Durante un año entrené al equipo de producción de una empresa integrada en una corporación vasca (nacida en el año 1958) que engloba a un centenar de cooperativas cuyo estilo de gestión es conocido por su marcado sesgo social. Cuando llegué a la fábrica navarra algunas cosas estaban cambiando, yo diría que de una manera abrupta, radical.
Desde el año 2019 las empresas están obligadas a llevar un registro horario en el que consten los momentos de entrada y salida de los trabajadores. La documentación hay que guardarla durante cuatro años y ha de estar disponible para que los inspectores puedan revisar, por ejemplo, si los empleados hacen más de 80 horas extras al año.
Detrás de los registros horarios está la búsqueda de la productividad, parámetro que España suspende reiteradamente y que tampoco ha mejorado desde el 2019. La normativa también buscaba frenar el exceso de horas extraordinarias no compensadas: cinco años después no han disminuido. Además los registros horarios están llenos de irregularidades y las sanciones de los inspectores (cuando se producen) son simbólicas cuantitativa y cualitativamente.
Quien hizo la ley hizo la trampa -solía decir mi abuela-. La picaresca entorno a la regulación horaria está llena de disfunciones tanto por defecto como por exceso. Por ejemplo, en la empresa navarra había que registrar la entrada y la salida del cuarto de baño. Sí, créanme, como lo cuento. La primera vez que tuve que pasar el identificador de fábrica para que se abrieran las puertas del lavabo pensé que estaba viviendo una pesadilla: no podía creerlo...
Toda normativa presenta holgura. Toda empresa interpreta las leyes a su conveniencia. Todo trabajador hace de su capa un sayo y así seguimos suspendiendo en productividad, en exceso de horas extras no compensadas y en un sistema disfuncional. ¿La solución? Responsabilidad del trabajador para cumplir con el horario establecido, responsabilidad del empresario para compensar toda hora extraordinaria, y responsabilidad del estado de tutelar el cumplimiento de la norma. Un dato que quizá no sea aleatorio: Alemania tiene 6.000 inspectores especializados en registros horarios, España un tercio: 2.000.
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