miércoles, 10 de julio de 2024

Desconcierto de la plantilla y fuga de talento


 

Un tercio de los profesionales con los que trabajo son Ceos, Directores Generales, Gerentes o Jefes de Producción y la nomenclatura importa porque define sobre el papel el cometido esencial de cada uno de ellos. Sobre el papel. Siendo todos relevantes y necesarios han de practicar la complementariedad y mostrarse alineados. La realidad es otra: según el sector, tamaño de la empresa, propiedad o histórico de la compañía los roles y las funciones del Ceo y el Director General tienden a enredarse en una madeja de confusión cuyo calado afecta a la plantilla, los inversores y -finalmente- los clientes.




 

El parámetro tiempo es relevante en los negocios y si bien el Ceo ha de sostener la visión de la compañía a largo plazo, el Director General ha de gestionar a corto, es decir, ha de solventar la urgencia de lo cotidiano y sus cambiantes exigencias. En momentos de crecimiento exponencial resulta complejo equilibrar ambas pulsiones (visión a largo y a corto) y es en esos períodos cuando surge la pregunta: ¿El Ceo al servicio de la compañía, o la compañía al servicio del Ceo? Si el principal directivo de la empresa forma parte de la propiedad, el tema se complica.

 

El choque entre los dos primeros espadas de la empresa, sus correspondientes visiones, prioridades y egos confunde a la plantilla, incrementa los errores, desmotiva, estresa, propicia la fuga de talento, deteriora el clima laboral, desconcierta a los inversores y en ocasiones espanta a los clientes: crónica de una muerte anunciada.

 

La visión a largo y la gestión eficiente a corto han mostrarse alineadas y coherentes frente a la totalidad de los stakeholders (trabajadores, proveedores, colaboradores, inversores y clientes). Mi experiencia es otra ya que con frecuencia observo los devastadores efectos del choque de trenes en la cúpula productiva. A veces ni siquiera hay mala fe, sino desconocimiento, falta de reflexividad, tozudez, descontrol emocional o mala gestión del ego. Mi sugerencia: que los principales directivos de una compañía se pongan de acuerdo en las directrices que transmiten a la plantilla por aquello de que ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige. 



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