Aunque en España la velocidad máxima es de 120 kilómetros por hora, conduzco por encima del límite evadiendo radares durante los 865 kilómetros que separan San Sebastián de Granada. Se trata de un viaje de trabajo -no por ello menos placentero- en el que la retina absorbe la exótica belleza de los olivares tan pronto alcanzo la provincia de Jaén: kilómetros que adornan las adelfas -arbustos con flores blancas y rosas- que solo las nubes riegan (muy de vez en cuando) en Andalucía.
Durante tres días consecutivos trabajo con equipos multidisciplinares en los que lo único que se mantiene como una constante es ¡la diferencia! de edad, sexo, formación, experiencia, rango, valores y creencias. Constato que tenía razón mi admirado Kurt Lewin al afirmar que el comportamiento es el producto del carácter por el entorno social y también encuentro apropiada aquella idea de Heráclito según la cual el cambio es ¡lo único permanente!
El caso es que la experiencia granadina me ha permitido sentir la grandeza humana que se muestra cuando se crean espacios de confianza y libertad, no juicio, confidencialidad, honestidad-sinceridad y humor, ese ingrediente que aprecio como una expresión del amor al que los budistas llaman "compasión" (empatía, apertura, aprecio, ternura).
Las jornadas se han sucedido a tal velocidad que siento me he saltado los radares de la prudencia sin que me haya dado tiempo a asimilar una experiencia tan bella como desafiante y tan juguetona como profunda. Algunos de los focos temáticos han sido "Liderazgo de lo cotidiano: emociones que juegan a nuestro favor" y "Liderar para el Bien Común: Personas y Proyectos. La sociedad 4.0. Como casi siempre, la propuesta inicial, el manual y las dinámicas en sala, son puro pretexto para que se despliegue la realidad de ¡lo que es! al menos para quienes desean ver y escuchar, aprender e integrar, diagnosticar y mejorar hacia una vida plena ¡también en el contexto laboral!
Liderazgo y Consciencia. Otto Scharmer, MIT.
Comportamiento = Carácter x Entorno Social
Sin más reposo que los 865 kilómetros de vuelta, al día siguiente me embarco en una nueva aventura en Bilbao con el pretexto de "Construir Equipos para Transformar Organizaciones", una necesidad urgente porque en el entramado empresarial hay sufrimiento innecesario y personas atrapadas en una maraña de ignorancia más que de maldad. Con enfoque teórico-práctico trabajamos durante diez horas (apenas pautadas por diminutos descansos) y al final de la jornada -exhaustos y contentos- alcanzamos el chispeante frenesí que se produce cuando un grupo de profesionales se transforma en un equipo cruzando algunas "interfaces porosas del sistema" (Alain Cardon + Seán Gaffney + Guillermo Echegaray + Peter Senge) en las que se muestra lo más bello del ser humano: la complementariedad e interdependencia, la complicidad, ayuda mutua, orientación al objetivo compartido, los talentos múltiples...
No eres como yo, no piensas ni actúas como yo,
pero juntos... ¡Vamos más lejos!
Se tú el cambio que quieres ver en el mundo. Gandhi.
Es posible Reinventar las Organizaciones (*) y maravilloso ser testigo de la transformación de las personas genuinamente deseosas de contribuir-dar-enseñar-aprender-apoyar y ¡lograr! Acaso haya que poner el acento en diseñar algunas condiciones previas que aseguren la creación de entornos en los que las personas podamos realizar un trabajo que amemos o -en su defecto- amemos el trabajo que hagamos y -en cualquier caso- permanezcamos en conexión con el bello universo que habitan adelfas y olivos...
(*) Excelente libro escrito por Frederic Laloux -publicado en castellano en abril de 2016 por Arpa Editorial- que desarrolla la vanguardia del management contemporáneo. Ensayo recomendable y totalmente alineado con el contenido de este post.