domingo, 1 de febrero de 2009

Elogio de la Rebeldía

Ahora resulta que he llegado hasta el hoy gracias a mi rebeldía. ¡Cielo Santo qué gran milonga mi educación en el colegio de monjas de las Esclavas del Sagrado Corazón y su monocorde slogan de "... las niñas buenas van al cielo..." que tántos años formó parte de mi ADN.


Confesaré que tengo un día espídico, afilado, y conector de ideas varias. Quedan alertados: en este día afilado tal vez acabe por escribir algo hiriente como el filo de la navaja sobre la que juntos caminamos. No pretendo herir -por supuesto- sino desquitarme de algunas certezas antiguas (que me inculcaron otros) ante el descubrimiento de algunas certezas nuevas (y propias) que aprendo aceleradamente a través de mis libros de empresa/ liderazgo/ gestión de marca personal y creatividad ¡ay la creatividad, cuán fecunda me resulta para comprender!


Ahora parece que la rebeldía -cierto desafío de la autoridad o de lo establecido- forma parte de los rasgos intrínsecos de los líderes, de los emprendedores y de los creativos: el bonito club privado con el que siempre soñé...


En mi infancia estaba mal visto subirse a los árboles porque no era cosa de niñas. Durante mi educación las chicas no chutaban balones, ni pescaban truchas en los ríos, ni ganaban al ping pong a sus primos. No estaba bien visto llevar botas camperas sino bailarinas o merceditas ni que pretendieses estudiar una carrera bohemia o de ciencias. Tampoco que salieses con un chico que no fuera de tu clase social o de tu ciudad, ni que quisieras irte con él a esquiar recién cumplidos los 22. Tampoco que llevases la contraria a tus padres sobre cuestiones culinarias, alimenticias o de hábitos cotidianos porque, sencillamente" ... las cosas siempre se habían hecho como te indicaban y había ido bien..." ?? !!


Mi rebeldía hizo saltar algunas cosas por los aires y si bien es cierto que visto desde el hoy me fortaleció, no lo es menos que entonces generó cierto sufrimiento en ambas partes. En ellos (mis padres) representación adulta del mundo entero y sus valores y en mi (la joven rebelde) que defendía un punto de vista singular. A los dieciocho años ya trabajaba y comencé a vivir por mi cuenta y a ser un canto rodado, una piedra zarandeada al compás de las mareas en su devenir por las diversas playas de la vida. Y volví a encontrar a bastantes personas (novios, jefes, compañeros, amigos de ambos sexos) que persistían en la idea inicial de mis progenitores de que no conviene salirse de la trillada senda de las mayorías, de lo establecido, de lo convencional.


Después ocurrieron bastantes episodios interesantes y hoy, leyendo Tú, marca personal un libro de branding escrito por Roberto Álvarez del Blanco y publicado por Prentice Hall tropiezo con el capítulo dedicado a la creatividad que cuando se trabaja con clientes consiste en "... Motivar a otros a mirar en nuevas direcciones y a explorar el territorio inexplorado..." ¡Guauuu! Cincuenta años para encontrar este bálsamo.



Y ahora resulta que el genio del pop McCartney en unas recientes declaraciones anima a "... Soñar en grande, continuar aprendiendo sin parar y trabajar constantemente para ser fuertes, ambiciosos, insaciables y diferentes..." ¡Guauuu! Diferente, se puede ser diferente sin penalización. ¿Por qué en mi educación no alentaron la diferencia? ¿Por qué alzaron muros de incomprensión? ¿Por qué tuve que explorar al tacto alternativas que a veces fueron atajos y otras desvíos? ¿Por qué me dejaron sola con mi poca o mucha o no se sabe cuanta creatividad, haciéndome sentir estigmatizada por diferente, por rebelde? El hoy viene a demostrar que tener ideas propias, llevarlas a la práctica en forma de negocios, de pedagogía o de legado es apreciado y es rentable. No poseían la verdad absoluta y no era cierto que la única alternativa exitosa fuera seguir el estático ráil de los trenes. ¡Se puede nadar, saltar, correr, pilotar, patinar, escalar y volar!


En este mismo libro (que me ha dejado mi amigo Rafa) dice: "... La creatividad se alimenta con el apetito por el cambio. Exige inspiración estética, disciplina diaria y falta de respeto por el orden establecido...". Qué curioso, en el corazón del trabajo cotidiano de un Coach -mi actual profesión- está la gestión del cambio, la pasión por el cambio, lo único permanente (Heráclito).


Si hubiera hecho caso a mis progenitores (bienintencionados... lo sé) hubiera estudiado Empresariales y hubiera seguido la carrera de mi padre en el BBVA y ahora quizá sería jefa de departamento o directora de sucursal como muchas de mis compañeras de clase y quizá sería feliz ¿por qué no? Y sin embargo, seguí mi intuición, mi instinto, mi impulso y mi rebeldía, lo que me ha traído hasta el hoy porque es cierto que las niñas buenas van al cielo y no lo es menos que las malas van... ¡a todas partes!


Como apostilla en el libro referenciado el conocido estilista Giorgio Armani: el verdadero lujo hoy es ser creativo. Ser uno mismo, seguir tu propio palpitar ya que, acaso, el verdadero propósito de la vida sea conocer y expresar las propias y relevantes cualidades en las actividades cotidianas. En una palabra ser tú, necesariamente distinto al resto de la humanidad: Tú, marca personal, el gran diferencial marketiniano, bueno para ti, bueno para tus negocios y acaso bueno para el mundo entero.

1 comentario:

Socrates dijo...

"...acaso bueno para el mundo entero." Yo me quedo con esa frase, por convicción.

Con tu permiso añado una frase que me gusta mucho, de Edward Young:

"Nacimos únicos...¿cómo es posible que muramos siendo copias?"

Feliz inicio de semana a tod@s!