Desde el año 2002 vivo en San Sebastián y -aunque en coche solo está a una hora de Bilbao- no tiene el aroma de mi infancia. A veces añoro mi tierra, así que todo pretexto que me acerca a la capital vizcaína es bienvenido.
Dentro de unos días ofreceré un taller en Portugalete, muy cerca del Puente Vizcaya construido a finales del siglo XIX por los arquitectos Alberto de Palacio y Elissague. Viajaré desde San Sebastián hasta Las Arenas y allí tomaré el transbordador que me llevará al otro lado de la ría del Nervión (Portugalete) y a unos metros del Centro Cultural Santa Clara donde impartiré dos jornadas de formación.
Me siento ilusionada y agradecida al Área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Portugalete que organiza y financia el taller que permitirá a los asistentes aprender a dar y recibir feedback, es decir, áreas de mejora sin herir la sensibilidad de las personas. Aunque así formulado no parece gran cosa, el feedback (practicado con método) tiene enorme potencial transformador y es uno de los secretos que propicia la mejora continua (Kaizen) de los profesionales, los equipos y las organizaciones.
Hasta la fecha he impartido esta píldora formativa en decenas de ocasiones bajo diversas fórmulas: en abierto, "in company" para empresas de diversos sectores, y en colaboración con instituciones (como es el caso).
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