miércoles, 9 de marzo de 2016

El Poder de la Gratitud


Algunos gestos se revelan significativos para mi: la campanula de la cocina tiene dos flores nuevas de color violeta; un tarro está lleno de macadamias (mis frutos secos favoritos); la secretaria de una empresa -en la que solo he estado en tres ocasiones- ¡me saluda por mi nombre!; mi mentor -el sabio Sabino Ayestarán- me presenta a unos terceros como "una colega"; y en el buzón de casa hay una carta sin sello en la que aparece mi nombre: Azucena.




Sin duda el paquetito ha llegado hasta el buzón traído directamente por la persona que ha comprado el detalle, ya que no contiene dirección ni siquiera mis apellidos. En su interior hay una libretita con reproduciones de acuarelas realizadas por el propio Saint Exupéry tan frágiles en su apariencia como fuertes en su mensaje esperanzador. 

Esto no es, sin embargo, lo más emocionante. Lo mejor es la frase que aparece en el reverso del sobre: "... Gracias por regalarme semillitas de ilusión. Algunas ¡han crecido! Un abrazo...". Después hay una letra que intuyo puede ser una M. Nada más.



He aquí mi secreto -dijo el Principito-:
sólo el corazón ve lo esencial. 


Mi gratitud es inmensa hacia la persona que ha traído hasta casa este meteorito de esperanza recogido al final de una complicada jornada laboral lejos de mi ciudad. Los detalles ¡importan! y su efecto balsámico es intemporal ya que la persona que intuyo está detrás de la M. es alguien con quien tuve el honor de coincidir en 2014 en un taller que yo entonces impartía para Donostia Kultura y en el que la fuerza de su vulnerabilidad aportó al grupo tanto o más que mis teorías disruptivas. Sean cuales sean las "semillitas que han crecido" me alegro muchisimo, Marta. ¡Gracias por compartirlo!


3 comentarios:

Anónimo dijo...

que tal le habrá sentado a "M" que su silenciosa acción se haya escuchado en el bafle amplificador de un concierto en la plaza mayor?

un saludo para "M".

Azucena Vega Amuchástegui dijo...


En primer lugar, me entristece tener que referirme a usted como "anónimo", aunque lo respeto, desde luego. En segundo lugar, Marta está contenta. ¡Gracias!: me ha escrito un Email en el que ambas nos regocijamos por el mutuo aprecio. Un saludo, desde la bahía de San Sebastián.

Anónimo dijo...

Parece ser que algunos no saben observar sin juzgar... querido anónimo ahora yo le estoy juzgando a usted.... Ve que poco dura la libertad de ser cuando se la quitamos a otro?? O no ve más allá de lo que selectivamente su mente alcahueta le dice?? Perdóneme por meterme donde no me llaman y de paso que le perdonen a usted también.