miércoles, 22 de julio de 2015

El desafío de dejarse ¡ayudar!


¿Por qué nos cuesta pedir ayuda? ¿Qué extraño mecanismo mental-emocional nos habita que dificulta que nos dejemos apoyar-alentar-inspirar? ¿Es soberbia? ¿Falta de entrenamiento? ¿Miedo a la vulnerablidad? ¡Somos humanos! Dar y recibir apoyo-aliento-ayuda ¡forma parte del juego! Reflexión personal al hilo de una sesión de coaching neoyokino vivida hoy con una empresaria vasca.




Ligera, ligera, ligera, como la brisa marina que a las siete de la mañana atemperaba la bahía. Me propongo escribir rauda como el viento que traslada nubes de Igueldo a Ulía. Escritura automática, a borbotón y conectada a mi "centro": mente, corazón y manos ¡una vez más en honor a Otto Scharmer, el MIT y su labor divulgativa de "otras maneras de vivir"!

Gaviotas jugando con la brisa. Gaviotas flotando en el Cantábrico que a lo lejos semejan ser patos. Patos que se pierden en la niebla que adorna el verdor de los bosques que inspiran. 




Conozco a esta directiva desde hace ¡seis años! y en tándem hemos batido uno a uno objetivos simples y complejos, lógicos y alocados, previsibles y sorprendentes que ella propone para su empresa familiar. Llevamos tanto tiempo trabajando juntas que basta mirarnos para saber qué está pasando y si hemos de dosificar el desafío o aligerar la complacencia. De vez en cuando nos permitirmos el lujo de un desayuno pecaminoso (brioche plancha con mermelada y mantequilla) en un establecimiento bonito de la ciudad. A estos encuentros fuera del despacho les llamamos coaching neoyorkino, al ser una modalidad de entrenamiento en USA.




El tema empresarial que le ocupa pertenece a la zona encriptada del bosque -la sagrada confidencialidad- pero un asunto colateral ha surgido -como un champiñón tras la tormenta de verano- y me ha resultado curioso. 

Si bien Adelaida presta ayuda a sirios y troyanos y se lanza con entrega a la resolución de cualquier dificultad que se produzca en su entorno, tiene verdadera dificultad en dejar que otras personas aligeren su carga laboral. ¿Por qué? Hoy no hemos resuelto el enigma pero se lo ha llevado anotado en su cuaderno para reflexionar junto a otras tareas prosaicas como el plan estratégico a tres años... A esta empresaria le cuesta imaginar cómo sería contar con una persona que aliviase el listado de tareas pendientes que satura sus jornadas. De hecho, cuando se lo he preguntado me ha mirado con ojos sorprendidos como si le hablase de gnomos o elfos como el de la imagen superior.

Dejemos reposar la incógnita. Permitamos que Adelaida sueñe-imagine cómo sería contar en su empresa con un profesional cualificado que aligerase su carga de aquellas tareas que no aportan valor añadido pero hay que realizar: llamadas, escritos, resúmenes, actas, emails e informes "devora-tiempo"... En el proceso, primero habrá que deshacerse de la idea de que ser empresaria significa ser omnipotente, es decir:  poder con todo siempre, a todas horas. No. Segundo... el mundo está lleno de personas valiosas por su aptitud y actitud (conocimientos y ganas) que pueden resolver-realizar-proponer... Cuestión de buscar y hallar. Sincronicidad. 


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