Quizá la felicidad sea una planta que crece a 4.000 metros de altitud, explica con dulzura Phuntsho (responsable de la oficina para la investigación de plantas medicinales de Bután). O tal vez sea cierto que la felicidad es una actitud que comienza por cuidar de uno mismo, como afirma el periodista Borja Vilaseca. Acaso la clave esté en la mano de Csikszentmihalyi para quien felicidad es sinónimo de flow, experiencia que se produce cuando nos sumergimos totalmente en una actividad que nos apasiona. Finalmente algo sabrá de la felicidad mi querido amigo Martin Seligman quien imparte clases de psicología positiva en la Universidad de Pensilvania tras haber investigado gran parte de los 2.125 trabajos publicados sobre la felicidad.
La felicidad...
¿Cuestión de aptitud, actitud o altitud?
El Premio Nobel de Economía Stiglitz se pregunta si el PIB, Producto Interior Bruto, es una buena medición de los niveles de vida de los ciudadanos... y mira de soslayo -por sí la respuesta llegase desde el reino de Bután- el llamado FIB, Felicidad Interior Bruta, medida por la Universidad de Leicester (Reino Unido) donde han diseñado el mapamundi de la felicidad en cuyos ocho primeros puestos aparecen: Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia, Suecia y ¡Bután!
Los habitantes de ese pequeño país asiático son felicices en un 52%, muy felices en un 45% y desdichados en un 3%. La cercanía del Himalaya, la apuesta por el camino medio (budismo) y la construcción colectiva de unas normas quizá puedan inspirar... ¡inspirarnos!
Cada dos años los ciudadanos de Bután rellenan un cuestionario compuesto por 180 preguntas cuyos últimos resultados se concretan en nueve puntos. El bienestar psicológico de las personas aparece en primer lugar seguido del uso del tiempo; después aparecen la vitalidad de la comunidad, la cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y gobierno.
Nada que añadir. La sabia lógica -unida a la sencillez- de estos indicadores dan pistas para quien desee ser feliz aterrizando en el planeta la felicidad que no es utopía sino anhelo, que no es placebo sino realidad y que no es escapismo sino destino.
La ciencia investiga y descubre las claves de la felicidad que sintetiza el rotativo El País. Los ciudadanos de Bután miden el índice de la felicidad de sus habitantes. Quienes viajan a ese reino comprueban la veracidad de los datos. ¿Y nosotros? ¿Nosotros los occidentales?
Del barrido documental realizado para escribir este post rescato dos ideas. La primera: si queremos ser felices ¡no busquemos que el mundo se adapte a nuestros deseos! Como decía un buen amigo mío: no esperemos que nos traigan nuestra tacita de plata. La segunda propuesta en busca de la felicidad consiste en la solidaridad cuya práctica aporta más felicidad que el consumo, el hedonismo y el placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario