"En la próxima reencarnación quiero ser perro ¡en ningún caso niño!", así de radical se muestra la parte observadora que hay en mí y que -igual que un perro- olfatea el ocio circundante de turistas que salpican la ciudad de acentos sobre un castellano en alternancia con el euskera del lugar.
El diluvio vasco ha terminado y un clima genuinamente primaveral acoge a los humanos, aunque no solo a los humanos.
La playa se llena de perros que juegan con sus dueños a capturar palitos y pelotas en la arena, las rocas e incluso el mar; la conexión entre ellos hace las delicias del observador que no encuentra una resonancia semejante entre las parejas que cruzan conmigo su mirada. Y las medusas blancas ¡han vuelto! como un fenómeno estacional.
No encuentro en las parejas
la complicidad dueño-perro que acontece.
Niñas-medusa con vestido de comunión que adornan paseos, caminos, jardines y alguna que otra esperanza en que sean más felices que sus progenitores: esos adultos imperfectos que ya no juegan a capturar palitos y pelotas en la playa -ni en cualquier otro rincón propicio- porque se les ha desprendido la complicidad como quizá se les desprenda a las niñas la medusa blanca cuando se despojen del vestido tras el festejo.
Entre las medusas aparece un niño de unos dos años, Ignacio, con sus bucles dorados ¡la reproducción a escala del rostro de su padre! y aunque no conozco a ninguno de los dos en unos segundos me aburre contemplar su aburrimiento: padre e hijo no saben relacionarse, no hablan y no juegan. El niño bosteza, el padre bosteza, y yo insisto en que en la próxima reencarnación quiero ser perro porque a los diez minutos llega una señora con un schnauzer al que cariñosamente indica que se siente (y lo hace) y le espere mientras va a por un café a la barra del Branka (y lo hace) y al que cuando la dueña vuelve le trae al perro un botellín de agua y un platito.
Cuando el schnauzer ha terminado de beber la mujer le da a la boca algunas galletitas que imagino serán comida canina y después ella y yo seguimos leyendo nuestros respectivos libros.
Sobre surcos de arena cruzo la playa mientras algunos dueños siguen jugando con sus mascotas. Ignacio y su padre ya se han ido, aunque antes de abandonar la terraza le he regalado una concha de mar recogida en marea baja lo que ha hecho sonreír a sus diminutos dientes de leche.
Las gaviotas sobrevuelan en círculos anunciando cambio climático sobre los perros que se revuelcan en la arena, ladran, corren, brincan y ¡se divierten! al mismo tiempo que Gorka y sus hermanos reciben de sus padres una reprimenda monumental ¡porque se han llenado los zapatos de arena! En la próxima reencarnación ¡en ningún caso quiero ser niño ni medusa!
1 comentario:
The Smart Pet
Los perros requieren cuidado adecuado, incluyendo alimentación y aseo regular. Proporcionarles una dieta equilibrada y nutritiva es esencial para su salud. Además, debes cepillarlos regularmente, bañarlos cuando sea necesario y mantener sus uñas cortas. Asegúrate de brindarles amor, ejercicio y atención adecuada para que sean perros felices y saludables.
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