Ella era diez años más joven que yo por lo que a mi mente le cuesta aceptar la idea de que ya no está. Y mucho más hilar la reflexión de que acaso el personaje de la guadaña me ronde también a mi. Si así fuera... acaso lo único importante sería poder afirmar que he vivido con dignidad y que he hecho todo lo que estaba en mi mano por aprender en un amplísimo concepto del término. Aprender.
Nos hemos reído mucho al descubrir el gnomo pintando de azul las hortensias ¡qué ocurrencia! con lo bonitas que son en tonos rosas o blancos. Pincelillo en mano trazaba un paisaje casi fantasmal, irreal, de cuento. La vida no es un cuento, decía el escritor Pablo Coelho el verano pasado en un curso de la Universidad del País Vasco al que asistí junto a otras cuatrocientas personas.
De ella no recuerdo mucho, la verdad. Apenas coincidíamos durante los veranos en un remoto pueblo de Castilla. Era gemela de otra y tenían un hermano que pertenecía a mi cuadrilla de aventuras. Me acuerdo con precisión de las gallinas que su abuela Basilisa cuidaba con primor, de la potencia acústica del gallo y del perro doméstico que siempre dormía junto al pozo de agua, en la zona más sombría y fresca de la casa.
Mañana a las 17.30 será el funeral en una ermita situada a unos metros del lugar en el que en las tórridas noches de verano la abuela Basilisa nos contaba historias a un puñado de niños entre los que se encontraba su nieta. Ellas ya no están, ambas han volado al otro lado de las montañas a las que -jugando, inventando, entonces riendo- llamábamos El Pico del Indio. Realidad y ficción ¿cómo distinguirlas? Logro e intención ¿causa o efecto? Ella se ha ido. Propicia un momento azul de oración... ¿Ven al gnomo entre las hortensias?
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