domingo, 10 de febrero de 2019

Productividad ¿Cuestión de Confianza?



Quienes me conocen tienden a pensar que trabajo muchas horas por mi presencia en redes sociales, la variedad de proyectos que abordo, los desplazamientos para atender a clientes industriales y -en general- porque saben que vivo con pasión mi actividad. Las apariencias engañan.




Si bien es cierto que trabajo con intensidad, el registro de  mis jornadas revela que estoy por debajo de las 37 horas semanales que pauta la norma. La clave hay que buscarla en la disciplina que aplico al abordaje de las prioridades que establezco. De hecho, rara vez altero el orden de las prioridades si no hay una razón de peso: la urgencia de un cliente, un asunto familiar ineludible, o una enfermedad. Pero no es solo el respeto de las prioridades lo que salvaguarda mi ratio de eficiencia, tengo otros hábitos que comparto por si pudieran resultar de utilidad.

Mi horario es flexible en función de dos parámetros: mis propias necesidades y la demanda del cliente. En un porcentaje muy alto es posible conciliar ambos ¡solo hay que proponérselo! 

Las necesidades que aseguran mi bienestar son básicas: dormir ocho horas, comer en casa siempre que trabaje en San Sebastián, llevar el termo de mis hierbas y preservar tiempo para la práctica de alguna actividad física. Todo ello está pautado en mi agenda de manera que cuando se produce un encargo lo tengo en cuenta y lo defiendo con la misma firmeza que si se tratase de algo facturable. En una palabra: pongo mi bienestar en la ecuación, algo que resulta simple de entender y difícil de practicar para la mayoría de mis clientes. 

Dado que necesito liberar tiempo, me obligo a ser eficiente, es decir: a hacer (bien) lo que hay que hacer con el mínimo esfuerzo-desgaste-coste-tiempo... 


Poner en la ecuación nuestras necesidades parece un lujo, una frivolidad. Una vez más las apariencias engañan porque desde el bienestar físico, mental y emocional somos más productivos, concluye el último informe del Eustat que insiste en que el "presencismo" (pasar muchas horas en la fábrica o la oficina) no funciona e incluso puede resultar contraproducente en forma de accidentes laborales, absentismo y estrés (que afecta a un 60% de los profesionales españoles). ¿La solución?  Según el agencia europea: flexibilidad horaria para entrar y salir, opción de trabajar desde casa, poner una hora tope para abandonar las instalaciones, medir por objetivos y resultados... ¿Qué frena a las empresas para avanzar en esta dirección? La falta de confianza en sus trabajadores. La confianza es la clave de las relaciones laborales y un mediador afectivo relevante para la productividad empresarial.


Artículo relacionado pinchando aquí.
Artículo II relacionado pinchando aquí.

No hay comentarios: