No hace tanto... apenas siglo y medio, una ráfaga de viento en el cronograma de la historia de la humanidad. Entonces tampoco existía la depresión, la plaga del siglo XXI, la enfermedad que asola el planeta tierra en la llamada sociedad del bienestar. Las personas comían al sentir hambre, dormían al sentir sueño, se amaban cuando las hormonas pautaban el deseo, y el uno se manifestaba completo en un ritmo acompasado por las mareas.
El alma del indio (Ch.A.Easman, Ohiyesa) narra un tiempo en el que el hombre-la mujer preferían morir a traicionar, el bien colectivo al interés propio, la muerte a la mentira, el destierro a la pérdida del honor. ¿En qué encrucijada se ha perdido la actual civilizacion?
Es tal el desvarío, que los centros farmaceúticos regulan los pedidos de orfidal hasta un límite de 50/60 cajas por farmacia, me informa de primera mano una farmaceútica con la que trabajo en Zaragoza. Muchas personas no consiguen parar "la madeja del pensamiento", ese tirano que -si le dejamos- se apropia de la existencia. Hay que anestesiarlo con psicofármacos: dopar la ansiedad, silenciar el dolor, la preocupación, el miedo...
¡¡Retomemos el rumbo, el paso, al compás del alma del indio!! Conectemos el oído interior a la fértil tierra: escuchemos su latido, sintonicemos nuestro corazón. Antes morir que traicionar, mejor el destierro que la mentira o el deshonor. ¡Volvamos al comienzo, a la esencia del ser, a la conexión una entre la mente, el cuerpo y la naturaleza! Escucha sublime.
1 comentario:
Hace unos meses que he descubierto los poderes de trabajar con la atención a la respiración, un ejercicio diario y continuado, haciendo ejercicios orientados a volver a conectar la mente con el cuerpo, a saber identificar los continuos ataques de ansiedad, rabia e ira que tenía.
Actualmente en mi fábrica tenemos 2 personas, de 50, con baja por depresión y ansiedad, una es una operario del taller y la otra un directivo, los dos extremos de la cadena de mando, el 4% de las personas que trabajamos allí.
Los únicos que van a superar estas "olas de 7 metros" en las que está el mundo ahora, son los que sean capaces de mantener la calma, sabiendo identificar las señales de su cuerpo, y como tú dices volviendo a conectar mente, cuerpo y naturaleza.
Trabajaremos para saber volver a los orígenes.
Un abrazo
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