lunes, 11 de junio de 2012

48 horas de viaje ¿submarino?

Vivo dos días en Tolouse (Francia) con la persona que más quiero, así que alcanzo "momentos" de éxtasis que de manera telegráfica escribo desde un ordenador que me resulta ajeno en el teclado, la marca y la velocidad de reacción.

La expresión "vivir momentos" la aprendí de Stela -una lectora habitual del blog, que durante un tiempo mantuvo un amor clandestino con un hombre casado-. Cada vez que ella pretendía empujar la relación un poquito más allá de la alcoba, él le decía: Cariño, no te compliques la existencia, vivamos "momentos". Siendo una mujer despierta, lo contaba con el desdén-tristeza propio de quien niega lo evidente.

Puesto que es tarde, dispongo de poco tiempo y utilizo un ordenador que me resulta extraño, comparto  apuntes fugaces de mi viaje.

PRIMER DÍA

Paseo por el río Garoña y aledaños (canales), al atardecer.
El metro indica el nivel del agua.
Dicen que en la empresa lo que no se mide no existe. ¿O si?


Buscando una heladería, hallamos  un corazón entre las estrechas calles de Tolouse, una ciudad-casco-antiguo en su totalidad.
Sólo el amor puede salvarnos. De casi todo.


La mejor manera de desplazarse por la ciudad, hacer la compra, 
y volver a casa, es en bicicleta. 


SEGUNDO DÍA

Trasladamos la sede experiencial a Tournefeville -a veinte minutos de Tolouse, en coche- donde el castillo-casa de cultura inspira tan pronto conoces su nombre: Utopia. Al llegar, te deslumbran la exuberante vegetación, los parasoles blancos, y un despliegue de desayuno (9.30 de un domingo) que incluye los mejores croissants y brioches -huecos como algunas cabezas (y más esponjosos que la mayoría de ellas)-, plum cakes con y sin pasas, y bizcochos caseros con rallado de zanahoria (mi favorito). Después comienza el espectáculo-fiesta de la Orquesta de Cámara de Tolouse con un programa-degustación que durante una hora nos hace volar directamente al cielo a dos centenares largos de personas entre los que se encuentran Schubert, Teleman, Mendelssohn, Bach y el resto del ancient-team.

El concierto hace honor a  la nomenclatura del lugar, Utopía, y -entre compases de Juan Sebastian Bach- me visita la diosa inspiración. Comprendo que venimos a esta tierra con un alma blanca, y que nuestra misión es terminar (morir) con un alma blanca. En medio de la historia transcurren algunas décadas y cien mil batallas: barro, sudor, lágrimas, heridas, desamores, éxitos, fiestas, bautizos, entierros, dramas y comedias. Viajes. Todo son viajes. El encargo es simple: conservar el estado primigenio del ser a pesar de... Lamento no tener foto del evento musical (los organizadores lo prohiben).

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