domingo, 2 de octubre de 2016

Aligerar y Crear Futuro



Aligero las estancias de objetos que descubro como nuevos después de dos-tres décadas en desuso. Entre otros, un librito de haikus con los que nunca conecté ¡hasta hoy! Editado por Mondadori está lleno de polvo y -en su interior- mantiene intacta una hoja seca del árbol de la vida cuya procedencia no recuerdo.


La rama seca
con un cuervo posado.
Tarde de otoño. Bashó.



Aligero mi vida cuanto puedo quedándome con lo esencial que se dibuja en nítidas señales que serenan el fondo de agua en mi alberca ¿el alma? Estoy haciendo sitio porque mi pasado se prolonga y desparrama ya en exceso y (si le dejo) se come el presente y el futuro que quiero construir.

No estoy teniendo resistencia a tirar bolsas de objetos, regalar montones de libros y -en general- a deshacerme de todo lo que en este momento no utilizo. Así que me quedo con un par de estanterías de libros sobre el arte de escribir; otro sobre la pintura con técnicas de acuarela; algunas guías de países y ciudades en las que ha vivido mi hija y en las que tengo recuerdos entrañables; unos cuantos libros de poesía; todos los manuales de tai-chi y chi kung (que no alcanzan la docena) y poco más por lo que a mis hobbies se refiere. Me está costando más deshacerme de los materiales profesionales que usaba -o que pensé en usar- y que he venido acumulando durante décadas: artículos, manuales, fichas de feedback, memorias de proyectos ¡qué vértigo!

El "divertimento" de revisar, ordenar, limpiar y tirar me está confrontando con el pasado de lo que soñé, el presente de lo que soy y el futuro que quiero construir. El proceso me está resultando fascinante y espero concluirlo hacia la Navidad.



¿Qué está resultando fascinante?


Dejar de acumular en la certeza de que ya tengo lo que necesito para desplegar mi creatividad y mi trabajo y que si surge una necesidad nueva ¡podré colmarla en su momento! Confiar.

¿Qué más está resultando fascinante? Constatar que lo que me serena, armoniza, alegra y fortalece ¡es gratis! como el mar (este año he batido mi récord de baños marinos); como visitar el acebo y la alberca de las fotografías (ambas en Leva, Burgos); como paladear un haiku diminuto... Finalmente me está resultando fascinante descubrir que lo más valioso que puedo ofrecer como profesional no es lo que sé, sino lo que soy. Están bien las técnicas, herramientas y métodos que recopilan mis manuales y las formaciones realizadas cuyos títulos cuelgo en el despacho. Están bien y viajan conmigo porque ya forman parte de mi ser, pero lo más valioso es mi centramiento (cuando lo consigo), mi silencio acogedor, mi escucha total del "sistema cliente", mis intervenciones minimalistas... Cuanto más ligera, silenciosa, centrada y presente mejor para la práctica de mi oficio. ¡Casi todo sobra!



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