lunes, 24 de febrero de 2025

La formación aumenta la productividad


El aumento de la productividad es el sueño empresarial. Se vincula al sobresfuerzo: hacer más con menos. Algunas variables se tornan, sin embargo, críticas. Conviene conocerlas.





La doctora en Ciencias Económicas, Matilde Más, ha investigado cuáles son los factores que impactan en la productividad. Para sorpresa de muchos, la mayoría de las claves que propone la experta son "intangibles". Por ejemplo: invertir en I+D, patentes, imagen de marca, bases de datos y software.

Siendo todos relevantes para mejorar la productividad, la experta resalta la importancia de la formación y el acompañamiento de los trabajadores. Y -desde luego- hay margen de mejora ya que España se encuentra en el anteúltimo lugar de la escala de países que invierten en "intangibles" solo por encima de Italia. 

Si no se apuesta por las personas se compromete no solo la productividad, sino el vigor económico de nuestro país. ¡Manos a la obra!

 


domingo, 16 de febrero de 2025

Empatía de ida y vuelta

 

Ayer me pasé todo el día en una fábrica, trabajando. Hay cosas que me desagradan y otras que lo hacen llevadero. Hay mucho hormigón por todas partes y ni siquiera desde el despacho del director general se ve una brizna de hierba o el mar -que se intuye cerca porque sobrevuelan las gaviotas-. 

Las jornadas comienzan pronto y se prolongan. En medio tengo muchas reuniones con personas. Las gaviotas y las personas hacen llevadero el hormigón.

Aunque estoy vinculada al proyecto solo desde hace tres meses, algunas cosas florecen y avanzan con agilidad hacia el logro de objetivos. En una de las sesiones de ayer, el director de producción quiso revisar algunas competencias de liderazgo donde descubrimos áreas de mejora. Siendo una persona cálida y cercana que se ha ganado el respeto de sus equipos (más de trescientas personas), me extrañó que priorizara trabajar la empatía, aunque todo se aclaró cuando explicó que necesita... ¡rebajarla! Antes de que se explayara, nos reímos los dos: él porque sabe el precio que paga por un exceso de empatía, y yo porque me acordé de mi mentor, Sir John Whitmore, quien en una conversación informal me dio dos consejos.




El primero, que centrara mi trabajo en la alta dirección de las empresas: "... Azucena hay que ir rápido en la transformación de las organizaciones, dispara arriba: si los que toman las decisiones mejoran, las reglas de juego se transforman y el impacto es mayor...". El segundo consejo fue que rebajase la empatía y explicó el símil de un puente levadizo que baja y permite la conexión con la obra orilla y sube y desconecta. Pero... -repliqué- la empatía nunca es demasiada, Sir John.

Estaba equivocada. Como en todo, el exceso provoca efectos colaterales no deseados que hay que calibrar. Mi director de producción es el refugio en el que acaban la mayoría de los sinsabores de sus equipos, su atenta escucha hace que las personas se sientan comprendidas, y su tendencia a la búsqueda de soluciones hace que su cabeza y su ánimo rebosen inquietudes que no le competen. 

Hay un exceso de bondad -que se muestra como empatía- que sobrecarga todos los circuitos de mi directivo (especialmente los emocionales) ya que ningún ser humano es inmune al sufrimiento. Hemos diseñado una estrategia y un plan de acción para que sin dejar de ser quien es (una gran persona) no se lleve a casa las frustraciones que no le pertenecen. 

Sir Joh Whitmore tenía razón, la empatía es un puente levadizo: hay que saber ponerlo y quitarlo.


El arte de que el otro se sienta visto, artículo de Pilar Jericó en El País. Tiempo de lectura: dos minutos.

lunes, 10 de febrero de 2025

¿Piensas demasiado?


Mi hija estudiaba un máster en Rotterdam cuando conocí al primer y último rapero que se ha cruzado en mi existencia. Coincidimos durante un concierto en el Teatro Nieuwe Luxor y el rapero destacaba entre los amigos de mi hija por su altura: dos metros exactos de gigante humanidad. 

Apenas cruzamos unas palabras en inglés durante el descanso. El chico me pareció introvertido pero -según me contaron- cuando subía a un escenario transformaba el silencio en un verbo desatado contra el imperialismo holandés. 

Después del concierto fuimos a tomar algo y me explicaron que el rapero era nieto de esclavos -algo común entre los universitarios negros de Rotterdam-. Eso me permitió entender algunas cosas, y dejar en stand by una música que no resonaba en mí.



Si hoy vuelvo la mirada a aquella experiencia -ya lejana en el tiempo- es porque he descubierto el fenómeno Kendrick Lamar. Seré honesta, aunque la música rapera sigue sin gustarme, me interesan las letras: una mezcla de canción protesta, poesía y lírica cargada de intención. 

