sábado, 27 de diciembre de 2014

Una Ética Mundial


Las cosas no son lo que parecen y la primera ilustración no es una postal ni una fotografía obtenida de los infinitos fondos de imágenes de Google ni ha sido tomada a última hora de la tarde sino un poco después de las doce del mediodía. Además las figuras que aparecen a la izquierda de la imagen no son moñigotes sino parte de mi familia que está en Tromso, al norte del norte de Noruega, Círculo Polar Ártico.




Casi nunca las cosas son lo que parecen y me pregunto ¿qué nos hace pensar que ser y parecer constituyan dos caras de una sola moneda? Imaginación pura. Delirante ensoñación. Despiste existencial basado en el anhelo de que las personas, situaciones y paisajes se muestren en radical desnudez. Pero no lo hacen. No lo hacen. No.

Y aún cuando exista engaño, maldad o tergiversación intencional me pregunto si no conviene templar el sable y modular la velocidad con la que alcanzamos conclusiones sobre las personas y las cosas que nos rodean. ¿Qué culpa tiene Tromsó de que -desde la perspectiva española- pensemos que la fotografía ha sido tomada a las siete-ocho de la tarde? Ninguna. ¿Hay engaño? no ¿Hay una oculta intencionalidad? no. ¿Hay manipulación de la cámara? no. Sencillamente hay desconocimiento de un contexto distinto al nuestro. Y a más lejanía acaso más ignorancia y a más ignorancia acaso menos aceptación de la diferencia. 




La aurola boreal se produce sobre el cielo de Tromso con frecuencia si me dejo guiar por los registros familiares porque ya han vivido varias "sacudidas emocionales" del cielo sobre la tierra en apenas unas semanas. ¡Otro fenómeno lejano, desconocido y distinto que -sin embargo- no levanta sospecha ni rechazo!

La aceptación de la diferencia es una de las claves del libro Reivindicación de una ética mundial, del teólogo escritor suizo Hans Küng, un poderoso volumen de doscientas treinta y cinco páginas de profundidad entorno a la Declaración de Ética Mundial del II Parlamento de las Religiones del Mundo, redactada en Chicago en el año 1993. Diferentes autores, religiones, contextos, estilos, lenguas y tonos de piel presentan un enfoque convergente al que denominan "ética mundial" que recomiendan integrar en cualquier práctica profesional porque -afirma el libro y comparto- "vivimos en un mundo que agoniza" al que suelo referirme como "el reseco mundo".

Y las cosas no son lo que parecen y el libro de Hans Küng no es para religiosos sino para laicos comprometidos con que el ser y el parecer se reconozcan mutuamente en un ejercicio de transparencia y honestidad que salve a la humanidad de la humanidad.

Todo el libro es recomendable -como  guía evolutiva en la construcción de interdependencia y colaboración entre personas dispuestas a vivir desde una ética mundial- pero el texto del músico Yehudi Menuhin titulado Mi oración conmueve hasta las estrellas de Tromso en una noche de aurora boreal.




Han pasado veintiún años desde que se firmase en Chicago la Declaración de Ética Mundial ¡demos vida en nuestra vida a una ética que integre las diferencias al profundizar en la médula de las personas, lugares y situaciones! Comprobaremos que alcanzada la verdad todos latimos al unísono en el corazón de la tierra, nuestro planeta ¡que agoniza! y aún taaan bello.


Texto completo de Yehudi Menuhin pinchando  aquí.
Fotos: Julien Botella

2 comentarios:

Aula de Chefs dijo...

Precioso Azucena, conmovedor y sereno, así quiero despedir el año, como "el que ve lo que no ve en lo que ve".

Gracias de nuevo por enseñar tu radical desnudez.

Azucena Vega Amuchástegui dijo...

Como un sabueso rastreo pistas que orienten mi olfato hacia el ejercicio profesional con sentido pleno.

Reconozco que no me resulta fácil porque mil frívolos aromas flotan seductores en el ambiente.

El aliento de Aula de Chefs, desde Galicia, vigoroso y genuino alimenta mis búsquedas. Gracias.