Ser un pelma está al alcance de cualquiera. Por el contrario, practicar la síntesis con precisión (en la que nada sobre ni falte), exige un avanzado desarrollo de competencias. Pocos profesionales se proponen cultivar el bello arte de la brevedad. ¡Una lástima para todos!
Aunque el mundo empresarial está cuajado de tópicos, la jerga verborréica alcanza un desmesurado despliegue en las cúpulas directivas y se torna rimbombante en áreas corporativas: plaga de discursos huecos como buñuelos de viento. El fenómeno es cansino para quienes lo padecemos de vez en cuando (colaboradores externos) y desquiciante para los equipos obligados a poner cara de póker mientras los buñuelos explotan en la sala de juntas.
En un mundo en el que la velocidad marca los procesos productivos, los márgenes y la capacidad competitiva, los buenos comunicadores han de ser breves y contundentes, características que exigen de los líderes la preparación de los mensajes que quieren transferir antes de ser lanzados a los equipos. Alcanzar la síntesis con precisión exige: conocimiento del tema, criterio, análisis, priorización y selección: hay que renunciar a decirlo todo, todo el tiempo, a todos.
La brevedad comunicativa exige mucho de los líderes pero ofrece altísimas recompensas. Veamos cuáles. Respetar el tiempo de los demás es acogido siempre con gratitud. Señalar con claridad las prioridades de la compañía fortalecerá la posición del líder con su equipo. Por último, la brevedad y la concisión propician acciones que se desplieguen en el tablero de la realidad. Todo ventajas. Amazing!
Recursos relacionados con el tema: Libro El Método Smart Brevity, editado en castellano en 2024 + Vídeo de Xavier Marcet Duración 1 minuto.
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