lunes, 31 de enero de 2022

¿Por qué la resistencia a la transformación?


Colaboro con varias empresas para impulsar la transformación hacia modelos de negocio que aseguren la sostenibilidad. 

Aunque la casuística de cada organización es única  (se trate de multinacionales, pequeñas empresas familiares, cooperativas o cotizadas) muestran algunas características sobre las que me propongo reflexionar en abierto, junto a ustedes...

Observemos la imagen: a todos nos agrada lo que sentimos al contemplar la parte derecha y nos repele la parte izquierda del fotograma. Diríase que si el árbol fuese nuestra empresa y el tránsito de la izquierda a la derecha pasase por abordar un proceso de transformación no dudaríamos en ponernos en marcha. Sin embargo, no es tan sencillo. ¿Por qué?



Para empezar difícilmente vemos con nitidez lo que apreciamos en esta imagen: el lado reseco (casi muerto) de la empresa frente al vergel del potencial. Es decir: carecemos de un diagnóstico certero y valiente de la realidad empresarial (presente) y además no nos paramos a imaginar el potencial (futuro).

Entre ambos estados camina la transformación que todos los directivos dicen desear y pocos impulsan de verdad. La transformación como sabia que habita el tronco y las ramas del árbol. La transformación como horizonte. Emerge el primer concepto a integrar: los directivos de una organización han de cultivar la consciencia que no es sino un "darse cuenta" de lo que realmente acontece en la empresa. Consciencia acompañada de coraje para afrontar primero la realidad y después el despliegue del potencial...




Con algunas referencias en mi mochila doy fe de la pugna que acontece en las empresas entre las "fuerzas del cambio" (aquellas que impulsan la transformación) y las "de la permanencia" (quienes temen perder el status quo, desconfían del porvenir, desconocen capacidades y habilidades imprescindibles para el cambio o -sencillamente- gozan con la resistencia pasiva, cuasi perversa).

La lucha entre quienes impulsan la transformación y quienes se resisten a ella provoca desgaste, sensación de impotencia y frustración lo que con frecuencia emerge en los Comités de Dirección y -sobre todo- en los Director@s de Estrategia. 

La semana pasada un directivo y yo dimos un largo paseo por el Parque Científico y Tecnológico de Guipúzcoa ya que ambos necesitábamos aire tras un Comité Ejecutivo algo disperso, un poco ineficaz y frontalmente encarado a la transformación apalancada sobre un informe McKinsey encargado por el Ceo de la compañía. 

Nuestra conversación duró dos horas y más de veinte mil pasos (lleva uno de esos relojes que miden cada metro que caminas). Muchos aprendizajes compartidos y una conclusión personal: hay que llevar a las empresas al límite de lo que pueden asumir en un momento dado de su historia, hay que forzar los cambios hasta ese límite asumiendo que nos gustaría más pero que la propiedad, la dirección y muchos de los trabajadores tienen sus propios frenos, intereses, miedos, pactos y -quizá- equilibrios (por precarios que estos sean).

El Director de Estrategia y yo nos despedimos un poco más cansados (nueve kilómetros de caminata) y un poco más centrados: empujaríamos la transformación hasta el límite con extrema atención para preservar los equilibrios que sostienen la empresa como a cualquier otro ser vivo.


domingo, 23 de enero de 2022

Taller Práctico. Febrero 2022. Portugalete. Comunicar áreas de mejora sin herir.


Desde el año 2002 vivo en San Sebastián y -aunque en coche solo está a una hora de Bilbao- no tiene el aroma de mi infancia. A veces añoro mi tierra, así que todo pretexto que me acerca a la capital vizcaína es bienvenido. 

Dentro de unos días ofreceré un taller en Portugalete, muy cerca del Puente Vizcaya construido a finales del siglo XIX por los arquitectos Alberto de Palacio y Elissague. Viajaré desde San Sebastián hasta Las Arenas y allí tomaré el transbordador que me llevará al otro lado de la ría del Nervión (Portugalete) y a unos metros del Centro Cultural Santa Clara donde impartiré dos jornadas de formación.



Me siento ilusionada y agradecida al Área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Portugalete que organiza y financia el taller que permitirá a los asistentes aprender a dar y recibir feedback, es decir, áreas de mejora sin herir la sensibilidad de las personas. Aunque así formulado no parece gran cosa, el feedback (practicado con método) tiene enorme potencial transformador y es uno de los secretos que propicia la mejora continua (Kaizen) de los profesionales, los equipos y las organizaciones.

Hasta la fecha he impartido esta píldora formativa en decenas de ocasiones bajo diversas fórmulas: en abierto, "in company" para empresas de diversos sectores, y en colaboración con instituciones (como es el caso). 




