Antonio Banderas no se jubila. Tiene sesenta y cinco años y sigue al frente de su actividad como actor, empresario y revisalsas, según confiesa al periodista Gregorio Belinchon en El País. Tiene dinero, fama, contactos, propiedades, amigos y hobbies pero considera que jubilarse es morir. Curioso ¿no les parece?
Percibo una corriente mundial que arrastra a la sociedad hacia una vida de ocio y consumo -a cualquier edad- cuya contraparte es el desprecio al esfuerzo en general y al trabajo en particular como actividad con sentido que orienta y ordena el devenir de las horas y los días.
En el año 2016 Timothy Ferriss publicó un libro titulado "La semana laboral de cuatro horas" con el subtítulo: no hace falta trabajar más. El autor se gana la vida como asesor de empresas tecnológicas en Silicon Valley y quizá -en el mejor de los casos- practique lo que propone, pero no aplica al 90% de los mortales. Ahora bien, la idea de vivir bien trabajando cuatro horas a la semana fue comprada por la mayoría: la mecha arrancó con fuerza hace nueve años y se expande hasta hoy. El deseo de jubilarse forma parte de este incendio devastador en el que el trabajo es demonizado y el ocio consumista se torna panacea existencial. Alguien debiera decir que semejante propuesta no es viable, no es igualitaria y -en mi opinion- carece de sentido.
Aplaudo a Antonio Banderas que no quiere jubilarse porque desea vivir en plenitud y la plenitud conlleva actividad que aporta a los demás. Para el actor es complejo diferenciar lo autentico de lo falso (inteligencia artificial) por lo que considera el teatro como un "refugio de la verdad": los espectadores asisten a lo que acontece en tiempo real y a unos metros de la butaca, sin manipulaciones tecnológicas que alteren el resultado.
La semana laboral de cuatro horas no es viable para el 99% de la población mundial y la jubilación no es sostenible en España tal y como está concebida -explosión de personas que pertenecen al baby boom con jubilaciones altas que percibirán fondos de las arcas del estado durante más de veinte años-.
Pero para mi la cuestión no es tanto la viabilidad económica del planteamiento, cuanto la búsqueda de sentido a lo que hacemos. Si se goza de salud y se puede ejercer una actividad que aporte a la sociedad ¿por qué no hacerlo? Los expertos -que no se atreven a decir alto y claro que el sistema español de jubilaciones no es sostenible- sugieren alternativas: que los mayores de 65 años realicen mentorías a los más jóvenes, trabajen por proyectos, realicen voluntariado, organicen cooperativas o presten servicios que aporten a la comunidad. Algo es algo.
Por su parte el profesor de Estrategia de Deusto Business School, Guillermo Dorronsoro, sugiere modificar la mirada sobre la longevidad y hacerlo con valentía.
Me quedo con la determinación de Antonio Banderas: seguir profesionalmente activo más allá de los sesenta y cinco años aunque se cumplan los requisitos para jubilarse. También con la idea de modificar la mirada sobre la longevidad y hacerlo con valentía (al fondo de la cuestión) y desde luego abogo por un mundo donde el trabajo sea tratado con respeto y se le otorgue valor que merece.
Material relacionado: en el año 2024, la Universidad del País Vasco organizó un curso de verano -coordinado por el geróntologo Javier Yanguas- quien explicaba qué se entiende por "nueva longevidad". Vídeo. Dura: 4 minutos.
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