los profesionales recordar lo aprendido mucho tiempo después de una intervención. La matrioska se ha convertido en un clásico para explicar el enfoque sistémico de las empresas en las que el todo influye en las partes (y al revés) y donde es posible descubrir lo que significan los cambios botton-up y top-botton. Las caretas -que adquirí en una tienda especializada de Amsterdam- propician que se entiendan los roles funcionales, de reunión, roles ideo o roles belbin que -queramos o no, sepamos o no- pulsan significativamente en los equipos de trabajo.

Siempre estoy a la caza y captura de nuevos aprendizajes ortodoxos o disruptivos y en búsqueda activa de nuevos artilugios que favorezcan la identificación de las personas con las propuestas de mejora que se derivan de la reflexividad cuyo padre conceptual es Michael West, profesor de la Universidad de Lancaster, que estará el miércoles día 16 de noviembre de 2016 en el Bizkaia Aretoa en el marco del Tercer Bilbao Youth Employment Forum organizado entre otras instituciones por la Fundación Novia Salcedo. Todo un lujo. ¡Ojalá nos veamos allí!


domingo, 6 de noviembre de 2016

La musculatura del empresariado aragonés


Algunas de mis jornadas de trabajo terminan cuando las pastelerías han cerrado y los transeúntes suben la solapa de su abrigo en el Paseo de la Independencia donde me hospedo cuando estoy en Zaragoza.




Termino tarde y comienzo pronto respondiendo a un encargo del centro de formación para el empresariado aragonés -promovido por Ibercaja- en el Monasterio de Cogullada donde al llegar siento el cálido recibimiento de un equipo que se ocupa de que todo salga bien: Mayte, Alberto, Virginia, Sonia, Susana, Lola, Pilar, Bea, Manolo... 




Este fin de semana he compartido espacios de inspiración con trece empresarios y directivos de Aragón. Fuera, el bosquecillo, el estanque, los nenúfares, las ranas y ranillas. Dentro, el aula cinco -que hemos estrenado- donde se han desarrollado nuestros encuentros de aprendizaje y entrenamiento.




Bajo el pretexto de Construir Equipos para Transformar Organizaciones hemos compartido experiencias empresariales de diversos sectores como la alimentación, la banca, la administración pública, la fabricación de material de montaña, la consultoría informática, la prevención de riesgos laborales, la educación o el emprendizaje y ... ¿saben un secreto? las personas me parecen cada vez más fascinantes: plenas de conocimiento y deseosas de compartirlo; ávidas de aprendizaje que les permita mejorar y repletas de recursos como el humor, la bondad, el coraje o la vulnerabilidad que alcanzó a algunos profesionales en una dinámica por parejas...




Disponemos de seis meses para profundizar en las claves que propician la transformación de las organizaciones mediante el apalancamiento en los equipos de trabajo. Lo haremos reforzando las competencias de liderazgo y la sabiduría-investigación-experimentación-evidencias de algunos sabios que nos han precedido en la búsqueda de la excelencia en el vivir y trabajar: Michael West -que estará en Bilbao el próximo 16 de noviembre (evento gratuito, previa inscripción)-, Kurt Lewin, Alain Cardon, Sabino Ayestarán, Bert Hellinguer, John Whitmore, Otto Scharmer, Arawana Hayasi, Peter Senge, Juan Carlos Cubeiro, Meredith Belbin, Germán de Nicolás, Seth Godin, Peter Drucker y Stephen Covey entre otros.  Por cierto, los días 13 y 14 de diciembre de 2016 se desarrollará en Zaragoza un seminario inspirado en el libro La velocidad de la confianza escrito por Covey.




Bajo la fórmula del "método caso" -de la Universidad de Harvard- hemos explorado el dilema de un equipo empresarial (core a nivel de producción) que se esta convirtiendo en un cuello de botella para el resto de equipos de una prestigiosa empresa de Aragón. Todas las aportaciones han sido valiosas, relevantes, plenas de sentido y nos han dejado un grato recuerdo para seguir profundizando juntos en los factores situaciones que contribuyen a la construcción de equipos y que se engloban en tres grandes líneas de trabajo: mediadores afectivos (como la confianza o el compromiso), mediadores cognitivos (como el aprendizaje grupal o la memoria transactiva) y mediadores conductuales (como la adaptación).

