viernes, 8 de febrero de 2019

La sociedad de lo efímero


Aún descubro pliegues en la piel de mi pareja. No siempre, solo cuando mi receptividad -acaso mi vulnerabilidad- está afinada. El arpa suena en mi y resuena en él. Cuarenta y dos años después.

En la sociedad de lo efímero, profundizar en lo conocido resulta estimulante si concedes tiempo a paladear las emociones sin prisa ni expectativas. La pauta repetitiva de búsqueda y hallazgo de sutiles tesoros en los pliegues de la vida es una característica en mí. Parece persistencia, acaso constancia, pero solo es ¡magia!

En la sociedad de lo efímero en métodos de gestión -donde cada año parece quedar obsoleto el conocimiento precedente- me gusta profundizar en los clásicos cuya esencia reverbera una y otra vez con ilimitados ecos de sabiduría fertilizando a quien se concede tiempo para descubrir tesoros sin prisa ni expectativas.




Leo por décima segunda vez la parte teórica de las "reuniones delegadas" (eficaces) cuya aplicación en decenas de empresas de todos los sectores me ha dado fabulosos resultados. No es solo un método, sino un conjunto de matices que aplicados en su justa medida propician que los equipos mejoren resultados, mejoren en cooperación, tomen mejores decisiones en menos tiempo, y se sientan más satisfechos con su desempeño individual y colectivo. ¿Puede haber algo más apasionante que afinar en precisión para alcanzar una y otra vez estos resultados en las organizaciones que me contratan?

En la sociedad de lo efímero, orientan mi actividad laboral algunos mentores relevantes que han dedicado la vida entera a descubrir (o construir) un puñado de atajos que funcionan. Sin desestimar las nuevas tendencias, profundizar en lo conocido tiene enormes recompensas para mi. 


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