Había olvidado el placer de caminar bajo la lluvia sin paraguas ¡bien abrigada, eso sí, con guantes y boina negra de arrantzale! Y la siesta de dos horas, un miércoles laboral cualquiera. Y un chupito de orujo después de comer, camino del despacho. Y paladear la lectura de un libro que inspira hasta en el interlineado: Economía del bien común, de Christian Felber (Deusto) -publicado en 2012 y en su sexta edición en castellano-.
Se trata de un hombre de barba pelirroja nacido en Salzburgo en 1972 y conocido mundialmente por ser un destacado crítico de la globalización y -sobre todo- como miembro fundador del movimiento Attac que aboga por un nuevo sistema económico mundial que huye de las polaridades dominantes: el capitalismo y el comunismo.
Felber propone la economía del "bien común", un término que-curiosamente- fue inicialmente utilizado por Santo Tomás de Aquino en el lejano siglo XIII. La finalidad de las empresas que abogan por el bien común es aportar al bienestar general siendo el beneficio financiero un medio, nunca un fin en sí mismo. Porque las empresas -como las personas- desprovistas de alma se convierten en zombies... Para recuperar el alma de las empresas Felber propugna que sean diseñadas, gestionadas y evaluadas, con los mismos valores y normas de la sociedad y que la dignidad de las personas sea el núcleo radial de las decisiones. ¿Valores? sí, valores como la honestidad, la empatía, la confianza, la cooperación, la solidaridad y la voluntad de compartir.
Re-descubrir a Felber es una de las ventajas de esta semana en la que -tras un marathon laboral del 1 al 17 de este mes- me he tomado un respiro bajando la intensidad de mi agenda a tan sólo 35 horas semanales. Concederme tiempo y espacio para mi misma me ha permitido recuperar la alegría que (en mi caso) casi siempre es sinónimo de energía. Así que esta semana me he reído una media de 400 veces al día (como cualquier niño sano), he dormido más de ocho horas por jornada, he paseado al borde del mar, y leído mucha prensa económica, un poco de prensa política, y a Felber.
Estos "nutrientes" me han permitido descubrir que en 2013 en Estados Unidos, el país que hace una gala obscena de democracia, entre el salario más bajo de un operario y el del directivo mejor pagado de la misma compañía hay una proporcionalidad de 1/325 veces. ¡¡Una desproporcionalidad sería más exacto!!
Colaborar en vez de Competir
Este estudiante de Filología Románica, de Ciencias Políticas, de Sociología y Psicología (Viena y Madrid), este profesor universitario, conferenciante y ex-bailarín visitó San Sebastián (Guipúzcoa) el 20 de junio 2013 y -aunque era verano y llegué a registrarme en el evento- no pude acercarme porque vivía una de esas semanas de noria en las que la jornada laboral se torna inversa... de 35 a 53 horas / semana.
Uno de los "círculos de agentes" del bien común -detalla el austriaco- son los consultores, ¡aja! esto es lo que sin saberlo, ni ponerle nombre, vengo haciendo en mi trabajo de facilitadora del cambio organizacional: empujar los valores de la cooperación frente a los de la competición, poner en pie (casi de guerra) la dignidad de las personas frente a los arrolladores tanques macro-económicos... Otro de los "círculos de agentes" son los redactores: personas que con el dardo de la palabra impulsan el conocimiento del concepto "bien común"... Finalmente esta tarde me he acordado de mi amiga Rosa, quien desde hace años impulsa en Bilbao Colabora-Bora (proyecto centrado en el pro-común). ¡Tengo que hablar con Rosa, preguntarle, y hacerle partícipe de mis círculos profesionales!
¡Que bien sienta el descanso, el placer, la reflexividad! aunque sólo sea para descubrir lo feliz que soy caminando bajo la lluvia sin paraguas con la boina negra arrantzale que he encontrado en casa al fondo de un armario ¡vete tú a saber de quién era! ¿de Smith, de Marx? je je... Felber ¡un gran tipo!
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