Divorciarse no es rentable, personal ni empresarialmente. Tres informes recogen el impacto en la empresa del divorcio de su Ceo o de alguno de sus principales directivos. Entre otros: mayor absentismo y propensión a enfermar, incremento de posibilidades de padecer ansiedad y depresión, merma de la capacidad de mantenerse enfocados en el trabajo (resultados) y de motivar al equipo. En síntesis: bajada de la productividad. Puff suena demoledor.
Las personas lo pasan mal, especialmente si tienen hijos y la custodia es compartida, ya que han de afrontar tareas que con anterioridad no realizaban: ocuparse de las extraescolares, comprar calcetines o hacer la cena, entre otras. Los expertos (terapeutas) consideran que la separación/ divorcio es un duelo y hay que transitarlo como tal...
Las empresas lo pasan mal: les alcanza el impacto negativo del momento que atraviesan sus directivos. Al igual que una piedra lanzada a un estanque provoca ondas, los profesionales expanden (para bien y para mal) su momento personal.
Según el Observatorio Demográfico CEU, en el año 2023 (último del que se tienen datos) se produjeron 80.000 divorcios-separaciones en España, siendo Cataluña y Andalucía las comunidades autónomas que más casos registraron. De acuerdo con la misma fuente (Universidad San Pablo CEU), el 60% de las parejas que se casan en España se divorcian antes de los diez años de matrimonio. ¿Cuántos de esos casos corresponden a directivos? Si tuviéramos el dato sería posible calcular el alcance en el sistema productivo...
La resonancia entre lo que acontece en la empresa y lo que viven los profesionales es enorme y se ha investigado/ publicado mucho sobre el tema, pero no tanto al revés: ¿qué ocurre cuando un directivo con poder, responsabilidad e influencia atraviesa un mal momento?
Según mi experiencia (modesta) se produce un tsunami de mediana a gran intensidad (dependiendo de muchos factores) que se prolonga entre en el tiempo entre uno y tres años... Leo los informes y mis observaciones sobre el terreno se acompasan con las estadísticas: bajada de la productividad e impacto negativo en la cuenta de resultados. El tema no parece baladí. ¿Debieran los departamentos de recursos humanos plantearse programas específicos de apoyo a los profesionales que atraviesan procesos de separación o divorcio? Sería un caso perfecto de win-win: ganan los profesionales ¡y la empresa!
Artículo relacionado con el post en El País.
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