¿De qué manera motivo a mis trabajadores? ¿Cómo les desarrollo? ¿Hasta qué punto el dinero les vincula a la empresa? ¿Qué otras estrategias de "engagement" puedo utilizar?
Estas son algunas preguntas recurrentes en las conversaciones de trabajo que mantengo con empresarios y directivos en fábricas y despachos de todos los sectores tanto en negocios diminutos (de los que hay en España más de un millón) como en grandes corporaciones, si bien es cierto que los gigantes tienen personal especializado tanto en los aspectos puramente legales como en los rudimentos motivacionales de los humanos. Aunque siempre se muestran deseosos de que aporte ideas y contraste.
A primera hora he contestado el último email de un empresario que se plantea la subida salarial de algunos profesionales e incluso (en dos casos) el cambio de categoría. Teniendo en cuenta que es el propietario del negocio -y en ultima instancia las decisiones le pertenecen-, le he aportado tres preguntas que completen la ecuación de su iniciativa y comparto por si pudieran ser de utilidad a otros líderes de pequeñas o medianas empresas que tanto abundan en el País Vasco...
¿Qué se pretende -exactamente- con las mejoras? ¿Qué "efectos colaterales negativos" pudieran provocar en su entorno cercano (compañeros)? y -sobre todo- ¿Qué margen de maniobra deja para seguir incentivando en el futuro?
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