La celeridad de los acontecimientos no permite atraparlos ¡ni siquiera con un cazamariposas! Pero sin reflexividad no hay aprendizaje, y sin aprendizaje no alcanzamos a paladear el néctar que la vida nos ofrece... si le dejamos.
Durante la última semana he estado lejos del teclado del ordenador (que es mi manera de parar, serenar mis pensamientos, reflexionar, alcanzar ciertas conclusiones y escribir). Digamos que he estado "ausente" no solo del blog sino de la parte de mi que se muestra cuando sincronizo mi mente, corazón y manos -aliñadas con un chorrito de serenidad-.
Como si fueran niños, de la manga de mi gabardina tiran a la vez numerosos proyectos que quieren un trato preferencial en mi agenda. Pongo orden y los abordo ateniéndome a lo importante, a lo urgente y a lo que es trascendente (para mi) en este momento. Total ¡que estoy sobrecargada! sin encontrar la salida al laberinto. Así que aunque es domingo comienzo mi jornada a las ocho de la mañana en el despacho de San Sebastián para diseñar un proyecto que se desplegará durante cinco jornadas consecutivas en las próximas semanas. Aunque el máximo responsable empresarial y yo nos hemos reunido para calibrar las necesidades de la organización, decidir las personas que participarán en las actividades y el margen de maniobra en el que nos movemos, cuando llega la hora de la verdad te encuentras sola con tu "presencia" y conocimiento. Así que arranco con una hoja enorme de papel en blanco sobre la mesa del despacho...
Que dos horas después tiene un aspecto mejor...
Que cuatro horas después se ha volcado en un manual de veintiséis páginas que desarrollan el contenido de la primera jornada...
Tres cafés y dos manzanas más tarde selecciono los artilugios que ilustran algunos conceptos que utilizaré en las dinámicas de equipo y que transporto en la maleta blanca que compré hace dos años en Granada.
Los conceptos abstractos se entienden mejor si se vinculan a metáforas y cosificaciones que permitan a los profesionales recordar lo aprendido mucho tiempo después de una intervención. La matrioska se ha convertido en un clásico para explicar el enfoque sistémico de las empresas en las que el todo influye en las partes (y al revés) y donde es posible descubrir lo que significan los cambios botton-up y top-botton. Las caretas -que adquirí en una tienda especializada de Amsterdam- propician que se entiendan los roles funcionales, de reunión, roles ideo o roles belbin que -queramos o no, sepamos o no- pulsan significativamente en los equipos de trabajo.
Siempre estoy a la caza y captura de nuevos aprendizajes ortodoxos o disruptivos y en búsqueda activa de nuevos artilugios que favorezcan la identificación de las personas con las propuestas de mejora que se derivan de la reflexividad cuyo padre conceptual es Michael West, profesor de la Universidad de Lancaster, que estará el miércoles día 16 de noviembre de 2016 en el Bizkaia Aretoa en el marco del Tercer Bilbao Youth Employment Forum organizado entre otras instituciones por la Fundación Novia Salcedo. Todo un lujo. ¡Ojalá nos veamos allí!
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