"Dos perros son dos perros" es una expresión que utilizo cuando he tocado fondo en un debate. No acontece con frecuencia ni a la primera de cambio, pero ocurre.
Cuando he argumentado en todos los idiomas, he puesto sobre la mesa los datos y estadísticas que recuerdo, he agitado el cóctel neuronal, encontrado metáforas y puntos de referencia, dialogado largamente y chequeado mi sistema de valores buscando -sin hallar- resquicios que me permitan renunciar a mis creencias, entonces se me escapa el "dos perros son dos perros".
Si mi cabreo sube de intensidad (algo que ocurre pocas veces al año) utilizo otra expresión que indica que he tocado el fondo del fondo del debate. Se trata de la afirmación: "el cielo arriba y la tierra abajo", una apelación a la lógica de lo obvio y un desesperado intento de que se escuchen con empatía las ideas que comparto.
¿Por qué traigo estas confidencias al blog?
Preparo un viaje a Londres, una de mis ciudades favoritas. Aunque he estado en numerosas ocasiones, me gusta descubrir curiosidades. La investigación previa me permite disfrutar de la aventura semanas antes de despegar del aeropuerto de Loiu (Bilbao, Vizcaya).
De la estantería de viajes del salón recupero todas las guías de Londres que he acumulado en la última década. Entre otras, The 500 Hidden secrets of London, Londres (Baedeker Sgel) y Top 10 Londres. Las publicaciones están llenas de posts it, anotaciones a pie de página y marcas en los planos del metro y la ciudad.
Ayer vino una amiga a casa y vio la mesa de mi despacho llena de papeles, libros, acuarelas y los citados volúmenes de Londres. Mientras yo preparaba un café estuvo ojeando las guías y cuando volví con las dos tazas me dijo que no perdiera el tiempo ya que el material era antiguo. Estuvimos charlando un rato sin que modificara un ápice su punto de vista: había que tirar las guías y centrar las búsquedas en Google y en la Inteligencia Artificial. Eso desquicio mi enfoque artesanal de la aventura londinense, así que le pregunte si la Torre de Londres habría dejado de medir 27 metros de altura, si Saint Paul's Cathedral ya no tendría la campana más grande de Europa, si Liberty ya no diseñaría telas y si la Tate no albergaría las 20.000 acuarelas que tanto he disfrutado en viajes anteriores (datos que aparecen en las guías). Dos perros son dos perros.
Hay cosas que permanecen y cuyo valor es intemporal y cosas que cambian, pero coger la parte (las guías en papel) por el todo (que no sirven para nada) me parece un atropello a la razón. ¡Claro que consultaré de antemano los horarios de los museos, la cotización de la libra y el precio de los viajes en barca por el río, pero ¡por favor! el cielo de Londres arriba y la tierra de Londres abajo, junto al Támesis.
El rechazo por sistema de todo lo que ayer tuvo un valor referencial (una guía urbana, un método de trabajo, una competencia de liderazgo, una sólida formación intelectual, un sistema de valores y hasta una receta de cocina) en pro de un modernismo a ultranza que aún tiene que demostrar sus bondades (incluida la IA) irrita mis neuronas. Ahora ya conocen la historia de los dos perros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario