La esperanza con la que abordamos el trabajo quizá dependa del "sentido" que otorgamos a nuestra actividad profesional. Hoy un directivo y yo volteamos el desánimo al conectar con el propósito...
Esta mañana he trabajado con un empresario del sector de la construcción embarcado en proyectos faraónicos cuya complejidad haría zozobrar a un titán. Es un hombre fuerte por dentro y por fuera que ya ha superado varias crisis del sector.
Formulo preguntas, escucho con todo mi ser las respuestas, avanzamos juntos con tesón y lucidez y -en un momento dado- me acuerdo del escritor checo Václav Havel y abordamos el "sentido" que otorga a su trabajo. Entonces me habla de su origen humilde, y del sueño de dejar un legado para sus hijos (empresa familiar)...
Veinte minutos después atrapa un gramo de esperanza, un punto de apoyo para mover su universo. Y yo... ¡tan contenta!
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