A vueltas con la caja de herramientas. Cada vez que imparto formación para directivos comienzo explorando expectativas con la ilusión (acaso vana) de colmar el mayor número de sus necesidades profesionales.
Dado que muchas de mis formaciones son "in open" -con personas de diversas empresas-, el grupo presenta distintos niveles de conocimiento, experiencia, categoría profesional etc. por no hablar de cuestiones relevantes como el entorno geográfico y social. Las expectativas de cada persona van unidas a los diferentes niveles de conocimiento, experiencia, rango o sector y (por lo tanto) la gestión de sus variopintos anhelos se torna el primer desafío para el facilitador.
Para responder a la pregunta ¿qué deseas obtener de esta formación? utilizamos el
Diagrama de Afinidad (método creado por el japonés Kawakita Jiro). Reparto dos post it por persona en los que han de anotar sus expectativas de manera precisa y después ellos mismos los reagrupan en tres o cuatro "cabeceras" que integran la totalidad de las expectativas del grupo.
Vengo realizando formación directiva desde hace veinte años y he facilitado cientos de Diagramas de Afinidad. En numerosas ocasiones se repite el anhelo de ¡herramientas! lo que inevitablemente hace que me pregunte qué tienen en común el management y la fontanería... ?!
La semana pasada, en un curso para directivos, salió de nuevo la expresión ¡herramientas! lo que me llevó a razonar con los alumnos que el "maridaje" entre herramientas y eficacia sirve para las máquinas pero carece sentido en la gestión de las personas. Cierta vehemencia emergió en el debate ya que la mayoría de los participantes provienen del sector industrial donde la triangulación máquina-herramienta-eficiencia está bien consolidada.
Sugerí cuestionar el paradigma "herramientas" (propio de la revolución industrial) cuando se trata de gestionar equipos y recordé la conocida frase de Ron Weinstein: "... un loco con una caja de herramientas sigue siendo un loco..." o lo que es lo mismo: un manager despótico con una fantástica caja herramientas seguirá siendo un déspota si no cambia su estilo de liderazgo.
Confiar la gestión de las personas a un conjunto de herramientas es un enfoque obsoleto y desacertado que sirve para los robots (máquinas al cabo) pero resulta inapropiado para los profesionales de carne y hueso.
Cuando se trata de personas, propongo revisar la falacia de que las herramientas servirán para al alcanzar la eficiencia ya que ¡no somos máquinas! Hemos de crear un nuevo paradigma que responda a las necesidades de los equipos del siglo XXI en las empresas del siglo XXI ante los desafíos del siglo XXI y... ¡en ello estamos!