Los trabajadores han hecho su parte logrando incrementar la productividad, según el informe de 2016 facilitado por Orkestra, el Instituto Vasco de Competitividad.
Los asalariados han cogido el testigo lanzado por el gran teórico de la productividad, Frederick Taylor, quien ideó un modelo de gestión del "trabajo manual" que hacía posible medirlo en términos de eficacia, y que -con posterioridad- completó Henry Ford al incorporar la línea de ensamblaje.
Siendo ambas aportaciones esenciales para la gestión empresarial, han de ser revisadas -con radical honestidad- a la luz del siglo XXI y de la emergencia de los "trabajadores del conocimiento"
Los empleados de todos los sectores están cumpliendo su parte: producir mucho en el menor tiempo posible, con la máxima calidad y al coste más bajo. Las empresas compiten entre sí en una enloquecida espiral de velocidad y precio que roza la demencia.
La idea de Taylor -compartida por otros teóricos relevantes del siglo XX- es que midiendo la productividad, controlando los tiempos y acelerando la capacidad de generar consumibles, las empresas asegurarían una prosperidad que -de alguna forma- sería revertida a los empleados a través de un mayor salario. Pero no está ocurriendo, aún no ocurre.
"Los buenos resultados económicos
no se igualan en el ámbito social". Orkestra.
El último informe del Instituto Vasco de Competitividad avala la mejora de la cuenta de resultados de la mayoría de las empresas y reclama la contraparte al esfuerzo realizado: un incremento de los salarios que permita tanto la sostenibilidad del negocio (en clave de beneficio, inversiones e innovación) como la mejora de los trabajadores, esa gran masa a la que pertenecemos la mayoría de humanos.
Muerto Taylor -y su obsesión por la productividad- no acabó la rabia de las empresas llamadas "explotadoras" -terminología de Orkestra-. Queda pendiente equilibrar la balanza entre el dar (esfuerzo, dedicación, entrega de los trabajadores) y el recibir (incremento salarial, formación, mejoras sociales), principio sistémico de justicia que asegura un vínculo de largo recorrido entre los humanos ¡también en la empresa!
Los trabajadores de la época de Taylor (cuello azul) eran apreciados por su fuerza, los del siglo XXI (cuello blanco) son apreciados por su conocimiento. Ha llegado el momento de superar la dicotomía y conciliar músculo y mente así como de formular los negocios en clave de presente y futuro y de un sano equilibrio entre el dar y recibir de las empresas que Orkestra denomina "actitud exploradora". Es una revolución que está pendiente dentro y fuera de las organizaciones, en la teoría y en la práctica, porque afecta a la vida de los trabajadores con independencia del color de su cuello.
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