Dado que me forjé en la intelectualidad de los años sesenta, la canción protesta española dejó en mí un poso que pervive. La poesía siempre me inspira y -ahora que he retomado la pasión por la escritura- mi piel despierta con canciones que proponen cuestionar las reglas de la sociedad.

"Las palabras no tienen huesos, pero los rompen" -ha escrito Theodor Kallifatides-. Quizá Kendrick Lamar -ganador de cinco premios Grammy- sea el hueso que rompe prejuicios y convenciones, razón por la que la revista estadounidense Rolling Stone  ha dicho que "Good Kid, City" es el mejor disco conceptual de la historia.

Repaso algunas de las frases del famoso rapero y encuentro una que me gusta: "Me preocupo demasiado, quiero compartir demasiado, y pienso demasiado".  Riiiiing, suena mi alarma interior. ¡Tiempo de desconectar! 


Frases del rapero Kendrick Lamar

lunes, 3 de febrero de 2025

Preguntar, competencia clave de liderazgo

 

Me gustan los chicos que no tienen pelos en la lengua. Las gafas añaden encanto y haber sido profesor en las universidades de Harvard, Toronto, Berkeley y Paris también puntúa. 

Norbert Bilbeny -en la fotografía- es catedrático de Ética, ha pasado por los citados claustros y además de deslenguado es un visionario: hace más de treinta años alertó de que la avalancha tecnológica ahogaría la capacidad humana de hacer preguntas, practica esencial en la evolución de la especie.




Sea cual fuere el encargo formativo que recibo de una empresa, siempre incluyo el bello arte de preguntar como una manera de ser y estar en los negocios. Si una buena pregunta es la mitad de una respuesta -como dijeron los clásicos- formular con precisión nuestras incógnitas se torna estratégico en la gestión de las personas del entorno: compañeros, clientes, colaboradores...

Preguntar y escuchar son cara y cruz de la misma moneda. Si preguntas, has de escuchar la respuesta y de ahí emergerán nuevas preguntas que aportarán comprensión y mejora. 

Preguntar y escuchar es la esencia de mi trabajo, pero también una competencia clave de liderazgo. Preguntar y escuchar cultiva la curiosidad -antesala del conocimiento- y exige la integración de las diferentes respuestas que encontremos, tan diversas como la variopinta humanidad.

Hoy he terminado de leer "Las meditaciones de Marco Aurelio" (vigesimoprimera edición en EDAF) donde el emperador no cesaba de hacer preguntas a otros y a sí mismo. Preguntar acaso fuese una de las claves de su grandeza.  Como en el casino, por favor, hagan juego: ¡formulen preguntas!


Artículo relacionado en El País. TL 5 minutos.
Libro relacionado Las Meditaciones de Marco Aurelio. TL 4 horas.

domingo, 2 de febrero de 2025

Secretos de Patricia Highsmith


La tercera ciudad más importante de Suiza es Locarno (en la fotografía), un lugar estupendo para morir. Para empezar el escenario es propio de una película con abultado presupuesto: los Alpes y el Lago Mayor rodean el pueblo y los alrededores del cantón cuyos habitantes hablan en su mayoría italiano en vez de francés o alemán (idioma que utiliza el 60% de la población suiza).

Locarno es el lugar en el que murió la novelista Patricia Highsmith, poco aficionada al esquí o al senderismo y tan austera que compraba menos comida para ella que para el gato.

El rotativo El País publica un artículo escrito por Elena Gosálvez Blanco, última asistente de la novelista. De interés para los seguidores de la gran dama de la intriga, el relato de Gosálvez -colaboradora de la Universidad de Yale- revela anécdotas curiosas para los aficionados a la escritura.

 



¿De dónde sacan las ideas los escritores? La respuesta es tan variopinta como los estilos narrativos o el carácter de los artistas. A Patricia Highsmith le inspiraban el arte, la psicología clínica y el reino animal, pero muchos de los argumentos de sus novelas provenían de un programa de crímenes que emitía la BBC. Con el rigor propio de quien asiste a un ritual sagrado, la escritora veía cada semana la emisión de la British Broadcasting Corporation y anotaba los datos que más tarde transformaría en historias de terror. Los detalles de los crímenes reales dotaban de credibilidad los relatos de la novelista cuya popularidad y ventas se dispararon con Extraños en un tren o El talento de Mr Ripley.




El secreto conocido por los biógrafos de la novelista se completa con otro que contrapesa la fama de tacaña de la autora. Aunque en la vida cotidiana Patricia Hightsmith no se concedía lujos, poseía una fortuna.  Hubo que esperar hasta su muerte para descubrir que su "frugalidad" tenía un propósito: contribuir a que otros artistas se desarrollasen en un entorno amable. El testamento reveló que todo el dinero de la escritora fue a parar a Yaddo, una colonia neoyorkina que apadrina a escritores, pintores y artistas en general. Seguro que la novelista guardaba más secretos y que -como en todo buen triller- la realidad supera la ficción.