viernes, 19 de abril de 2019

Las razones del "silencio" directivo



No imagino un trabajo más bello que el de acompañar a las empresas en el cambio organizacional que anhelan. Nada más bello ni complejo. Zambullida en ello desde el año 2002 ni un solo día dejo de aprender, si bien es cierto que hace falta una buena dosis de resiliencia para digerir lo que acontece en tiempo real en los equipos de trabajo, esa zona híbrida que transita  del uno (yo) al infinito (la empresa en su totalidad) entre el egosystem y el ecosystem (*).





Desciendo de los bosques de Aia (reserva natural de la biosfera) habiendo capturado la imagen de la resiliencia: gruesas raíces que se sobreponen al pedregoso sendero, la sequia, la escarcha, las tormentas... y se agarran con fuerza al árbol y a la vida. Silencio.

Preparo varias intervenciones en la Universidad del País Vasco, el Basque Culinary Center y el Centro Ibercaja para el Desarrollo Empresarial en paralelo al trabajo de consultoría centrado en los equipos como la palanca del cambio organizacional, mi especialidad. La intensa dedicación a mi oficio es posible gracias al bosque de Aia y al firme propósito de servir a las empresas en mi modestia (en una selva de consultores) y en mi grandeza de no tener miedo para decir al cliente lo que no quiere escuchar.

Como agente del cambio mi trabajo en los equipos consiste en observar procesos y patrones que lastran a la organización; atrapar el diagnóstico en un informe neutro, lúcido y certero; y diseñar intervenciones que mejoren los resultados, la satisfacción de los profesionales y la creación de un futuro esperanzador. El plan tiene un doble movimiento sin el cual  no es posible realizar la transformación: prescindir de todo lo que lastra y liberar el potencial de las personas atrapado en una maraña de inercia, comodidad, pereza y miedo. Miedo.



El mayor peligro en tiempos de turbulencia,
no es la turbulencia; es actuar con la lógica de ayer.
Peter Drucker.


Sea un equipo de dirección o de mandos intermedios, el miedo bloquea a las personas y las inhabilita para realizar preguntas poderosas, aportar ideas y expresar discrepancias (basadas en evidencias). En definitiva, el miedo impide toda posibilidad de cambio en una empresa ¡cero innovación!

¿Por qué callan los directivos? ¿Dónde hunde sus raíces el miedo?  En la memoria transactiva, un factor que impacta de manera relevante en el comportamiento de los profesionales y que consiste en el recuerdo de lo acontecido en la compañía a lo largo de su historia: a quién se despidió por discrepar con el director general, las razones por las que se excluyó de un proyecto estratégico al mejor técnico de la empresa, las razones nunca esclarecidas por las que se degradó al miembr díscolo del comité de estrategia... Como una nube tóxica que se extiende por el aire acondicionado de las fábricas, corporaciones y despachos, el miedo amordaza a los directivos y asfixia la la discrepancia, el contraste y la aceptación de la diferencia. Sin seguridad psicológica ¡no hay innovación! Las personas callan por miedo. Las organizaciones languidecen de silencio. ¿Y el cambio? El cambio espera.  


(*)  Teoría U, MIT-USA
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