¿Qué dicen los asistentes al taller? "Ha superado todas mis expectativas, es buenísimo". "Si se repite, se lo recomendaré a mis compañeros de trabajo porque es muy práctico". "Esta formación debiera ser obligatoria para las personas que coordinan equipos". "El taller me ha servido incluso para mejorar mis relaciones personales". "Las dinámicas en aula permiten integran los conceptos y el estilo de la docente es muy ameno"...

El taller se impartirá los días 4 y 11 de febrero 2022, en Portugalete (Vizcaya). El horario es de 9:30 a 13:30. Las plazas son limitadas, previa inscripción en este link. ¡Ojalá nos veamos allí! 

martes, 4 de enero de 2022

Burnout, línea roja en la sociedad del cansancio

 

Casi un mes sin escribir en el blog. Mucho tiempo. Los lectores que disfrutan de lo que comparto me escriben para preguntar qué hago, dónde estoy... Siento mucha gratitud. 

Alterno mi existencia entre los proyectos en las empresas que me contratan (producción) y la vida. En algún punto intermedio entre ambos se ubica el tiempo que dedico a reflexionar en voz alta en este espacio que amo y descuido (como hacemos con los seres queridos).

Mi oficio de consultora es hermoso: permite trabajar con personas, para las personas, en compañía de personas ¡un lujo! porque dota de utilidad y sentido mis conocimientos y experiencia y -al mismo tiempo- permite capturar un muestreo de lo que acontece en la sociedad. Aunque las conclusiones que alcanzo pueden estar equivocas (y carecen del rigor de una tesis doctoral en Standford) tienen la cercanía y la frescura de los humanos que entreno, mentorizo, impulso y apoyo en algún momento de su trayectoria profesional. 

Los últimos meses han sido intensos para muchos de mis clientes en los que he sentido un sustrato de hartazgo por sobredosis laboral. Si tuviera que cuantificar un porcentaje de afectados por situaciones cercanas al burnout (síndrome del quemado) diría que un sesenta por ciento lo que es un porcentaje preocupante ¿no les parece?



Deseosa de aliviar el sufrimiento de estos profesionales he dedicado parte de mis vacaciones navideñas a la investigación del burnout para entender sus causas y -sobre todo- las claves para atajarlo. Uno de los textos que alumbra el sendero de la recuperación del burnout es el libro escrito por las hermanas Nagoski (Emily y Amelia) publicado en New York en el año 2019.



Dejemos a un lado el tópico pero abracemos la evidencia: las mujeres padecen con mayor intensidad y frecuencia situaciones de agotamiento. ¿Cuáles son las causas? Según los datos que manejan las hermanas Nagoski las mujeres compaginan varias listas de tareas cada una de las cuales resulta exigente (y agotadora) en sí misma. 

Pongamos un ejemplo: una profesional tiene su listado de asuntos pendientes como su compañero de oficina, además posee el listado de tareas vinculadas a las actividades extraescolares de los niños, las propias de la asistenta, las inherentes a la compra de alimentos, la planificación de las vacaciones, las anotaciones sobre las fechas de vacunación del sarampión. También siente la presión social de mantenerse estupenda (para lo que es imprescindible hacer deporte), contenta (para lo que ha descansar un mínimo suficiente) y motivada (para lo que es preciso ver la luz al final del túnel). 

La profesional de nuestro ejemplo corre, corre, corre, hace todo lo que puede, da lo mejor de sí misma, lo intenta una y otra vez y no llega a completar las cinco-siete listas de tareas que se espera realice lo que le provoca frustración, enfado, sensación de impotencia, tristeza, cuestionamiento de su propia valía y un círculo vicioso llamado burnout. ¿Cómo salir de este centrifugado existencial?

Chequea si eres un perfil "giver" (dador/a) -rodeado de perfiles receptores- ya que los "givers" sufren burnout con mayor intensidad y frecuencia... Como en los aviones: ponte la mascarilla de respiración antes de asistir a otros... ponte en la ecuación. Aprende a detectar los "estresores" tangible e intangibles: comentarios ácidos de tu pareja, exigencia fuera de lógica humana de tu superior... Descansa lo que necesites sin esperar a poder descansar cuando las circunstancias lo permitan... Descubre los tres mecanismos con los que reaccionamos los humanos: huida, ataque, bloqueo y observa que el bloqueo es un síntoma preocupante... El libro merece las ocho horas de lectura serena que precisa comprender la profundidad psicológica del burnout. 

Al término del post me acuerdo del filósofo Byung Chul y de su teoría de la "sociedad del cansancio". La civilización del cansancio nos rodea, quizá ha llegado el momento de poner observación y consciencia sobre nuestros comportamientos para decidir el modo en el que (realmente) deseamos vivir.

Artículo relacionado: Pilar Jerico en El País.