El viaje continúa y la próxima parada será en diciembre en el mágico monasterio (aula cinco) cerca del estanque, las ranas y ranillas que con la persistencia de su croar acompañarán el despliegue del modelo IMOI para la gestión de equipos funcionales. ¡Quedan invitados al periplo! 


miércoles, 2 de noviembre de 2016

La vida... ¿es justa?





Un director general al que entreno ha cruzado una frontera. Y -aunque creemos que las transiciones son de ida y vuelta- me temo que no pueda regresar al "país de la inocencia" al que pertenecemos los humanos hasta que algo nos obliga a cuestionar si es posible vivir confiadamente como los petirrojos en el acebo que hay frente al salón de casa donde escribo. 




Se trata de un ingeniero del sector industrial (de 39 años) que lleva cuatro meses en el puesto tras haber realizado una exitosa y meteórica carrera. Digamos que tengo el honor de acompañar un tramo de su aventura existencial y que el conjunto de habilidades, competencias, valores, conocimientos y experiencia que posee son un auténtico lujo para cualquier entrenador senior que ame las personas, los proyectos y esté dispuesto a comprometerse con los resultados. El directivo y yo trabajamos en los desafíos que presenta su carrera y avanzamos esforzada, persistente y exitosamente y, de vez en cuando, cruzamos una frontera.

Sabido es que los cambios pueden ser adaptativos e intencionales. Cuando se trata de un cambio intencional elegimos cuándo, cómo, por qué y para qué cambiar asegurando mayor porcentaje de éxito. Por el contrario, cuando se produce algo inesperado nos encontramos ante un cambio no elegido, buscado ni planificado y ¡claro! nos desconcierta. Si el acontecimiento es fuerte puede hacer tambalear nuestro "sistema de creencias" al punto de sumergirnos en un estado mental-emocional-espiritual cercano al sock y... ¡así es como llegó al despacho el joven directivo!



Crecer conlleva cruzar fronteras y
¡pérdida de inocencia! 


Durante más de media hora escuché cuanto compartió porque su necesidad de desahogo era mayor que la de respirar. Le presté toda mi atención. Calibré su estado emocional y su respiración entrecortada, la pérdida de entusiasmo que le caracteriza, la ausencia de esperanza y -en general- un estado de zozobra que me alcanzó de pleno cuando tras relatar la muerte de un trabajador de su fábrica (en accidente laboral) alzó la voz para lanzar casi un grito, un llanto: ¡No es justo, Azucena! ¡No es justo para él, su familia...! ¡No es justo!

En silencio conté hasta treinta -como es prescriptivo en nuestro oficio-; le miré con respeto, comprensión, empatía, acogimiento y volví a contar otros treinta segundos tras los cuales terminó la frase: no es justo que yo pueda terminar en la cárcel por la imprudencia de una persona que se salta todas las alarmas de seguridad, protocolos y cualquier atisbo de sensatez. ¡No es justo! Después analizamos detalladamente la situación desde diversos ángulos (humano, laboral, empresarial, legal...). Le hice preguntas, recapitulamos, conseguí que aflojase la tensión y seguimos profundizando en el asunto explorando las opciones que tiene para gestionar un tema delicado que le tiene al borde del sock y volvió a repetir ¡No es justo! ante lo que yo le pregunté si la vida -en general- le parecía justa... Estuvo en silencio mucho más de los treinta segundos de rigor. Su mente procesó rápido. Su dolor estaba presente sobre la mesa del despacho. Terminó por contestar: No, Azucena, la vida no es justa, pero nunca pensé que algo así podía ocurrirme a mí. Después siguió reflexionando sobre lo que merece y no merece la pena en los negocios, sobre su concepto del éxito y sobre la necesidad que sentía de revisar a fondo sus metas profesionales... 

Cuando salió del despacho tuve consciencia de que el joven directivo había cruzado una frontera y me dolió que hubiera perdido algo de la inocencia y grandeza que empujaron su ascenso profesional de ingeniero de base a ingeniero jefe, responsable de producción, adjunto a la dirección general y -finalmente- a la cúspide de la empresa que -junto con otras fábricas- configura una poderosa corporación industrial. Le veré en dos semanas y espero reconocer al fondo de sus ojos la chispa esperanzada que ha alentado sus esfuerzos y orientado sus logros.