lunes, 6 de abril de 2015

La vida no es una hoja excel


Más de mil flores. Mil metros de altitud. Doscientos animales y una docena de especies.  Veinte kilómetros. Cuatro horas caminando. Dos personas. Dos makilas. Dos manzanas. Puro Excel. 

¿Transmiten estos datos algún tipo de emoción? ¿algo que permita sentir  el olor de los ranunculus o imaginar el color del río justo en la zona donde se formaban remolinos? ¡Ah! ¿era un río, un riachuelo, un afluente del Ebro, un lago, el cauce del deshielo? 




La pura cuantificación no dice nada de la vida e incluso transmite poco del mundo empresarial donde me muevo como pez en el agua. ¿Entonces? Entonces necesitamos la poesía y la belleza para interpretar de una manera sabia los datos siendo capaces de "descodificar" su significado uniendo las piezas entre sí para dotarlas de sentido. Así que comenzaré de nuevo mi relato.



 Conviene "descodificar" las piezas del puzzle 
para dotar a la realidad de un sentido pleno.


He pasado veinte horas en el monte donde he visto amanecer o lo que es lo mismo: el coqueteo de la luna con el sol y el juego que se traen entre manos. La luna iluminaba la noche casi tanto como el primer sol de la mañana porque estaba llena de una luz blanquecina que resultaba misteriosa simulando que el rocío caía del satélite directamente sobre el mundo. A mil metros de altitud no había más humanos que nosotros en muchos kilómetros a la redonda. Y el aparente silencio estaba cuajado de matices.

Más de mil flores. Mil metros de altitud. Doscientos animales y una docena de especies.  Veinte kilómetros. Cuatro horas caminando. La mera cuantificación poco indica de la vida. Puro Excel.

Dado que ambos estilos comunicativos se atienen a los hechos me pregunto -les pregunto- ¿qué forma expresiva "les alcanza"? ¿cuál de ellas despierta su curiosidad o interés? 




Justo debajo del silencio estaban los ciervos machos con su berrea, el sonido gutural que emiten cuando están en celo para atraer a las hembras de la zona. Resulta tan bronco que parece emerger de la mismísima profundidad de tierra. En cuanto a los pájaros... incluso de noche no paran de moverse y su aleteo contra las ramas asusta si estás a menos de cien metros de un águila real o un halcón peregrino.

De madrugada un zorro cruzó la carretera hacia el río tan rápido que apenas pudimos ver con claridad su rabo pelirrojo. Una hora más tarde  sobrevoló el coche lo que parecía un búho gris. Durante el día vimos rebaños de ovejas, de cabras, de vacas, caballos salvajes, cerdos negros sueltos por la campiña, perros de múltiples razas y tamaños y una ardilla asustadiza que trepaba la vertical de un chopo. 

Contemplando todo ello en menos de un día tengo la sensación de viajar en un mundo en el que todo está vivo, se mueve y crece  completamente ajeno a la prepotencia humana y a las hojas excel en las que inútilmente tratamos de atrapar la realidad. 




Se dice que en la empresa "lo que no se mide ¡no existe!" así que cojamos una muestra. Luis Huete comparte una estadística de El Confidencial según la cual el 32% de las principales fortunas del mundo pertenecen a personas que no poseen ningún título universitario. En una primera lectura podemos alcanzar la conclusión de que no existe vínculo (ni relación causa-efecto) entre estudios superiores y fortuna. Sin embargo, si analizamos los datos por debajo de la línea de flotación, es decir, si capturamos los matices del silencio y el aleteo de las águilas comprenderemos que en realidad dos tercios de los millonarios del planeta ¡son universitarios! 

En fin -y para concluir- que ni la empresa ni la vida son una hoja excel y que conviene "descodificar" las piezas del puzzle para dotar a la realidad de un sentido pleno.


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