Empiezo otra vez: mi cabeza es sopa de letras los domingos tras sumergirme en lecturas intensas y variadas durante horas. Completar varios auto-definidos (crucigramas) ayuda a espesar el consomé, y hoy el Libro de Arena (Borges) ha terminado por engordar el caldo dejándolo similar a la deliciosa sopa de pescado que mi madre hacía en Navidad.
Dos ideas emergen del mar embravecido de conceptos turbios: Europa eres tú, Europa soy yo. ¡Pongámonos de una vez a producir que esto se hunde! Lo tengo tan claro que hasta lo voy a incluir en la firma de los E-mails. Europa somos tú y yo, juntos podemos llegar más lejos. El tiempo es ahora, el reloj de arena ofrece su vacío. No quedan granos de oasis ni espejismos. Pongámonos ¡ya! a trabajar allá donde estemos desde el núcleo duro de nuestro talento porque la inflada bola terráquea pierde aire y asemeja los globos que regalaban las zapaterías a los niños los jueves de mi infacia.
La otra idea pertenece a mi amigo Gabriel para quien las personas llevamos incorporado un sistema wifi con el que vamos por la vida conectándonos o desconectándonos a la fertilidad/ toxicidad del entorno, seamos o no conscientes de ello.
La idea me ha parecido genial. Llevamos incorporado un sistema wifi que permite captar: señales, frecuencias, vibraciones, sensaciones, emociones, instintos, intuiciones, incoherencias, mentiras, verdades... La amalgrama con la que conectamos (o no) forma parte de la eficacia/ ineficacia con la que nos comunicamos en las organizaciones y -como implícito maridaje- de la eficacia/ ineficacia que alcanzamos.
Entreno estos días a un alto directivo que desea le ayude a mejorar sus competencias de liderazgo. Cerrado al cambio como una almeja a tres millas de profundidad mar adentro, insiste en hacerme creer que cuida de las personas porque alguna vez les dice ¿qué tal? tras el ¡buenos días! de rigor. Acabo de leer uno de sus últimos Emails que encabeza con un: Estimada Aránzazu... Él no entiende que en la evaluación bianual penalicen su gestión de las personas... Paradojas. Es buena gente, lástima la escasa potencia de su wifi.
La otra idea pertenece a mi amigo Gabriel para quien las personas llevamos incorporado un sistema wifi con el que vamos por la vida conectándonos o desconectándonos a la fertilidad/ toxicidad del entorno, seamos o no conscientes de ello.
La idea me ha parecido genial. Llevamos incorporado un sistema wifi que permite captar: señales, frecuencias, vibraciones, sensaciones, emociones, instintos, intuiciones, incoherencias, mentiras, verdades... La amalgrama con la que conectamos (o no) forma parte de la eficacia/ ineficacia con la que nos comunicamos en las organizaciones y -como implícito maridaje- de la eficacia/ ineficacia que alcanzamos.
Entreno estos días a un alto directivo que desea le ayude a mejorar sus competencias de liderazgo. Cerrado al cambio como una almeja a tres millas de profundidad mar adentro, insiste en hacerme creer que cuida de las personas porque alguna vez les dice ¿qué tal? tras el ¡buenos días! de rigor. Acabo de leer uno de sus últimos Emails que encabeza con un: Estimada Aránzazu... Él no entiende que en la evaluación bianual penalicen su gestión de las personas... Paradojas. Es buena gente, lástima la escasa potencia de su wifi.
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