jueves, 11 de noviembre de 2010

Kit Kat

Una querida amiga con la que colaboro en un proyecto acaba de anunciarme que no podrá estar en una reunión que tenemos con algunos compañeros la próxima semana. En su Email se confiesa "desbordada" y expresa su necesidad de un kit kat.

La primera vez que escuché esa expresión fue a un inversor a quien entrenaba en el objetivo de alcanzar la prosperidad. Paradojas de la vida, todas, todo el tiempo. Confieso que aunque conseguimos hacer rentable su negocio, no alcanzó la prosperidad porque Enrique -le llamaré así preservando su identidad- tenía algunos vicios confesables (las motos, las inversiones arriesgadas en bolsa, cierta ludopatía con el ordenador) y otros inconfesables relacionados con las chicas. Había mucha fuga de dinero y aunque avanzamos raudos hacia el incremento de clientes, ingresos y facturación, él era aún más rápido gastándolo.

En fin, que Enrique hablaba de un kit kat, momento en mitad de la jornada laboral en el que se sentaba a pensar, a mirar la vida e incluso a leer algunos ensayos de su sector, mientras tomaba un café en las Ramblas. Un kit kat, una parada técnica en la que re-conectar con nosotros mismos sintiendo el cuerpo y vaciando la mente del trasiego laboral. El gurú del management Covey lo llama "afilar la sierra" y es uno de los siete hábitos de las personas altamente eficaces.

Mi amiga pisa fuerte el acelerador y aunque es una mujer recia, voluntariosa, creativa, sociable y encantadora creo que está forzando los límites de su propia resistencia. Desbordada, está desalojando de su vida todo lo que no es trabajo y clases de ingles (imprescindible para su trabajo). Este rítmo descapitaliza y quizá dentro de un tiempo sea menos creativa, animosa e incluso sociable porque el cansancio hace estragos en el cuerpo y en el alma.

Esta tarde -en plena semana laboral- me he tomado un laaargo kit kat, toda la tarde para mi: siesta, lectura, gym, paseo, cafecito negro y blog. Mañana tengo un día de combate con dos equipos de empresa y quiero darlo todo. Como decía Pareto (ver en Google Ley de Pareto) del 20% de nuestra actividad obtenemos el 80% de nuestro rendimiento. Hoy me he acostado con Pareto y excepto por su larguísima barba me ha parecido un tipo encantador ¡se lo recomiendo!

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